Isidro
Pérez Brito
(EL
MARQUÉS)
Su
infancia transcurrió por el ingenio y la picardía de unos tiempos de inmensa
carestía.
La
influencia de su abuela marcó el caminito que desde pequeño eligió sin saberlo,
lleno de conocimiento y respeto basado en la propia tierra.
Doña
Juana la Madroñera, la buena curandera, nunca escondió al nieto su sabiduría.
Salía
cada semana en busca de las yerbitas junto a él, subiendo barrancos, bajando
veredas, recolectando las matitas con sus hojas, sus flores y raíces, que
debidamente tratadas sanaban desde una erisipela hasta un mal de estómago.
Don
Manuel fue un niño de su tiempo, pelotas de badana y dedos rotos, curioso
aventurero de pies descalzos que le echaba imaginación a las penurias
gastronómicas, usando a veces el bastón del abuelo para jalar las sabrosas
manzanas encerradas para la ocasión en el cuarto de aperos y agenciarse unos
cuantos kilos, afanando con nocturnidad y alevosía los frutos prohibidos del
agro Edén.
Esas
cholas nunca pagadas de la Montaña, que tras probarse le dieron tan fuerte
retortijón de barriga, tirándose al suelo ante el asustado ventero a quien le
dijo que la única manera de apaciguar tremenda molestia era corriendo,… y vaya
si corrió, porque nunca volvió a recoger las lonas viejas y mucho menos a
pagarle las nuevas.
-“Cosas
de chicos”, decía con cierto aire de culpabilidad.
Desde
su Palo Blanco natal y su Piñera del alma , nos aconsejó sobre el uso de las
yerbitas canarias : El oroval para la barriga y las úlceras de estómago , el
culantrillo para la resaca , la hierba luisa para los nervios ( sin mucho abuso
por parte de los hombres , ya que afloja los bajos) , la tonática para el
corazón y el cáncer , las hojas del nogal para sus partes, el poleo para el
gripón y para la piel el áloe vera o la penquita , como la llamaba
doña Juana . Estas son entre otras las matitas que nos recomendó en su apartado
en el programa de Radio Realejos Norte, Despertar Canario.
….Y
aunque no lo veamos yo sé que está ahí , cuando llego en la mañana temprano y
me parece escuchar como tienta con las manos la fruta de su puesto , separando
la que ya no está bien de las mejores para que sus clientes se lleven . Y luego cuando siento su presencia al lado
mío en “Tamaragua”, un día sí y el otro también.
Yo
no olvido amigo que tú eres lo más grande para todos nosotros, y aunque no
estés físicamente, espero que desde el cielo, sigas ocupando el lugar que te
corresponde, esa silla de la radio, como esa otra que tendrás para siempre en
nuestros corazones, con esa sonrisa siempre afable de pillín, esa que mostrabas
ampliamente cuando decías uno de tus cuentos que tanto nos hacían reír los
miércoles o los sábados por la mañana con tu gran amigo Ramón García desde la
Sabinosa querida de la isla de El Hierro.
Alguien
me dijo un día que parecía el lazarillo del Marqués, siempre dejando mi brazo
para que él lo agarrara, pero en realidad era al contrario. Manolo nos hizo ver
a todos muchas cosas que a pesar de tener ojos no percibíamos, quizás porque él
las veía con el alma, como dice Ramón.
Siempre
nos trató con delicadeza, no hizo distinciones con nadie, terminando sus
intervenciones con un gesto de modestia muy poco frecuente: “-…perdónenme
ustedes si en algo he ofendido, pero esa no era mi intención”.
Pronto
nos acostumbramos mi querida esposa Goretty y yo a la suave manera de hablarnos, a su forma
tan atenta de escuchar a Lali, Isidro, Ramón, Agomar , Natividad, Rosa, Diego,
Julia, Jesús, Petra, Agustín, Pepe, Juan, etc. …, todos ellos integrantes de
una idea común: el conocimiento y el amor a los valores de nuestra tierra
canaria y su gente.
Nunca
le dije que lo quería como a un padre, ni le di suficientes veces las gracias
por los consejos que me dio. Por eso a través de este ramo de palabras como
rosas rojas del más puro color, quiero decirle a ese caballero socialista de
los de verdad, que sus palabras nunca morirán porque siempre estarán en la
memoria de los suyos, de sus amigos, de su querida esposa e hijos.
…Todos
los recuerdos se arremolinarán en torno a nuestras vidas para con el hálito de
tu voz repetida, saltar a la eternidad y encontrarte en ese alisio viajero,
convertirte en lluvia horizontal o naufragar entre cangrejos ciegos o jameítos
en el océano límpido de los corazones de los que rezando por ti estamos…
Porque
siempre vivirás en nosotros amigo Marqués. Su querida amiga Lali González le
dedicó estas sentidas palabras.
El Marqués era especial;
siempre
con su sonrisa puesta.
Sus
chistes y ocurrencias,
sus
voladas y buen humor,
compartidas
desde El Hierro
con
su gran amigo Ramón.
Foro
de sabiduría que sólo,
retiene
la gente mayor.
Para
ayudar al prójimo
estaba
siempre dispuesto,
explicaba
sus remedios
para
los males calmar,
y
si esto no les aliviaba,
al
médico a consultar.
Yo
entiendo sólo de hierbas,
el
médico tiene que curar.
Terminaba
sus tertulias
diciendo
siempre lo mismo:
“Perdónenme
por favor
si
en algo he ofendido”.
Isidro
sonriente contestaba,
“no
se preocupe don Manuel
que
por decir la verdad
nadie
se puede ofender”.
Te
fuiste querido amigo,
lo
hiciste sin avisar,
los
que aquí quedamos
no
te vamos a olvidar,
porque
Manuel el Marqués,
…eres
un ser muy especial.
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