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sábado, 4 de marzo de 2017

LA REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY EN EL RECUERDO

Antonio-Pedro Tejera Reyes

LA HUELLA IMPACTANTE DEL EMIGRANTE CANARIO

“Si supieras que aquí dentro de mi alma
conservo aquel recuerdo
que nunca lo he olvidado…”

AÑORADOS RECUERDOS
Corría el año 1974, cuando asistiríamos al congreso de la Confederación de Organizaciones Turísticas de América Latina (COTAL) en la ciudad de Buenos Aires. Era un punto obligado para nosotros, sumergidos como estábamos en nuestra labor por extender todo el conocimiento posible sobre los avatares del turismo y su desarrollo mundial, trasmitidos después a nuestras aulas de las Escuelas de Turismo de Tenerife y Las Palmas, y ya en ese entonces, con los sueños que nos despertaran los cursos internacionales que habíamos impartidos en Venezuela, Colombia y Brasil. Chile y Paraguay vendrían algo más tarde…
Vista aérea de Punta del Este, uno de los principales recursos turísticos de Uruguay, hoy convertido en un destino de excelencia reconocida.

Uruguay lo teníamos en nuestra mente como un punto de destino alcanzable, ahora que estábamos ya a dos pasos desde Buenos Aires, como pudimos comprobar en el recorrido aéreo que nos llevó desde el  aeropuerto doméstico Aeroparque hasta el de Montevideo, volando sobre el espectacular delta del Río de la Plata en una mañana luminosa recordando aquella memorable gesta de los canarios fundadores de ese hermosa ciudad que nos cautivaría desde antes de pisar sus limpias y bien cuidadas calles, plazas y jardines, como en su día publicamos en el diario La Tarde y en varias revistas españolas de turismo, desgraciadamente desaparecidas en el tiempo y el espacio, como fueron “Posada y Camino”,  Recepción”, “Costa Canaria”, etc.


La inigualable estampa del Hotel Casa Pueblo, en Punta del Este, obra del maestro Páez Vilaró
Era un viaje programado que nos emocionaría sensiblemente, por muchas circunstancias que tuvimos la suerte de poder disfrutar, en un país cuyas huellas isleñas encontrábamos por todos sus rincones obnubilados como estábamos con la páginas de la historia que nos trasportaban a aquellos años de 1700 donde nuestros sufridos compatriotas se convirtieron en colonizadores de América obligados por el  llamado “tributo de sangre” que había que pagar al Gobierno de España, cuya aclaración la tenemos publicada en el libro “El Otro Archipiélago” – J. J. Armas Marcelo, Gobierno de Canarias 1987 – según el párrafo que copiamos literalmente:  “Francisco Aznar Vallejo, catedrático de la Universidad de La Laguna, explica una de las claves de estas primeras expatriaciones españolas de principios del Siglo XVIII: “Para mercadear con América había que pasar antes por la Casa de Contratación de Sevilla y pagar los correspondientes impuestos, pero las familias poderosas de Canarias lograron que la corona les permitiera comerciar en ese continente sin pasar por la Casa de Contratación. a cambio de que por cada 100 toneladas de mercancía que llevaran en los barcos, tenían que emigrar a Uruguay cinco familias de cinco miembros cada una. Eso se denominó “tributo de sangre”.

Montevideo desde el aire, una panorámica que ofrece una visión de la conformación de la ciudad donde las playas bordean una buena parte de la moderna capital suramericana, fundada en 1729, por emigrantes canarios.

CANARIOS EN URUGUAY
Cincuenta familias canarias de más de cinco componentes, llegaron al paraje que más tarde se conformaría como la ciudad de Montevideo en el año 1726. En 1729, se confirmó su fundación, a la cual fue una constante la llegada de familias procedente de las Islas Canarias.

El ex presidente de Uruguay, Julio María Sanguinetti, lo veía así: “Todo aquel uruguayo que habita fuera de Montevideo recibe el nombre de canario, y lo que es expresión de jerga no oficial, lo es prácticamente en el caso del Departamento de Canelones que rodea Montevideo, zona de granjas y chacras, un hermosísimo paraje que si asume su condición de canario en toda su dimensión aquellos que viven en el… luego de un largo y lento doblamiento el principio de Uruguay fue Montevideo, cuya semilla es canaria, una semilla que sigue dando frutos hasta ahora mismo”

Estampa de Montevideo, cuya explicación, podemos encontrar en esta imagen debida al video que firma Eliza.

Mi recordado querido amigo David W. Fernández, natural de la isla de La Palma, vivió muchos años en Montevideo, y fue uno de mis apreciados y preclaros colaboradores en los años ochenta del pasado siglo para aclararme la importancia de los canarios en Uruguay. En aquella vivienda suya, en el centro de Caracas, Avenida Barall, alrededor de las montañas de libros que llenaban su casa por todos lados, caminaba de un lado a otro, mostrándome páginas de esos libros donde afirmaban sus declaraciones.

No fueron solo agricultores y comerciantes los canarios que llegaron a Uruguay. El tiempo les fue conformando como una comunidad donde su participación llegó a todas las esferas de la sociedad, por lo que no es extraño que el prócer y héroe nacional fundador de la nacionalidad uruguaya, José Gervasio Artigas tuviese una abuela que había llegado a Montevideo con la expedición que fundó la ciudad: María Rodríguez Camejo, que vivió en La Laguna, Tenerife, en cuya ciudad tenemos un busto del insigne personaje uruguayo.

No movía a los canarios que fundaron Montevideo, la idea del encuentro con “el dorado”, el oro y la riqueza, eran familias enteras que solo buscaban un medio de vida que les facilitaran salir de la miseria que se extendía en unas islas pobres y desamparadas. Así se arraigaron en las tierras de América, donde desde José, Martí, Bolívar, Artigas, y todos sus descendientes que lucharon por conseguir todo un status que permitieran a sus semejantes disfrutar de unos niveles de vida acorde con sus trabajos, y sus aspiraciones, dentro de todo un orden justo y democrático.

Monumento al prócer, José Gervasio Artigas, en la Plaza de la Independencia en Montevideo
MONTEVIDEO HOY
La ciudad de Montevideo no es hoy la mística ciudad que conocimos en aquellos años del pasado siglo, ni tampoco la soñada Suiza de América como fuese conocida antaño, se trata de una pujante ciudad moderna que ha sabido conjugar su desarrollo con sus ancestros históricos, palpables en todos sus rincones sin perder el misticismo que nos hace recordar nuestra memorable visita, con sus puestos de frutas y verduras ambulantes en unos carritos movidos por un gracioso burrito que nos traería el recuerdo de viejos tiempos en  Canarias.

Las animadas y románticas noches en la discoteca Lancelot, o los paseos por las playas de Carrasco, hoy quedan en el recuerdo ante la realidad de una vida nocturna turística que se vive en la ciudad vieja, y en los lujosos hoteles que han poblado la ciudad, acompañando la suntuosidad y excelente trato que disfrutamos en el Hotel Nacional.

Montevideo conserva la reliquia, de sus edificios históricos, su acendrada cultura, su emblemático Teatro Solís, y toda esa carga emotiva que dan sus espacios culturales, su presencia política en América y el mundo, y esa innata amabilidad de sus gentes que permiten al visitante gozar de un ambiente de cordialidad grato e incomparable, que le lleva a disfrutar de sus estancias en grado sumo.
Hoy es innecesario plantear en estos escritos los recorridos por las ciudades o los valores turísticos de los lugares. Internet, y toda su red, nos permite disfrutar con todo detalle, de la oferta turística de sus valores, desde los culturales, hasta los deportivos, por lo que nos centramos, entonces, en reseñar nuestras vivencias dentro de esos escenarios, como es el caso de este reportaje.

El histórico Teatro Solís, un hito referencial de la cultura en Montevideo
PUNTA DEL ESTE, UN PUNTO FINAL
Son muchas los atractivos que Uruguay tiene para ser un destino turístico de excelencia. Desde Montevideo se pueden organizar innumerables visitas. Por la señalada presencia mundial que en ese entonces – año 1974 – tenía Punta del Este, allí fuimos a parar en una excursión inolvidable, donde la principal sorpresa fueron los leones marinos que pululaban por sus playas y el panorama bellísimo del lugar con su Casino San Rafael, del cual nos ocupamos en nuestros reportajes de aquel tiempo, por el contraste que suponía con los lujosos casinos europeos.  Hermoso lugar hoy de alto prestigio internacional como destino turístico de excelencia.


La colonia de leones marinos de Punta del Este, un auténtico espectáculo que nos emocionó en aquellos viejos tiempos en que no existían en el Loro Park, en Tenerife, y que más tarde nos deleitarían con su inteligencia en Valdivia (Chile), viéndoles subir a los muelles a comerse los desperdicios del pescado que les enviaban los pobladores de la zona.

La mística canaria del Departamento de Canelones, que la encontramos desde en su arquitectura hasta en el trato amable de sus habitantes, la podemos contrastar con esta mención que hace Armas Marcelo en su libro: …”la realidad y la ficción de la leyenda se mezclan para dar paso a una historia épica que el pintor José María Blanes llegó a inmortalizar en una genial acuarela titulada “La playa de Buceo, esperando la llegada de un barco de España, con emigrantes canarios”

Sueños y recuerdos que se agolpan en nuestra mente para alumbrarnos el camino de una América grande y en libertad, donde todos los caminos conducen hacía su merecida prosperidad, aunque algunas veces el cristal esté empañado por quienes todavía siguen practicando el colonialismo y la injusticia para beneficio propio.

El imparable movimiento turístico del mundo, pondrá cada cosa en su sitio. Palabra de Dios.

Con toda justicia, dedico este reportaje con un afectuoso y cordial abrazo, a mi amiga en Montevideo, Lydia Caramés, de Viajes Cynsa.

Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo, de las Naciones Unidas ONU.

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