Rosario Valcárcel
Quintana
No sé si en algún lugar del mundo un poeta ha tenido un nieto como el
periodista José Rivero. Un hombre de corazón grande y generoso quien comprendió
que debía cultivar la memoria humana y literaria de su abuelo, Domingo Rivero,
que su obra debía ser publicada, leída y conocida. Porque él no podía permitir
que se apagara la voz del poeta, que cayera en el olvido o la desmemoria.
Y para ello rehabilitó un
piso en la calle Torres junto al precioso barrio arquitectónico de Triana. Una
calle que sigue siendo la misma que cuando el escritor deambulaba por ella. Un
piso que está construido sobre la casa que habitó el poeta hasta su
fallecimiento en 1929. Un escenario para
recitales liricos, teatro, cine y exposiciones de pintores, fotógrafos,
escultores, unos en plena madurez artística, y otros que se inician con
dignidad.
José Rivero se encontraba dispuesto a todo, quería crear una atmósfera para la reflexión, el debate y la utopía; para examinar la
cultura. Un espacio para la investigación y conservación en el que la poesía de
Domingo Rivero no permanezca paralizada. Un Museo auténtico, capaz de unificar
arte y vida, un punto de encuentro para un público amplio, para todos.
Durante algunos años, Luis y yo nos tropezábamos con Pepe Rivero, como
le llamamos, nos confió el proyecto del Museo que, tanto él como su esposa,
María Luisa Estévez, trabajaban con firmeza día a día, centímetro a centímetro.
Hablábamos de lo que hacíamos o pensábamos hacer cada uno de nosotros.
Mientras, él se negaba a los problemas que aparecían, a la tristeza de su
frágil salud. La procesión iba por dentro. Otras veces lo veía como avanzaba
pensativo como si las ideas se hubiesen apoderado de él o quizás reflexionaba
en aquella frase de Borges: “Siempre imaginé que el Paraíso sería algún tipo de
biblioteca”.
Y lo consiguieron. Hoy
el Museo Domingo Rivero cumple cinco años y da
cabida al legado integrado
por la biblioteca del escritor y de su esposa María de las Nieves del Castillo
Olivares y Fierro, a los recuerdos y objetos
personales, al olor de libros nuevos y viejos en una pequeña exposición donde la
poesía del poeta dialoga con las obras que se presentan en el abarrotado salón
del Museo. Un periodo corto pero fructífero.
Se cumplen cinco años
del Museo Domingo Rivero, una edad apreciable en el esfuerzo y el propósito de
la diversidad y la acogida. En el que gracias a la labor que realiza José
Rivero junto con Elisa Quintana han llevado a cabo un Taller de escritura
creativa que lleva el nombre del poeta, así como una exposición de caricaturas
sobre el poeta. La exposición por el Centenario de Shakespeare y Cervantes en
colaboración con el Grupo Filatélico en la que se mostraron libros de la
biblioteca personal del poeta, el sello de Domingo Rivero; la traducción al
inglés de una selección de poemas realizada por María de Mar Santana, y la
presentación de "De una poética de la escisión", por Antonio Puente.
Así como la presentación de "Tú, a tu cuerpo", de Victoria Oramas.
Una obra basada en el maravilloso soneto: “Yo, a mi cuerpo”.
¿Por qué no te he de amar, cuerpo en que vivo?/ ¿Por qué
con humildad no he de quererte, /si en ti fui niño y joven, y en ti arribo, /
viejo, a las tristes playas de la muerte?
Un poema que afirma
Eugenio Padorno que está considerado como una de las cimas líricas de la Poesía
Canaria. Y comienza Victoria Oramas a navegar por los mundos interiores del poeta,
en el oleaje de la fatalidad que le inundó la muerte de su hijo, Juan,
precisamente cuando se disponía a trabajar en la posibilidad de publicar una
selección de poemas que nunca llevo a cabo. La
muerte roe mi cuerpo con dentelladas finas, las cicatrices son frescas... Pero
he vivido, he vivido... y amo este cuerpo viejo…
Se cumplen cinco años
del Museo Domingo Rivero, un proyecto encomiable de Pepe Rivero junto con Elisa
Quintana. Una labor que al periodista, ajeno a los elogios y aplausos
personales, lo ha llenado de satisfacción y lo ha unido a su abuelo por el que
sentía una profunda admiración y con el que siempre se ha encontrado plenamente
identificado en lo político, personal y en lo poético.
Un Museo que la memoria
de Domingo Rivero merecía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario