Manuel
Hernández González
La
cerámica canaria es una de las herencias más notables de la huella de la
emigración canaria en Santo Domingo que ha pervivido hasta nuestros días. Sobre
su pervivencia en el pueblo cibaeño de Moca, de hondas raíces isleñas, hablamos
en nuestro libro Expansión fundacional y crecimiento en el norte dominicano
(1680-1795). El Cibao y la bahía de Samaná (Ediciones Idea, Tenerife,
2007).
El peso de los canarios dentro de los pobladores de Moca se hizo constar
en el expediente de erección de Puerto Plata, que reseña su establecimiento en
esa localidad del norte dominicano en estancias. Se puede apreciar también en
la pervivencia de sus técnicas, como acontece en la cerámica. De todos esos
centros alfareros de raíz isleña que se desarrollaron en el Santo Domingo
colonial han subsistido sólo los de Higüerito y Bonagua, enclavados en la
provincia Espaillat, entre Moca y Santiago, en
una comarca de notable influencia y arraigo de campesinos canarios en el
siglo XVIII. Lyonnet en 1800 ya destacó la tradición en tales producciones de
la comarca: “En toda la colonia se encuentra una tierra muy conveniente para la
alfarería, pero principalmente del lado del Cotui y de La Vega. Los habitantes
fabrican cazuelas tan delgadas como nuestros utensilios de cobre”. Como reseñan
José del Castillo y Manuel García Arévalo, la loza elaborada tenía una
finalidad eminentemente utilitaria y doméstica. Tal arraigo alcanzó que se difundió
por todo el país. Se auxiliaban de instrumentos tales como la paleta o cuchara
de higüero y un guijarro para alisar por frotación la superficie. Para producir
los recipientes de mayor dimensión como la tinaja o los potes se emplea el
montaje. Este consiste en agregar tiras o jirones de barrio que llaman bollos a
una base denominada cimiento que es previamente modelada sobre una tablita de
madera. Los bollos se van agregando al cimiento a medida de anillos
superpuestos hasta lograr el tamaño deseado, mientras se aplanan con los dedos
dándoles el espesor requerido. Luego se alisa le superficie y se completa la
forma del recipiente paleteándose con la cuchara del higüero que es mojada
constantemente mientras se use. La acción de alisar una tinaja exige capacidad
y dinamismo, es notable la simetría que se guarda en todos los diseños y
tamaños. Los recipientes elaborados por una o varias alfareras de la zona una
vez modelados, se retira la base se madera y se pone a secar a la sombra.
Cuando se halla ya bastante seca se rasga la superficie con el filo de la
cuchara de higüero para eliminar las
impurezas. Se le da forma oval al exterior de la base. Como último paso
se le aplica el recipiente con las manos por toda la superficie una tintura
obtenida al diluir en agua la arcilla acrosa denominada guaguarey. Se logra así
una solución de color mamey, con la cual se lustra vigorosamente todo el
recipiente con el pulidor.
Los recipientes son introducidos en hornos en forma de cúpula hechos de
tierra, que semejan los primitivos hornos de pan y poseen una capacidad
promedio de hasta 15 tinajas, que es la pieza más voluminosa fabricada. Después
de humedecidas las piezas de alfarería son puestas a enfriar para ser
introducidas en serones de guano acunadas con hojas de plátano y transportadas
a los lugares de venta. El horneo es la única actividad dentro del proceso de
elaboración en que puede intervenir el hombre, ya que la alfarería es un
trabajo exclusivamente femenino. La tipología de los útiles elaborados es el
burén para tostar al fuego la yuca rayada para la elaboración del casabe, las
ollas, los platos, las cazuelas, las potizas con asa o sin ella y la
tinaja. Aunque los autores desconocen su
origen y lo califican por un lado en cuanto al horno de hispánico y en cuanto
al trabajo de las mujeres de herencia indígena, no cabe duda que la técnica es
genuinamente de procedencia canaria como se puede apreciar. Se emplea hasta el
mismo término, el bollo. El proceso de elaboración es idéntico. Los recipientes
empleados son los mismos de Canarias, con la excepción del burén, empleado en
la cocción de la yuca, pero lógicamente era debido a que no era cultivada en
Canarias. Sin embargo, los campesinos canarios se adaptaron a ella y a su
cultivo y alimentación que en Venezuela no hubo ningún campesino canario que
entre sus utillajes no tuviese un rayador de yuca para elaborar casabe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario