Rosa Dalila Bretón Escoto
¡Gracias Señor, Por Este Nuevo Día!
La imaginación es mágica, muchas veces ella se extiende
cuando estás sola o solo, y se te presenta regularmente en las noches largas,
pero también puede ser en una tarde o en una mañana. Cuántas veces me he dormido imaginando que
converso contigo; me hago preguntas como si fuera a ti, y me las respondo como
si fueras tú quien me respondes.
Si alguien me escuchara ¿pensaría que estoy loca?; y así
realizamos largas conversaciones imaginarias, y nos decimos ¡tantas y tantas
cosas! A veces son reclamos, otras veces preguntas, también el expresar deseos
de cosas no realizadas y si muy anheladas. Pero al despertar me doy cuenta de
que nada fue real, que todo el acontecimiento estuvo sujeto a la imaginación.
Aun así, no quiero dejar de imaginar, ni dejar de soñar, de
desear, de anhelar, porque es un complemento que a veces suple nuestras duras
realidades.
Imaginando momentos con el ser que amo y que no tengo a mi
lado cuando imagino, me siento un poco aliviada (o), aunque esté contando las
horas y los días para que se haga realidad tenerle cerca, y que no sea la
imaginación la que predomine, sino una hermosa realidad.
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