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sábado, 22 de abril de 2017

PUERTO DE LA CRUZ POR LA SENDA CORRECTA

Lorenzo de Ara

La realidad es siempre una mala compañera de viaje para los demagogos que, metidos en política, usan la mentira para ganar votos y llevarse al bolsillo la confianza de los incautos. En el Puerto de la Cruz hay mucho mentiroso que representando a partidillos en la oposición quieren hacer creer a los vecinos que la ciudad está sumida en el apocalipsis zombi. Es tan grande el odio que experimentan hacia el adversario, -para ellos siempre enemigo-, que los datos positivos nunca son admitidos como veraces. El sectarismo y el cinismo hacen imposible hallar en ellos un resquicio de sensatez. Trabajan exclusivamente anhelando la ruina, el derrumbe y la negrura para el Puerto de la Cruz.

Si les preguntamos por la situación económica (El balance turístico del Puerto de la Cruz fue el mejor de toda la Isla el año pasado) responderán que no se debe al trabajo hecho desde la ciudad. Si les preguntamos por la colaboración estrecha y fructífera entre ayuntamiento y Cabildo, o sea, entre Lope Afonso y Carlos Alonso, gritarán que lo que existe es un vasallaje del primero hacia el segundo. Si les preguntamos por un gobierno que dialoga (El Ayuntamiento del Puerto de la Cruz alcanza un acuerdo con UGT en el conflicto del personal laboral) se parecerán a Kim Jong-un.Y así en todos los asuntos que, si bien no tapan los graves problemas que todavía aquejan a la ciudad, sí evidencian que la estabilidad política que ellos pretenden destruir a toda costa, es la herramienta fundamental en la que se sustenta el momento dulce que vive una ciudad crucial para el Valle de La  Orotava y verdadero corazón del norte de Tenerife.

Sí, es verdad, el Puerto de la Cruz ha tenido y tiene los enemigos en casa. Lope Afonso me cuenta que no va a caer en la provocación. Que no formará parte de la vieja política que algunos quieren seguir fomentando. El alcalde entiende, y acierta, que el Puerto de la Cruz recibe el apoyo y el interés de la inversión privada, entre otras razones, porque ya los medios de comunicación no sacan tajada de la política barriobajera de la que ha hecho gala el municipio durante muchos años.
Y hay medios de comunicación, afortunadamente, que están ejerciendo su labor con un rigor exquisito, sabedores de que el Puerto de la Cruz se la está jugando en este mandato histórico.

Por lo tanto, a los políticos locales que expectoran veneno, que transmiten lo peor de la política, que no quieren a la ciudad porque se despiertan todas las mañanas apeteciendo el caos, la decadencia y la confrontación, a esos políticos vulgares y ruines, pero también a ciudadanos que solo tienen ojos para observar lo malo y quejarse como plañideras, a ellos les digo que sobran. No digo que se aparten, pero sí que tienen que ser conscientes de que el nuevo Puerto de la Cruz no los necesita. Y en 2019, (fuera caretas), las urnas volverán a hablar. Y tú, y tú, y tú, ¡y ustedes!, serán de nuevo perdedores. Habrá triunfado el Puerto de la Cruz. Y la falsedad estará una vez más ocupando la fría y mísera oposición de los torpes.

P.D. Cuando un veterano profesional de la comunicación se lleva sorpresas agradables, lo que debe hacer es compartir la felicidad. He dicho en Gente Radio, empresa donde trabajo, que hay políticos en el ayuntamiento portuense que están mostrando la mejor cara del municipalismo. Víctor Cabo, Diana Mora, Ángel Montañés, incluso veteranos como Juan Carlos Marrero, Sandra Rodríguez (nunca se termina de aprender), pero también en la oposición hay ejemplo de que no todo está perdido. Emilio Fariña, concejal del Partido Socialista Obrero Español es un buen ejemplo de lo que yo delimito como servidor público llamado, si no lo queman as huestes, a desempañar una labor notable en la ciudad. Es crítico, y al mismo tiempo constructivo. Tiene profundas y arraigadas convicciones. Habla desde una verdad que no es absoluta y, por encima de todo, no tiene miedo a tender puentes. No sé si le hago un favor, o lo estoy haciendo un daño irreparable. Lo que sí sé es que Emilio Fariña merece mi respeto.

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