Evaristo Fuentes Melián
Vuelvo a hacer un
recorrido Puerto de la Cruz, Orotava, Laguna, como lo hice el año pasado 2016,
y vuelvo a encontrar similares diferencias y singularidades. El viernes santo
en la vespertina procesión Magna, Puerto de la Cruz, me llama la atención la gente
menuda, chiquillos y chiquillas de corta edad que se unen al desfile
procesional. Muchos de los pasos, todos con ruedas, son empujados por fieles
cogidos al lazo sin uniforme o hábito de ninguna hermandad o cofradía. Entre
los tamborileros, también en La Orotava, se ven componentes infantiles.
La Orotava, noche
del jueves santo, destaca por la procesión del Señor a la Columna (imagen que
este año salió en el cupón de la ONCE del lunes, entre algunas otras de las
mejores imágenes de toda España a lo largo de la Semana). Sin embargo, me fijo
en la Banda de Cornetas y Tambores, con
sus desafinados… No se deben hacer alardes ni exhibicionismo de
trompetería, realizado con virguerías
altisonantes… pero desafinadas. La entrada, podría decirse que triunfal, en la
Plaza Principal Municipal, este año tuvo
la novedad de las palmeras jóvenes recién plantadas, con solo una
(esquina suroeste) que queda como único vestigio viviente de las palmeras
centenarias que han desaparecido de raíz recientemente.
En La Laguna,
viernes santo muy de mañana, recorro con gusto, con parsimonia, con armonía,
sus calles en la llanura que fue lago, tras la procesión, desde la Concepción
hasta la Catedral, pasando por la calle e iglesia de San Agustín todavía sin
techo desde hace más de medio siglo, por el incendio de 1964. Es una maravilla
la Banda de Música de La Laguna, todos adultos profesionales y veteranos
maestros, y es una gozada hacer el recorrido acompañando al Cristo de todos los
canarios.
¡Ah!, y para
terminar cuento una anécdota, sin especificar el lugar donde la oí: dos niños
(hembra y varón) de cortísima edad, le van haciendo preguntas a su madre,
mientras pasa el desfile procesional, el Señor ensangrentado y la Virgen Maria
llorosa con la espada clavada; y cuando llegan las últimas imágenes, le
preguntan maniqueos, como si fuera una película: “Mami, ¿estos son los malos?”
Espectador
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