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sábado, 31 de octubre de 2015

EL ROTARY CLUB, UNA REALIDAD INCUESTIONABLE

Antonio-Pedro Tejera Reyes
“Siempre que tengamos la sensación de que ayudamos al prójimo estaremos desempeñando bien nuestro trabajo… tan inexorable como la Ley de la Gravedad” Eugenio Sol y Andrés Rocha, del Rotary Club de Puerto la Cruz, Venezuela. (1973)
ALUMBREMOS EL CAMINO CON SERVICIO
LA HISTORIA NO DE DETIENE
Una novela de Erle Stanley Gardner, hace referencia a un fiscal que le dice a su antagonista, el célebre personaje de ese autor, Perry Mason: “…cualquier cosa que podemos hace nosotros para que se sienta usted confortable, no tiene más que decirlo. Yo soy rotario.” (El Caso del Cadáver Fugitivo. Plaza & Janés, 1961. Pag. 102). Lo había dicho todo. Ser rotario es sentir, pensar y actuar así.
“Dar de sí, antes de pensar en sí” o “Servir es mi ocupación”  son consignas expandidas por el mundo, nacidas dentro del Rotary Club Internacional.
Volvemos a escribir sobre la labor de Rotary, inspirados en un artículo de opinión publicado en LA PROVINCIA, Las Palmas de Gran Canaria, Islas Canarias, por Juan Jesús Suárez, vicegobernador del Distrito 2001 de Rotary Internacional, España, que trata de la impresionante labor desarrollada por todos los rotarios del mundo que bajo el lema POLIOPLUS han conseguido erradicar esta terrible enfermedad en el 99% de los países del mundo.
De forma directa nos vimos comprometidos en esta ingente labor como directivo de varios clubs rotarios en Venezuela y Canarias, algo que tomamos con una muy especial dedicación quizás marcados por dolorosas experiencias juveniles afortunadamente superadas con el más brillante de los éxitos.
La campaña POLIOPLUS ha sido una de los éxitos más notables de Rotary Internacional, donde se ha puesto de manifiesto al poder de la mayor agrupación de servicio del mundo “fomentando la inteligencia, la buena voluntad y la paz entre las naciones, por el compañerismo de sus hombres y mujeres de negocios y profesionales, unidos en el ideal de servicios. “Por algo será que es la única ONG que tiene asiento en la Asamblea General de las Naciones Unidas.
UN CAMINO ALUMBRADO CON SERVICIO

Ante nosotros, dos tarjetas de Rotario Visitante, de los clubs Calle-Calle, Valdivia, Chile, y del Club Rotario de Managua, Nicaragua. Podíamos añadir algunas decenas más de América, donde no solo hemos sido visitantes sino que incluso hemos participado en sus programas como invitados especiales con nuestras conferencias, comunicaciones, etc., sobre vivencias rotarias, proyectos y actuaciones, en las cuales hemos sobresalido por el aspecto sumamente cultural que le hemos conferido a estas actividades. Cúcuta y Pasto, en Colombia, o Porlamar (Isla Margarita) y Puerto la Cruz, en Venezuela, han sido referentes de unos programas de incentivos para la juventud y para la valoración y  estímulo a la artesanía, algo que quisimos hacer llegar a la ciudad turística de Puerto de la Cruz en Tenerife (Canarias) y que se estrelló ante el desconocimiento y la prepotencia de políticos poco preparados para sus cargos, algo que la vida nos ha enseñado a soportar, tolerándolo forzosamente, pero de ninguna manera conforme con el daño que le hacen a la sociedad en su conjunto. Desde luego, gentes que no han tenido ni tienen nada que ver con los altos conceptos que inspiran los principios rotarios, que llegan hasta los mismos cimientos del turismo mundial con aquello de la comprensión y la paz entre las personas de todas las naciones del mundo.
Un camino alumbrado con servicio tiene que ser presidido por la paz, la justicia y la razón, donde debe prevalecer un estado de derecho que esté presente siempre en beneficio de las obras bien hechas, justas y necesarias, apartando aquellas otras acciones que estén dirigidas a perpetuar a entidades y personajes que por supuesto, no se ajustan a las normas rotarias, “Dar de sí antes de pensar en sí”. Muy al contrario, antes de fijar sus actuaciones piensan en sí, como principio y fin de la cosa.
Ejemplos y situaciones tenemos para escribir, no un libro, sino una enciclopedia, sin alejarnos mucho de los lugares donde hemos practicado los principios rotarios – hasta dentro de nuestra propia familia–no como decía mi llorado querido amigo Carlos de Irissarry, desde que nacimos; sino quizás desde que tenemos uso de razón.
 ROTARY LA ESPERANZA
En este acontecer de la vida moderna – por llamar este desbarajuste de alguna manera – la pérdida de los principios – si es que los han tenido alguna vez – de la mayoría de una sociedad extraña y caduca, para los que hemos pasado a la cuarta edad, ha afectado seriamente la convivencia familiar, ciudadana y social, alejándose de una manera ostensible de toda aquella filosofía que estudiamos alrededor de la Universidad para La Paz, de las Naciones Unidas, en sus místicas instalaciones primero, en Costa Rica, y en posteriores años, inmersos en sus exposiciones, experiencias y modelos, en las aulas de Tenerife, nos ha llevado a un mundo donde hemos visto desaparecer el respeto a la edad, a la familia, a la sociedad, al prójimo… Algo inaudito en los años sesenta-setenta del pasado siglo, donde para presentar el examen de ingreso a los estudios del bachillerato – así se llamaba entonces – asistimos, con diez años, vestidos con un paltó – como se dice en Venezuela – y con corbata… eso sí, con pantalón corto.
Rotary no puede ser una esperanza para recuperar esto. Tiene que ser una esperanza para hacerle entender a estas nuevas generaciones a digerir lo que esas “viejas generaciones” le han legado gracias a su trabajo, su inteligencia, su perseverancia y su visión de futuro.
 Lástima que no podamos hacer más, tarados por acciones imperialistas que el mundo no ha podido erradicar por la desmedida ambición de unos genes inmersos en personajes cuyas cunas no tuvieron nunca los principios de humildad y conocimiento necesarios para integrarse en un mundo mejor, donde prevaleciera eso: La paz, la justicia y la razón. El mundo del sentimiento y la acción rotaria.
*Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo.

Foto de Portada: Nuestro Distinguido colaborador Dr.  Antonio-Pedro Tejera Reyes   recibiendo en el año 2011. la “Pluma de Oro” del Rotary Club de Puerto de la Cruz, de manos de su presidente Manuel Alfonsín Fernández, como un premio especial a su dilatada trayectoria literaria destacando los valores de Rotary.

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