Evaristo Fuentes Melián
Ya lo decía el inolvidable poeta festivo lagunero Nijota:
“Al funicular del Teide / yo no me quiero ‘amontar’/ porque el Sexto
Mandamiento/ manda ‘no funicular’”.
Si los centenares de turistas que quedaron atrapados en la
cima de España, se hubieran llevado por Nijota, no hubieran pasado por tan
inesperado trance.
Y menos mal que Madre Natura esperó al día siguiente del
suceso para nevar en toda la montaña teideana, con granizada extensiva hasta la
montaña majorera de Tindaya, que se puede interpretar como un grito de protesta
de los dioses, para que esa Montaña Sagrada no se toque. Aunque Chillida, el
escultor guipuzcoano del proyecto de perforación de Tindaya, q.e.p.d., se ponga
a chillar desde el otro mundo.
En esa noche improvisada de permanencia en el Refugio de
Altavista, a 3.555 metros (más arriba, por cierto, que la montaña más alta de
la España Peninsular, el Mulhacén de Granada, con sus 3.478 metros), lo que
hubo fue algo parecido al título de aquella película de la transición franquista,
años setenta: ‘Tocata y fuga de Lolita’. Y me explico: ‘La tocata’, pudo haber
sido entre parejitas que aprovechan las alturas y el maravilloso paisaje
circundante, para ‘enamorisquiar’…
Y ‘la fuga’, es un fenómeno que se repite cuando se sube en
grupo al cráter de la cima. Hay dos clases de fuga: A.- La fuga de gases
sulfurosos del Padre Teide, que expresa así su cabreo, por ver tanta gente
robándole sus doradas y adoradas piedras; y B.- la fuga de todos y cada uno de
los excursionistas, sin distinción de sexo, sean turistas, locales o foráneos.
Todos. Fuga de gases personales fisiológicos, esos que se conocen olorosamente
“de atrás”, expelidos y expedidos por el conducto donde la espalda pierde su
honesto nombre… (Sobran más comentarios).
En mi ya lejana estancia, hace de esto medio siglo, de una
noche en el Refugio de Altavista, algunas parejitas y grupos, además de hacer
manitas, hicieron piececitos, debajo de la manta con la que en común se
cobijaron…
Epílogo: Como técnico experimentado, la primera pregunta
que me hice al oír la noticia la semana pasada fue si el servicio de
manteniendo del funicular se mantenía (valga la <redondancia>) en su
debida forma y condiciones de revisión periódica que marcan las normas.
Doctores tiene la tecnología para responder a tan incisiva cuestión.
Espectador
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