Javier
Lima Estévez
Para
el conocimiento del siglo XIX en nuestro archipiélago, encontramos una
referencia de notable interés en el estudio desarrollado por el político
español, Pascual Madoz (1806-1870) y publicado bajo el título Diccionario
geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar.
En
tal aporte, se incluyen algunas consideraciones de notable interés para el
conocimiento desde un punto de vista geográfico e histórico de Los Realejos en
pleno siglo XIX. Una población dividida en dos núcleos hasta mediados del siglo
XX: Realejo Alto y Realejo Bajo. En torno al primer lugar señala como en el Realejo
de Abajo se distribuían 600 casas, incluyendo tal recuento los pagos de la
Rambla, Icod el Alto y Tigaiga. Al mismo tiempo señala una escuela de 46 niños,
ofreciendo datos sobre la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción como un
espacio religioso “servido por 2 beneficiados curados, de real provisión y 2
presbíteros”. Asimismo registra diversas ermitas incluyendo dentro de esa
relación Nuestra Señora del Buen Viaje, en Icod el Alto; San Vicente, en el
barrio del mismo nombres; San Pedro, en el pago de la Rambla; Nuestra Señora
del Socorro, en lo que denomina como el mismo pago; la Concepción, en el núcleo
de Tigaiga y San Sebastián. Dentro del mismo límite realejero se encontraría el
convento de monjas recoletas, concretamente en el núcleo de San Agustín, siendo
un espacio que, además, sería sede del ayuntamiento, la escuela e incluso la
cárcel. Aporta también Madoz algunos detalles respecto a los límites
jurisdiccionales del Realejo de Abajo y su extensión. En cuanto al plano
económico destaca las características de un terreno dominado por ser de secano,
así como las limitaciones en el apartado del agua. En cuanto al estado de los
caminos expone su estado regular y para la correspondencia añade que los
vecinos reciben la misma en la estafeta de La Orotava, concretamente los
domingos y jueves, mientras sale los lunes y viernes. En cuanto a la producción
añade la producción de diversas clases de frutas y verduras. Todo ello ante una
población de 553 vecinos que daría lugar a 2.337 almas.
En
cuanto al Realejo de Arriba, matiza su situación “en un plano inclinado al pie
de una elevada cordillera que se desprende del Teide; está bien ventilado
combatiéndole particularmente los vientos NE y S”. De las características de su
clima anuncia su carácter de benignidad. En cuanto al número de casas registra
un total de 685, así como un pósito, dos escuelas gratuitas y una pública, y la
presencia de una cárcel. De la Iglesia de Santiago Apóstol añade que “sería
servida por 2 beneficiados curados, 4 presbíteros y 2 tonsurados”, así como
siete ermitas que serían distribuidas a lo largo del término en los Pagos de
Las Rosas, La Cruz Santa, La Carrera, La Zamora, La Montañeta y La Gorvorana.
Destaca del lugar las características de abundante agua, “que atraviesan por el
pueblo de que se surten los vecinos para sus usos domésticos”.
Por otra parte,
se definen los límites jurisdiccionales del término. De las características del
terreno describe que la mayor parte del mismo es de secano, con abundante
presencia de “montes poblados de brezos, hayas y retamas, de que se proveen los
vecinos y los del Puerto de la Cruz”. Al igual que en el Realejo de Abajo,
añade el estado regular de los caminos y las mismas características en cuanto a
la recepción del correo en la estafeta de La Orotava. En cuanto a la población
registraría 796 vecinos, que equivaldrían a 3.365 almas.
Son,
pues, algunos detalles del núcleo de Los Realejos en la obra de Madoz. Datos
para valorar y continuar en la senda del conocimiento y la difusión de la
trayectoria histórica de tal núcleo tinerfeño.
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