Víctor Yanes
La poesía era una herramienta
cargada de futuro y pervierto deliberadamente el tiempo verbal relegándolo a un
triste pasado que, seguramente, sea una hipérbole de realidades catastróficas
que no han ocurrido, pero este desagradable giro fatalista lo explicaré luego.
La poesía en sí es la vida, lo es todo. La poesía no es solo juntar versos, es
lo contrario del miedo y la paranoia, aunque los paranoicos también sueñan e
igualmente hacen buena poesía, porque la poesía, como la música, es uno de los
más sorprendentes fenómenos sentimentales y reivindicativos que existen.
Cuando viajo, una poesía que no
admite grises discursos teóricos late en mi corazón, que descubre una realidad
maravillosa o asquerosa y abro los ojos como platos, y me asombro sintiendo lo
nuevo o cuando en la calmada soledad de la vuelta a casa leo y escucho música,
me pongo a ver alguna bazofia televisiva que alivie cierto dolor extraño muy
interno. Eso, todo eso, también es poesía. La poesía está en tus ojos, en los
drogadictos del amor y en los drogadictos de la droga, en toda la pobreza del
porvenir, en el momento final en el que la línea del horizonte se convierte en
un muro que crece imparablemente. La poesía es ese banco en el que te sientas
para ver a la gente bajar por la avenida y también tu voz en un audio de
WhatsApp pidiéndome cosas. La poesía es todo, menos lo que algunos poetas creen
que es. No es un pasillo cerrado en el que los viejos y nuevos amigos de la
escritura se encuentran y celebran sus ridículas existencias. Si no escapamos
de ese pasillo largo y sin retorno, nos hundiremos en la fatiga de una tristeza
crónica.
Asociaciones de escritores y
encuentros de amigos que escriben, damnificados de la soledad porque la
sociedad imperfecta que ellos censuran con pavoroso cinismo como inculta, vive
dándote la espalda a ti, genial poeta entre poetas. Tu excelsa creatividad y tu
mundo interno que morirá contigo definen el obtuso peón engreído que has sido,
porque siempre tu personalidad se situó muy por encima de tus memorables versos
que pulieron tu ombligo de aprendiz de genio. La poesía es a pesar de los
poetas, porque no todos los poetas son poesía y porque la poesía es vida y
asisto a ver como la vida es empujada hacia un lúgubre martirio de
asociaciones, fiestas de la palabra con cerrojo, recitales y lecturas en las
que leen al público conocido los versos ya conocidos.
La poesía era una herramienta
cargada de futuro hasta que llegaron algunos poetas, no pocos, con sus deseos
de viajar dentro de una burbuja antisocial para alcanzar el hiperespacio del aislamiento
más brillante y anecdótico. Ellos, en su tristeza de catacumbas, parecen
sentirse bien o resignados, conformándose con la aceptación de la derrota.
Anhelo mucho la contestación de cariz discretamente insolente. No podemos
seguir matando la poesía. Las balas del aburrimiento impactando en la nuca.
Nosotros, los poetas, tan lejos de todo y tan dueños de nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario