Rosario Valcárcel Quintana
La Purificación, grito para que la ablación sea solo un mal sueño
La Purificación, grito para que la ablación sea solo un mal sueño
Cómo
iba a imaginar que era la fiesta de mi Purificación
si era un ritual de regocijo, de danzas y cantos donde germinaba el pasado.
Tatuaron
mi cuerpecito de amarga henna,
invocaron al espíritu, batieron palmas.
El aire me agarraba de la mano.
Celebraban
la llegada de una media hechicera.
No podía entender el color de sus ojos centenarios
o si era amiga o enemiga.
No podía entender el color de sus ojos centenarios
o si era amiga o enemiga.
Cómo
iba a imaginar que era la fiesta de mi Purificación
si inundaron el silencio de risas, tambores y timbales.
El destino me trajo chillidos de hiena,
olor a ataúdes.
si inundaron el silencio de risas, tambores y timbales.
El destino me trajo chillidos de hiena,
olor a ataúdes.
Me
abrió la entrepierna a la sombra de un dátil
y con una vieja hoja de afeitar cortó la raíz de mi deseo.
Águilas y buitres revoloteaban enloquecidas al olor de la sangre,
y con una vieja hoja de afeitar cortó la raíz de mi deseo.
Águilas y buitres revoloteaban enloquecidas al olor de la sangre,
al rumor que evoca la muerte.
Cerré
los ojos e igual que un pájaro en una trampa,
aleteé como una loca, grité, lloré.
aleteé como una loca, grité, lloré.
-¡Aguanta,
aprieta los dientes o nunca encontrarás marido!
Castró mi sexo como a los burros del desierto,
colocó cerrojos a mis labios vivos.
Castró mi sexo como a los burros del desierto,
colocó cerrojos a mis labios vivos.
Convirtió
mi sonrisa inocente en una sonrisa macabra.
Desgarró la carne de mi alma.
Desgarró la carne de mi alma.
Cómo
iba a imaginar que era la fiesta de mi ablación,
que a mis ocho años una de las peores cosas de mi vida
había sucedido, “Himno a la vida”
que a mis ocho años una de las peores cosas de mi vida
había sucedido, “Himno a la vida”
LA ABLACIÓN O
MUTILACIÓN GENITAL FEMENINA
- Las escalofriantes cifras dicen que dos millones de niñas son sometidas
a esta brutal operación de la circuncisión, ablación, infibulación, mutilación
genital femenina, clitoridectomía…, cada año, lo cual se traduce en 6.000 nuevos
casos por día, cinco niñas por minuto menores de 15 años son sometidas a una
ablación o amputación del clítoris (suele practicarse a niñas entre 4 y 10 años
y entre sus consecuencias físicas inmediatas son las psicológicas que suelen
ser: angustia y nerviosismo, sentimientos de degradación, inferioridad y
vergüenza, frigidez, miedo a las relaciones sexuales-, se dan hemorragias, que
a veces llevan a la muerte, e infecciones diversas.
Y a largo plazo suelen aparecer dolores menstruales, quistes, tumores,
esterilidad, aflicciones al orinar y un aumento del riesgo de enfermedades de
transmisión sexual, entre las que se engloba el SIDA, sin olvidar que el 90 por
ciento de los niños que nacen muertos son hijos de mujeres mutiladas
genitalmente y que cada uno de cada cuatro hijos de estas mujeres nace con
anomalías.
Alrededor de 137 millones de mujeres en todo el mundo han sido mutiladas
genitalmente de esta manera en los últimos 50 años y que jamás disfrutarán de
un derecho placentero concedido al hombre: el sexo.
África no es el único territorio donde se realizan mutilaciones genitales
femeninas; también es una práctica común en algunos países de Oriente Medio.
Las cifras son escalofriantes. Según Unicef, la ablación es una práctica
frecuente en 25 países africanos, algunos de Oriente Medio y Asia: Somalia el
98 por ciento de mujeres sexualmente mutiladas. Egipto con un 97 por ciento
(actualmente prohíben la ablación de clítoris e imponen tres años de cárcel
para quienes lo practican) o Eritrea, Guinea (60 por ciento) y Etiopía con un
90 por ciento. En Eritrea, Sudán o Sierra Leona la sufren entre el 80 y el 95
por ciento. En Mali el 94 por ciento o en Burkina Faso un 70 por ciento.
Oriente Medio no se queda atrás: Yemén, Omán Bahrein, Pakistan e India se
suman a esta larga lista. La ablación femenina se practica entre las
comunidades de emigrantes también…
La mutilación genital corre a cargo de la buankisa, fanateca o comadrona,
una matrona experimentada a la que su “trabajo” le confiere un alto status
social. La “operación” suele llevarse a cabo en pésimas condiciones higiénicas
y sin ningún tipo de anestesia, y basta cualquier objeto punzante, un cuchillo,
una hoja de afeitar o incluso un cristal.
Por eso, hoy quiero gritar de nuevo por la defensa de los derechos
humanos de las mujeres. Derechos que son vulnerados por razones culturales,
políticas, religiosas… Y que atentan contra la dignidad y la salud de las
mujeres.
Blog-rosariovalcarcel.blogspot.com
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