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sábado, 16 de diciembre de 2017

EL VUELO DE LA PARDELA

Graciliana Montelongo Amador

Del dolor sacar algo bueno.

Nuestro mar está enfermo. Las islas  Canarias están sufriendo las consecuencias del egoísmo, el abandono, la pasividad y la ignorancia.  Desde hace tiempo podemos ver como  nuestras  costas, en especial la de Tenerife, están llenas de plásticos, colillas, alquitrán  y toda clase de basuras que tiramos y generamos los humanos, haciendo un daño irreparable a los animales que sufren las consecuencias ( La pardela confunde la colilla con alimento y al comerla se asfixia y muere) La desidia de las autoridades competentes   ha provocado  que esta desagradable y preocupante situación llegara hasta el extremo de  no podernos  bañar por peligro a coger una grave infección. 

Vivimos rodeados de agua que incluso desalamos para hacerla potable. Es una falta de respeto a la naturaleza  y a nosotros mismos.  Pero no quiero ni debo  obviar que algunos empresarios que vienen a  Canarias a  explotar << la gallina de los huevos de oro>> no protegen el medio ambiente  produciendo y arrojando al mar toda clase de residuos tóxicos. 

El otro día escuchaba en la radio que dentro de poco van a construir un acuario en el sur de Tenerife y será de agua dulce. Esto provoca otra duda  ¿de dónde  cogerán el agua? ya que escasea en nuestras islas que sufren un incremento de población desmesurado.  En  Ycod de los Vinos están soportando las consecuencias de carencia de agua con restricciones nocturnas. Creo que antes de dar permiso, antes de permitir otra obra de este calibre tendríamos que hacer un  estudio para ver a quién beneficia realmente. Pero no solo el mar sufre, la tierra también. Nuestro ecosistema está  bastante frágil y estamos al borde del precipicio.  Desde hace mucho tiempo  la introducción de plantas invasoras, entre ellas, la conocida como: Rabo de gato, que según los expertos, es peor que un incendio porque acaba con la flora y la fauna, cambiando de manera drástica nuestro paisaje, entrando incluso en el parque rural de Anaga, declarado  reserva de la biosfera. Cuando  indagamos en los ayuntamientos del  por qué no se ha controlado esta situación, la contestación es rápida: Eso es competencia de los cabildos. Entonces  uno se pregunta ¿qué están haciendo los cabildos?  ¿En que gastan e invierten nuestro dinero? ¿Se preocupan por supervisar y controlar a las empresas, de cualquier tipo, que llegan a nuestra   tierra?  Y si ellos no lo hacen  ¿para qué los necesitamos? Es indignante que en pleno verano  no puedas disfrutar del mar con los niños. Es indignante ver el deterioro que año tras año sufre Canarias, poniendo en peligro nuestro mayor recurso, el turismo.

No cabe duda de que tenemos que volver a los principios. Regresar  para sanar la herida. Reflexionar  porque <<Siempre  ha pasado algo>> como nos decía en su poema nuestro querido y añorado Carlos Pinto Grote. Siempre  pasa algo y siempre  hay una solución  que debemos buscar y afrontar  cuanto antes.  De todo  este dolor, podemos sacar algo bueno.

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