Teresa
González
Unicornio
salvaje
retozando
mis aguas con sus aguas
que
espinaron la pureza
de
mi pelaje desigual
Fui
blanco
lienzo puro
ciego
en su postiza sonrisa
que
brilló su negro con el tiempo
Fui
unicornio
obediente
al
llamado de la piel,
y
esclavo en la muñeca de su mano
estrujando
mis estrellas
que
además rasgaron su vida…
Fui
unicornio
que amó,
soñó
y se durmió
en
su utopía rutinaria
arremetida
por el látigo del tiempo…
reviviendo
mis luceros,
dragones
de fuego
que
derritieron las cadenas
de
su oscuro corazón
Y así fui
unicornio
fiel a la supervivencia
salvaje
de los años
Y más no fui
unicornio
inmaculado
blanco
lienzo puro ingenuo…
Para ser
un
unicornio salvajemente liberado,
¡feliz!,
que
corre desnudo por la selva
alfombrando
por siempre mis pies.
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