Lorenzo de Ara
La oposición del Puerto de la Cruz es igual de necesaria
que el aire que respiramos. Lope Afonso, alcalde, nuestro alcalde, el alcalde
de la oposición también, la quiere activa, dinámica, vivaracha, elocuente,
fiscalizadora, impetuosa. El alcalde del Puerto de la Cruz, demócrata de los
pies a la cabeza, siempre pone buena cara cuando gerifaltes de la oposición
embisten contra su gestión. Es misericordioso en grado sumo. Y la oposición lo
sabe. Tiene Lope Afonso lo que muy pocos políticos almacenan en el municipalismo:
paciencia numantina.
Dos años en la alcaldía y, oh esperpento patrio, hasta los
enemigos de la oposición (yo no me encuentro entre ellos) abren la boca, un día
sí y otro también, para enjuiciar el trabajo del alcalde en este corto periodo
de tiempo al frente de las riendas de una de las ciudades más difíciles de
gobernar de Tenerife.
En apenas 8,9 kilómetros cuadrados, hay más alcaldes que en
Madrid, Nueva York o París. La abuela Carmena lo tiene mucho más fácil a la
hora de mandar que Lope Afonso. Madrid es un remanso de paz comprado con el
Puerto de la Cruz, porque aun siendo verdad, porque lo es, que la estabilidad
política ha enamorado al Cabildo que preside Carlos Alonso, no es menos cierto
también que, la oposición, que siempre cuenta con el cariño, admiración y
pleitesía revolucionaria (¡a lar armas!) de algunos profesionales del
periodismo, es la más belicosa de cuantas existen en el panorama comarcal.
Francisco Linares, por ejemplo, no cuenta con oposición.
Seamos claros. Manuel Domínguez vive más tranquilo que Mariano Rajoy. Pero el
joven Lope Afonso tiene que liderar los intereses de la ciudad de la que
depende el presente y el futuro de una comarca donde viven y trabajan más de
dos centenares de miles de personas. Almas.
Un periódico decapitó en su día a Lope Afonso. En mi lugar
de trabajo, Gente Radio, me subí por las paredes. Pero el mandatario respondió
con elegancia. Y pensé en la soledad de mi despachito hogareño: “Es un
afrancesado”. Luego entendí que llevaba la razón.
La oposición socialista y asamblearia del Puerto de la Cruz
es muy necesaria. Los demócratas sabemos que sin ella la historia no sería
autorizada para todos los públicos. Pero la oposición, me remito a Jorge
Bustos, “no es decir "no es no"; es decir "no, pero". A mí
me ha dejado muy claro PSOE y ACP (Podemos, para entendernos) que el no a Lope
es de trinchera. Sin embargo, el “pero”, o sea, la posibilidad de tener en ella
una alternancia plausible, es francamente una quimera. No utópico, no. En mi
opinión es del todo imposible que se pueda creer que con esas varitas la ciudad
del Puerto de la Cruz puede ser gobernada.
No hay que olvidar que Marco Sinese ha declarado la guerra política
a Carlos Alonso, presidente el Cabildo. Para él, el protagonismo de la
institución insular es un intrusismo en toda regla. Queda clarísimo que si el
bueno de Sinese ocupase el despacho de alcalde, lo primero que haría sería
marcar el número personal de Carlos Alonso (previamente se lo pediría por favor
a Lope Afonso) y sin perder un segundo le comunicaría al Presidente que se
acabó lo que se daba (tendría gracia), porque ahora será el Puerto el que tome
las riendas del presente y del futuro. Y Sinese viajaría a buscar dinero a la
Venezuela de Maduro, por ejemplo, acompañado, claro está, por el compañero del
alma en el nuevo gobierno, David Hernández.
Como decía, Albert Einstein, “el mundo es un lugar
peligroso para vivir; no por la gente mala, sino por la gente que no hace
nada.” Pues así pienso yo de una oposición, la que sea, que, en vez de ser
alternativa, yace cómoda en el no, no, no, no, sucesivamente no. Y si no le ha
quedado claro, señor alcalde, “¡¡¡Nooooooooooooooooooo!!!”
P.D. Me alegra saber que se dan los pasos pertinentes para
poner fin a un problema grave en el Puerto de la Cruz. Este sentido, Industria
y Seguridad Ciudadana han mantenido sendas reuniones con algo más de 25
propietarios de establecimientos de restauración. ¿El objetivo? Muy sencillo,
afrontar la problemática sobre ocupación de las terrazas en la vía pública.
Desde el grupo de gobierno se expresa la gratitud a los empresarios que
colaboran y entienden las cuestiones puestas sobre el tapete. Al mismo tiempo,
el gobierno local anima a los que no lo están haciendo a que lo hagan. Pedro
González, edil del PP, manifiesta que “Puerto de la Cruz luce más bonito y
ordenado sin elementos no autorizados”.
Por cierto, una pregunta: ¿Quién coño manda en el Lago
Martiánez?
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