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domingo, 19 de marzo de 2017

TELEFÉRICO

Evaristo Fuentes Melián

Ya lo decía el inolvidable poeta festivo lagunero Nijota: “Al funicular del Teide / yo no me quiero ‘amontar’/ porque el Sexto Mandamiento/ manda ‘no funicular’”.

Si los centenares de turistas que quedaron atrapados en la cima de España, se hubieran llevado por Nijota, no hubieran pasado por tan inesperado trance.
Y menos mal que Madre Natura esperó al día siguiente del suceso para nevar en toda la montaña teideana, con granizada extensiva hasta la montaña majorera de Tindaya, que se puede interpretar como un grito de protesta de los dioses, para que esa Montaña Sagrada no se toque. Aunque Chillida, el escultor guipuzcoano del proyecto de perforación de Tindaya, q.e.p.d., se ponga a chillar desde el otro mundo.

En esa noche improvisada de permanencia en el Refugio de Altavista, a 3.555 metros (más arriba, por cierto, que la montaña más alta de la España Peninsular, el Mulhacén de Granada, con sus 3.478 metros), lo que hubo fue algo parecido al título de aquella película de la transición franquista, años setenta: ‘Tocata y fuga de Lolita’. Y me explico: ‘La tocata’, pudo haber sido entre parejitas que aprovechan las alturas y el maravilloso paisaje circundante, para ‘enamorisquiar’…

Y ‘la fuga’, es un fenómeno que se repite cuando se sube en grupo al cráter de la cima. Hay dos clases de fuga: A.- La fuga de gases sulfurosos del Padre Teide, que expresa así su cabreo, por ver tanta gente robándole sus doradas y adoradas piedras; y B.- la fuga de todos y cada uno de los excursionistas, sin distinción de sexo, sean turistas, locales o foráneos. Todos. Fuga de gases personales fisiológicos, esos que se conocen olorosamente “de atrás”, expelidos y expedidos por el conducto donde la espalda pierde su honesto nombre… (Sobran más comentarios).

En mi ya lejana estancia, hace de esto medio siglo, de una noche en el Refugio de Altavista, algunas parejitas y grupos, además de hacer manitas, hicieron piececitos, debajo de la manta con la que en común se cobijaron…

Epílogo: Como técnico experimentado, la primera pregunta que me hice al oír la noticia la semana pasada fue si el servicio de manteniendo del funicular se mantenía (valga la <redondancia>) en su debida forma y condiciones de revisión periódica que marcan las normas. Doctores tiene la tecnología para responder a tan incisiva cuestión.


Espectador

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