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sábado, 11 de marzo de 2017

EL DOMINÓ COMO ENTRETENIMIENTO

Antonio-Pedro Tejera Reyes

Dedicado a l0s que presumen de ser buenos jugadores de dominó.

Decía Héctor Simoza Alarcón –El Tigre de Carayaca – en su best seller, el libro CIENCIA Y ARTE EN EL DOMINO, que él disfrutaba más pudiendo hacer una buena jugada que ganando una partida. Nosotros también.

Naturalmente partimos del concepto de que este llamado juego ciencia, lo practicamos como un entretenimiento pasivo, aunque haya algún ligero instante que “se nos crecen los cables” ante una mala jugada del compañero, o alguna argucia rara de los contrincantes que solo quieren ganar a costa de lo que sea.  Las reclamaciones airadas – a veces rozando el insulto – no entran en nuestra perspectiva del juego del dominó. Tampoco las reiteradas reclamaciones por que no hemos seguido unas reglas, totalmente obsoletas, como son en el dominó de los ignorantes de otras cosas mejores, no pegarle a mi salida, respetar la piedra del compañero, salir con el doble mayor acompañado, o sencillamente devolverme mi salida.

Van estas reflexiones para aclarar posturas de los malos jugadores, o los que solo juegan por inercia con métodos obsoletos establecidos que nada tienen que ver con la técnica científica que hay que emplear en este juego, si es que se quiere progresar en él.

Cumpliendo la promesa hecha a un buen jugador, cuyas maneras se han ido deterioran-do en el tiempo, por renunciar a la estrategia del buen juego para incorporarse a  la rutina de repetir la del compañero, pegarle a la del contrario o matar la salida, lo cual le ha llevado a jugar peor cada día y caer en el foso del jugador rutinario que usa solo la fórmula de ganar como sea recurriendo a la “pillada” de engañar al contrario, pensando con una sola piedra para jugar, y toda una seria de artimañas que están en contra del buen juego del dominó.

Jugar al dominó debería ser un entretenimiento sano donde el compañerismo debe a aflorar, que sirva como un culto a la amistad, la comprensión y el buen trato.

Pasar un buen rato ante unas partidas con buenos amigos y personas correctas en su proceder, tiene que formar parte de un juego que está llamado a activar el cerebro, aparcar preocupaciones y permitirnos unos momentos de ocio bien necesarios para la salud, en un mundo donde los problemas diarios cada día avanzan más, produciendo serios deterioros en nuestra salud mental.

El juego del dominó, nos fue recomendado un buen día por un médico amigo, como una terapia aconsejable como recuperación de una deteriorada salud mental producida por un exceso de trabajo. La actividad de la concentración en las incidencias del juego, y la forma pasiva en que hay que enfrentarlas, deben formar parte principal de la actitud que tenemos que observar durante el desarrollo de las partidas. Los aspavientos, las reclamaciones descompuestas, y las actitudes violentas, no van con un juego que tiene sus bases en la ciencia del razonamiento, la compresión y las matemáticas. Todo lo que sea contrario a esto, nosotros lo consideramos desperdicio…

Generalmente, los malos jugadores son los que más reclaman, presumen de ser los mejores y alardean cuando ganan a costa de lo que sea… aunque el motivo es que el contrario se equivocó.  Desperdicio amigos, desperdicio…

Para que nos vamos a enfadar. ¿Tiene esto alguna explicación?

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