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miércoles, 21 de octubre de 2015

EL FUTBOL Y LA RACANERÍA DE LA TELE DE PAGO



Evaristo Fuentes Melián

Cuando yo era un niño había una dulcería frente a la casa donde nací. Desde mi ventana se veía la entrada a la dulcería, y una vez vi a un chico que fue a comprar unos rosquetes edulcorados con un exquisito almíbar. Su madre le había dado la orden de que le trajera los hermosos rosquetes intactos, que no probara ni uno. Entonces el chico, mientras caminaba hacia su domicilio después de haber recibido el cucurucho de papel de estraza con una docena de hermosos rosquetes almibarados, no pudo contener la tentación y, pensando que su madre no iba a darse cuenta, fue chupando parsimoniosamente cada uno de los rosquetes y depositándolos luego dentro del cucurucho como si nada hubiera pasado. No probó ni mordió los rosquetes, pero con sus lametazos dejó reducido a casi nada el delicioso almíbar.

Viene bien este cuento para compararlo al menos parcialmente con la tele de pago que se apropia descaradamente y encarece la retransmisión de casi todos los partidos de más interés para los aficionados al futbol. De ese modo cortapisa su visión  a los televidentes  de inferior poder adquisitivo que no tienen tele de pago. Y veo, con lágrimas en los ojos, que en el telediario de la tele pública, inmediatamente después de cada partido, dan  la noticia del resultado pero ‘esconden’ sistemáticamente las imágenes aunque solo sean los goles. Por eso me acordé del niño de los rosquetes y los lametones al almíbar, y lo comparo por contraste con la tele de pago, que codifica y ni siquiera deja ver los goles de inmediato a los que no pueden pagarla, goles que son el equivalente al almíbar de los rosquetes del chico del cuento. Qué pena me está dando está mal llamada democracia, en la que a mi parecer debiera haber alguien –el parlamento o el gobierno —que legisle o dicte normas que impidan tajantemente que las teles de pago lleguen a estos extremos de racanería mezquina,  usurera y ramplona.


                        Espectador

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