Antonio-Pedro
Tejera Reyes
Cuesta
mucho serenarse, ante la realidad que nos está tocando vivir con los
terroristas metidos hasta debajo de las camas. Ataques como estos de Barcelona
y Cambrils, están en la mente de toda una larga cantidad de sujetos que son
entrenados desde su más tierna edad para cumplir una misión que se les inculca
profundamente en sus mentes.
No
sabemos si alguien piensa en serio que, con discursos retóricos,
manifestaciones, duelos, misas y miles de policías dispersos por todos lados,
se podrá contener esta oleada de crímenes que estamos presenciando ahora cada
día, y que se incrementan sin cesar debido a ese entrenamiento concienzudo y
feroz a que se somete a una población desorientada sobre lo que significa la
paz de toda una comunidad mundial. Cuesta mucho entender lo mal que se está
gestionando el sistema para parar estos increíbles atentados donde mueren
inocentes y otros quedan señalados de por vida, sin nada que lo pueda ya
remediar.
Los
días y las horas que pasamos en la Universidad para La Paz, estudiando como
incorporar a los estudios del turismo los señalamientos de una cultura de paz,
nos llevaban una y otra vez, al mismo lugar indicándonos que la solución de un
mundo en paz, está en la enseñanza y el conocimiento.
Fueron
momentos culminantes que recordamos emocionados cuando vimos que había personas
que estaban convencidas de esta realidad y que trabajaban a nivel mundial por
conseguir unos resultados acordes con los principios humanos del respeto, la
dignidad, la comprensión y la honradez, para convivir en paz con toda la
comunidad mundial.
En
una conferencia ofrecida por nosotros en la isla de Tenerife, Canarias, en el
año 2001 (Hotel Botánico, Rotary Club de Puerto de la Cruz) la insigne
profesora francesa Marie Laure Lemineur, de la citada Universidad para La Paz,
contestó con todo acierto una pregunta de uno de los asistentes cuando le
señaló que porqué no le daba esa conferencia a los de la banda terrorista
española ETA.
Su
respuesta no pudo ser más clara ni concreta: cuando un personaje ha llegado a
un grado de prostitución irrecuperable, de nada valen las palabras, los
ejemplos, o los castigos. El mal hay que atacarlo desde un principio. En este
caso concreto del terrorismo: desde las escuelas primarias.
Marie
Laure Lemineur, intervenía en un programa de maestría turística –
lamentablemente abortado por el desconocimiento, la mala fe y la injusticia –
donde ya se incluía la cultura de la paz como un elemento indispensable para la
convivencia mundial.
Estamos
ante un problema de complicada solución, en el cual los esfuerzos de muchas
personas buenas se pierden ante la realidad del poder económico que gobierna el
mundo No es la política precisamente la causante de todo este mal que
padecemos, es ese poder económico que la mueve el responsable, como estamos
presenciando ahora todos los días del año.
Los
esfuerzos de aquellos dirigentes por expandir esa Universidad para La Paz, por
el mundo entero, se estrellaron ante ese potente poder dejándonos con la miel
en los labios, como se dice vulgarmente, cuando tuvimos la oportunidad de crear
una delegación de la citada universidad en la isla de Tenerife, con el
antecedente de que ya se había inaugurado otra en Montevideo, y cuando teníamos
unos apoyos importantes de mucha gente de bien de la isla, desde políticos muy
capacitados, hasta empresarios y profesionales prestigiosos de inmaculados
currículos. La ignorancia, el desconocimiento, la envidia – hay que decirlo
todo – y la injusticia, hicieron todo lo posible por acabar con el proyecto,
ante la pasividad de quienes pudieron apoyarlo contra viento y marea, empleando
también términos coloquiales de uso popular para que se nos entienda bien.
Hoy,
ante los dramáticos sucesos ocurridos en Cataluña, tenemos que volver a
insistir en aquellos estudios que nos llevaban a entender que la solución para
acabar con el terrorismo está en una labor de apostolado emprendido en las
raíces de sus orígenes con unos contingentes humanos de maestros que se
integren en sus escuelas primarias, enseñando a vivir en paz a los niños desde
que comiencen a tener uso de razón. No hay otra fórmula. Todo lo demás es poner
parches y perder el tiempo.
Unas
brigadas internacionales de profesionales de la enseñanza, adecuadamente
preparados, deben de integrarse en esa monumental operación mundial en la cual
se deberá contar con todo el apoyo de las Naciones Unidas y todos sus
organismos dependientes. Una operación que tiene que realizarse a la mayor
brevedad y con el máximo compromiso, lo cual no parece difícil con una
generación en la cual existen miles de jóvenes sin trabajo en todo el mundo,
que estamos seguros apoyarían esta iniciativa con la mayor ilusión, pues se
trata de expandir la enseñanza de la paz, el trabajo, la honradez y la
honestidad.
Los
días y los miles de horas que hemos dedicado a este somero estudio, nos impulsa
a seguir divulgando esta idea, nacida, como decimos, en esa Universidad para La
Paz, en unos momentos en los que sus dirigentes veían con claridad cómo se
podía conseguir un mundo en paz, transformado la especulación y la fabricación
de armas de guerra, en un apoyo económico sin límites, a la enseñanza de la
cultura de la paz, con lo cual se conseguiría ese mundo idealizado en el cual
queremos todos vivir.
Con
retórica, minutos de silencio y misas cristianas de duelo, no se va a conseguir
absolutamente nada.
*Del
Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo, de las Naciones
Unidas.
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