Agustín Armas Hernández
Es deber cívico —nos enseñan— cuidar el bien común. Pues
veamos: hace algunos años se viene hablando sobre la conveniencia de remodelar
la plaza del Charco y su entorno. Sin embargo, hasta este preciso momento en
que escribo estas líneas, no se ha realizado a fondo ni en serio ningún
acondicionamiento ni embellecimiento en dicha plaza; exceptuando —como la
mayoría de ciudadanos sabemos— algunos conatos de arreglos en su escasa zona
ajardinada. Es tiempo ya, que la susodicha plaza y sus aledaños se acondicionen
y embellezcan. Pensar que lo típico de la plaza del Charco consiste en su piso
terroso, es —para mí—erróneo y retrógrado. Los que estamos directamente
relacionados con esta portuense plaza, ya sea porque viven en su alrededor o
tengamos comercio, o cualquier tipo de contacto, sabemos las penurias que
pasamos, tanto en tiempo ventoso como lluvioso.
Muchos se preguntarán ¿y esto
por qué?, pues muy sencillo de explicar: cuando hace viento, la tierra
procedente del piso de la plaza lo invade todo, tanto las casas, como los establecimientos
allí situados, y cuando llueve, como es obvio y bien sabido, la dicha plaza
hace honor a su nombre, convirtiéndose no ya en un charco, sino más
acertadamente en una laguna de enormes proporciones, impidiendo no solamente la
circulación rodada de vehículos, sino también el normal paso de personas que se
dirigen hacia cualquier punto de la ciudad (téngase en cuenta que la plaza del
Charco está en el centro estratégico que divide la ciudad en dos partes «zona
Martiánez, zona San Felipe Tejar».
Por lo tanto, propongo y ruego como
ciudadano del Puerto de la Cruz que soy, se lleve a efecto y en el más corto
tiempo posible la tan deseada remodelación y corrección de estas anomalías, que
tantas molestias ocasionan tanto a lugareños como a los turistas que nos
visitan. Nuestros ediles municipales aún no se han dado cuenta de que la antaño
llamada «plaza de los Camarones» hoy rebautizada plaza del Charco y hasta hace
algunos años plaza del General Franco, necesita volver a ser -porque así lo
queremos la mayoría de los portuenses- aquella plaza concurrida y alegre, punto
estratégico de visitas y encuentros para novios, amigos, familias, etc.
... ¿Y por qué dejó de serlo anterior? Todos sabemos la
causa, el cierre de calles al tráfico rodado, para convertirla en zona
peatonal, siendo casi imposible llegar con vehículo al centro de la ciudad,
«plaza del Charco», sin tener que dar un largo e incómodo rodeo a casi todo el
Puerto de la Cruz. Me estoy refiriendo naturalmente a los que vienen del
exterior o viven en las afueras, prefiriendo, como es obvio, no venir o
desplazarse a otros pueblos con menos complicaciones. ¿Solución?, muy clara,
volver a la situación anterior a las medidas tomadas con el cierre, de las
calles, o sea abriendo al tránsito rodado algunas de esas estáticas calles, sin
olvidar que lo más importante sería sin duda la entrada y salida por el Belair,
centro estratégico y neurálgico.
¡Ah! pero no hay mal que por bien venga. Como repercusión
del cierre de las calles portuenses que afectó negativamente al comercio en
dicha zona, no obstante, dio la oportunidad a otros pueblos colindantes para
que prosperaran en el comercio e incluso en las construcciones urbanísticas.
Véanse La Orotava, Santa Úrsula, Los Realejos, con sus barrios, el Toscal, La
Longuera, etc. ¡Claro! habiéndose despilfarrado tanto en fiestas superfluas,
incluyendo los carnavales, quizá esté
exhausto el tesoro municipal. Ahorremos, pues… gastos inútiles no. Solo
atendamos a lo más necesario. Un saludo y meditemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario