Francia Elena Martínez
Son tantos los caminos recorridos…
Unos... no recuerdo cómo eran,
quizá tenían sembradas alstroemerias,
o me llevaban a oasis cristalinos.
Estarían de grama, cobijados...
con soles rosados pincelados
y de lunas menguadas...constelados.
O posiblemente eran caminos escarpados.
Otros senderos me llevaron
a laberintos, atestados
de muertos acostados.
Mis pies se fatigaron
buscando la salida,
tuve miedo, emprendí la huida.
Y, uno me condujo a un mar de olvido…
Allí encontré muchas gaviotas
dispersas en la playa… sin bohíos…
una como yo, con alas rotas,
sin poder volar al cielo añil,
rumiando sola su derrota.
Por otros caminos que fui...
amigos ocasionales encontré
y como la efímera primavera,
tuvieron florescencia... perfumaron...
luego ...luego… se marcharon.
Otros... sus afectos me brindaron,
compartiendo triunfos y lamentos...
algunos duermen sueño eterno,
otros, van conmigo, hacía el ocaso.
Acompasando muy bien los pasos,
a todos los llevo de mi mano...
a los que hace poco están conmigo…
y, a los que mi camino
siguieron desde antaño.
Cuando tenía menos de seis años,
sus colores y cartillas me prestaron...
limpiaron mis lágrimas... las furtivas
y, las que a montones
de mi manantial salían.
De lágrimas, quedaban empapados,
los pañuelitos de dibujitos troquelados.
Lloraba tanto que llenaba mares…
Dios me hizo en los lagrimales
un gran torrente para llorar mis males
No sé cómo me aguantaron,
si mis aguaceros nunca menguaron…
Lloraba mucho…mucho… de alegría,
a veces… sólo a veces… de melancolía.
¡No pude encontrar mejores seres humanos,
cómo los amigos que quiero como hermanos!
Es difícil los caminos desandar
y los pasos en el tiempo regresar.
es, como si el año tuviese dos eneros,
dos mayos, dos junios, o febreros.
Caminar sobre las huellas,
que dejó un amor querido,
olvidar lo que causó el olvido.
Soltar las amarras del velero
para que se vayan las ilusiones sin querellas,
como hermosas pasajeras de crucero.
En un lienzo pincelar los sentimientos
para que vivan resguardados en el tiempo.
Vivir lo que no se ha vivido,
coser el corazón partido...
que cada puntada esconda
el dolor de la herida honda
y sentir cada segundo su latido.
De las campanas
escuchar su tintineo...
muy adentro,
cimbrando el alma,
cuando el viento
rompiendo la calma,
con ímpetu las hace repicar.
Sonrojarse
tan sólo con mirarse...
querer volar muy alto...
poder coger las nubes,
el éter... la galaxia
y cuanta estrella haya,
darse cuenta
hay noches bellas,
otras, con luces lánguidas
y constelaciones apagadas,
que duermen apaciguadas.
Sentir el sol que acaricia
con sus esplendentes rayos,
tomar la vida con calma y sin prisa,
enredar el amor en los trasmallos,
sentarse frente al mar...
a mirar la tarde que agoniza
con su encanto crepuscular.
Sentir en el alma
caballos desbocados,
con sus crines azotadas por la brisa,
romper las cadenas que nos atan al silencio...
darse cuenta, que la libertad no tiene precio.
Vivir, amar, volar, al mundo poder clamar
que el amar no tiene final...
si se ama con todo el sentimiento,
si se ama con intensidad...
a tu puerta no tocará el sufrimiento.
¡Qué es esa claridad que hiere mis ojos!
y de repente llega a interrumpir el sueño?
confusa, desorientada, me incorporo...
¿Todo fue producto de mi ensueño?
Quizá fue un desdoblamiento
que me hizo viajar en el tiempo,
remontándome a eras remotas…
tal vez... a tierras ignotas.
Al mirar mis zapatos
de agujeros estaban llenos...
estuve todo el tiempo caminado
por calles y empedrados…
caminos escarpados,
por praderas, por llanuras,
por caminos de herradura
y por las nieves perpetuas.
Sentí mis pies agotados...
sus plantas saturadas
con residuos del pasado…
y es que mis pasos recorrieron
destinos ancestrales.
Felina
No hay comentarios:
Publicar un comentario