Antonio-Pedro Tejera Reyes
IN MEMORIAM
LEONCIO AFONSO PEREZ: 100 AÑOS DE VIDA
Hoy martes 28 de marzo, es un día triste. Se fue quien
marcara definitivamente mi vida y mis largos años en el mundo de las enseñanzas
del turismo. Mi maestro, amigo, consejero y director.
Son cientos las fotografías que tenemos junto a este
entrañable amigo que fuera para nosotros muestro padre intelectual y
filosófico. Los diez años que convivimos – de 1965 a 1975 – dentro de la
Escuela de Turismo de Tenerife, y del Centro de Estudios Turísticos de
Canarias, eran una prolongación de una amistad profunda nacida alrededor del
mundo del turismo, donde nos conocimos, nosotros como autores de la sección
TURISMO del diario La Tarde de Santa Cruz de Tenerife, y Leoncio como un
emprendedor profesor universitario, que junto a otros compañeros habían
construido un hotel en la zona costera de La Laguna, Bajamar. Desde allí llegó
a ser el presidente del Centro de Iniciativas y Turismo de aquella localidad,
con lo cual se convertía en uno de los pioneros del desarrollo del turismo de
Tenerife, fuera de las fronteras de Puerto de la Cruz. Eran los años sesenta
del pasado siglo.
Los cientos de alumnos que recorrieron en aquellos
memorables años nuestras aulas, guardan un imborrable recuerdo de este gran
hombre, de su amable y excelente trato, en ningún momento alterado, su bien modulada voz, como corresponde a un buen
profesor, y sus amplios conocimientos humanísticos todos ellos enfocados a
resaltar su importancia para aplicarlos al desarrollo del turismo que en
Canarias, y el mundo entero, comenzaba a ser un importante renglón en su
desarrollo socio-económico y político. “Don Leoncio”, como era conocido entre
todo el alumnado, era como un padre para ellos al igual que para nosotros.
Su sincera amistad y vastos conocimientos de la enseñanza,
fueron la puerta que se nos abrió cuando tuvimos que encontrar un Director
Técnico, para fundar esa escuela de turismo, que con su sabiduría, su
asesoramiento y su indiscutible entrega personal, se convirtió en un ejemplo en
toda España, como fue reconocida reiteradamente por las autoridades nacionales
en varios actos públicos, algunas de ellas como el Ministro de Información y
Turismo, Manuel Fraga Iribarne, el
subsecretario del mismo ministerio, Antonio-José García Rodríguez Acosta, o el
Director General de Empresas Turísticas, León Herrera Esteban, entre otros altos cargos. Leoncio tenía el
don de ser una persona que ejercía una gran atracción por su delicado y
ejemplar trato personal. Sin ningún género de dudas fue nuestro más admirado y
querido maestro.
Respetado y apreciado por todos sus compañeros de la
Universidad de La Laguna, involucró a sus más característicos catedráticos en
nuestra labor en la escuela de turismo, y por ella pasaros, eminentes
personajes como Jesús Hernández Perera, Luis Diego Cuscoy, Carmelo García
Cabrera, Cesáreo Tejedor, Telésforo Bravo… Todos respetados amigos de un hombre
que con su trabajo y su bonhomía se ganó en toda su vida los mejores aprecios.
En el campo internacional, su cartel como un profesor
turístico del más alto nivel, lo cimentó con sus primeras intervenciones en
Venezuela, cuya actividad supuso la invitación por la Corporación Nacional de
Turismo de Colombia, a hacer un amplio recorrido por el país, trasmitiendo unos
cursos de turismo, que tendrían más tarde su prolongación con extraordinario
éxito, en Sao Paulo y Río de Janeiro,
Brasil; y Asunción, Paraguay, algo que vamos a tratar de publicar en
nuestro Balcón de Venezuela, con algo más de extensión, con el fin de hacerle
un humilde y justo homenaje, a este personaje sabio amigo, de inolvidable
recuerdo para nosotros.
Su benemérito trabajo en la Escuela de Turismo de Tenerife,
le fue reconocido por el Estado Español, concediéndole la Medalla al Mérito
Turístico.
Descansa en paz querido amigo. Siempre estarás en nuestra
mente y en nuestro corazón.
Foto de Portada: Leoncio Afonso Pérez, entregando al
Secretario de Turismo del Estado de Sao Paulo, Brasil, Pedro de Magallahes
Padilla, un presente de la Isla de Tenerife, con nuestra presencia y la del rector
de la Universidad de Morumbi, Dr. Gabriel-Mario Rodrigues. Era el año 1973.
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