Bienvenidos al Diario del Valle

SEARCH

sábado, 30 de diciembre de 2017

TELEFÉRICO DEL TEIDE

Evaristo Fuentes Melián

El teleférico o funicular del Teide se instaló a lo largo de la década de los años sesenta del siglo pasado, aunque los primeros intentos de llevar a cabo este proyecto se remontan a los años veinte, antes de la guerra civil.   En la cimentación de las torretas de apoyo se emplearon toneladas de cemento en hormigón armado. La ejecución de la obra fue lenta, por lo escarpado y volcánico del terreno, y se emplearon mulas de carga para llevar los materiales a su sitio, al pie de cada torreta.

Cuento una anécdota: subimos en el verano de 1972 --recién inaugurado el teleférico--un grupo de cuatro amigos. Desde la estación más alta seguimos caminando hasta el cráter por la vereda cónica en espiral del Pilón de Azúcar.  Pero al bajar a la referida estación, mi amigo IPH se percató de que se le había perdido su reloj de pulsera de oro. Como era del mismo color que la lava, escorias o lapilli volcánico, era muy difícil encontrarlo. Pues bien: mi amigo volvió a subir casi hasta el cráter y encontró su precioso reloj.  Pero aquí no para esta rocambolesca historia. Pocos años más tarde, el reloj le fue sustraído con alevosía mientras dormía plácidamente en un hotel.

He de terminar con unos versos, no exentos de picaresca, del inolvidable Nijota, Juan Pérez Delgado (1898-1973), que fue en vida el gran poeta festivo lagunero de la época:

“Al funicular el Teide / yo no me quiera amontar/ porque el sexto mandamiento / manda no funicular”

Nota. Aunque estamos en fechas de los Santos Inocentes, la anécdota del reloj de pulsera de oro perdido, hallado y luego robado es la pura verdad. Lo juro. ¡Feliz año nuevo, queridos lectores!

Espectador

No hay comentarios:

Publicar un comentario