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sábado, 29 de abril de 2017

DAÑOS POR ABANDONO U OMISIÓN

Salvador García Llanos

El Grupo de Ciudades Patrimonio, en el que se encuentra San Cristóbal de La Laguna, desarrolla una campaña de concienciación y sensibilización orientada a fomentar el respeto y acabar con el vandalismo. Hay unas vallas publicitarias muy llamativas en las que puede leerse el mensaje común: “Cuando dañas el patrimonio, nos dañas todos”. Se trata de poner en valor el conjunto patrimonial y de estimular la necesidad de conservarlo como parte de la historia y de la cultura. Las pintadas o los actos vandálicos en los monumentos, la contaminación por ruidos y, sobre todo, el abandono o la falta de protección son problemas comunes de estas ciudades; pero también de aquellas que, no siendo Patrimonio de la Humanidad, se ven afectadas por esos males de nuestro tiempo hasta el punto de deteriorar señas de identidad y elementos esenciales de la personalidad urbanística.

Es el caso del Puerto de la Cruz del que nos hemos ocupado varias veces en este espacio y en otros foros donde se nos ha requerido. En este mismo mandato, el pleno del Ayuntamiento acordó por unanimidad, a iniciativa del Grupo Municipal Socialista, la creación de un consejo municipal para la defensa y promoción del patrimonio histórico. Se trataba de crear un órgano asesor que “coordine y priorice actuaciones y al mismo tiempo articule actividades para el fomento, promoción y difusión del patrimonio histórico del Puerto de la Cruz y su aprovechamiento para ciudadanos y turistas”. No se conoce muy bien la operatividad de ese consejo: ya dijimos en su momento que ojalá no quedase en mera expresión de voluntad pues estas cosas requieren de constancia, de seguimiento y de pragmatismo, aunque sea lento. Porque, sobre todo, hay que extender la sensibilidad y eso, en la sociedad de nuestros días, pese a todos los adelantos, no es nada fácil. Al pueblo portuense siempre le costó involucrarse en tareas como las que aquí se plantean.

Y no faltan escenarios en los que actuar. Pero hay que actuar. Primero, con un plan. Luego, estableciendo prioridades. A continuación, con dotaciones presupuestarias que signifiquen la posibilidad real de conservar, restaurar o mejorar. Y también, fomentando la implicación de la iniciativa privada. ¿O es que nos resignamos a que las viejas casonas y los antiguos edificios identificativos de una época permanezcan cerrados, se deterioren y se vengan abajo por no existir un mínimo de conciencia colectiva?

De ahí, el acierto del lema de esa campaña extrapolado al municipio portuense: dañar es también abandonar, renunciar, permanecer indolentes. Y ese daño, claro que nos afecta a todos. No puede ocurrir que el silencio y la resignación sean la respuesta. La concienciación es un soporte primordial para fomentar el respeto y acabar con el vandalismo. Ya escribimos que en este contexto hay mucho de civismo, de sensibilidad y hasta de pedagogía. Es cuando menos paradójico que cuando desde algunos sectores se apele ahora a ir juntos en una misma dirección, no se tengan en cuenta causas como ésta, no solo noble sino apta para demostrar que puede haber convergencia de criterios y de objetivos, beneficiosos para todos y ejecutados “en la misma dirección”.

El caso es hacer algo, evitar más daños patrimoniales, especialmente por abandono u omisión.

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