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martes, 15 de agosto de 2017

OBLIGACIONES Y DERECHOS

Rogelio López Rosales

Respecto a 1 la fuente de Derechos, no sólo del Derecho de Propiedad, en las sociedades más avanzadas del mundo, no es los legisladores, sino la soberanía popular. En las sociedades "calvinistas", se produjo durante los s. XVI y XVII, las reformas que condujeron a subordinar el derecho, incluido el de la propiedad, al interés común y a una soberanía popular real. Y por lo tanto se fundan los grandes Estados actuales de Europa, el Reino Unido de Cromwell, que antes no existía como tal, y los Estados Unidos de los Padres fundadores, en la preeminencia del interés general sobre el individual. Lo cual fue una "vacuna" contra los movimientos revolucionarios violentos de los s. XVIII y XIX, hasta llegar a la Primera Guerra Mundial, en la que desaparecen las monarquías con "derecho divino" a gobernar en Europa. El caso de los Habsburgo, de los zares y de los sultanes turcos.

El derecho a la propiedad, se restringe curiosamente en los países más capitalistas liberales del mundo, subordinado al interés común. El sistema impositivo suizo, británico de Estados Unidos etc., se concibe para afianzar esta subordinación.

En España, entiendo que no entiendas lo anterior, valga la redundancia, nunca llegó, ni remotamente, las reformas de Calvino y Zwinglo, las de Cromwell, los escritos de los positivistas como Hume Locke o Berkeley o las aportaciones a la independencia de Estados Unidos y al liberalismo de Paine y Tocqueville, ambos fundamentales para entender a las naciones más avanzadas del mundo. En esta línea de pensamiento, y hasta hace poco, se quemaba o se perseguía a quien exponía estas ideas. Mendizábal fue un ejemplo, entre algunos otros. Quizás España e Iberoamérica no tienen lecciones que dar en el desarrollo de la soberanía popular y los derechos fundamentales, para garantizar una convivencia que mejore sus sociedades.

Podríamos seguir comentando sobre la cuestión. En esencia los derechos en las sociedades más avanzadas y libres proviene de la soberanía popular y ésta tiene su origen religioso en la potestad divina de poseer absolutamente todo, pero darse al Ser Humano para que lo mantenga, lo preserve y lo mejore, como dice la Biblia. Es el origen religioso de las sociedades anglosajonas y reformistas de los s. XVI y XVII.

Respecto a 2 no estamos a mi entender, comentando sobre el origen jurídico de los derechos y obligaciones, sino sobre el social.

La convivencia social es regulada por Leyes y las Leyes, las más fundamentales, pueden regular antes derechos que obligaciones o viceversa. Por ejemplo, la Constitución española regula antes el derecho universal a la educación, al trabajo y a la vivienda, que las obligaciones que conllevan acceder a esos derechos.

En el Derecho anglosajón, apenas hay Leyes Fundamentales, tampoco, por ejemplo, en Suiza, o bien son mínimas, ejemplo la "Declaración de Derechos" de Thomas Jefferson y sus colegas... ¿Por qué? La soberanía popular, derivada del poder divino, ante todo, no requiere de una lista de derechos y obligaciones, sino de la identidad de la Nación con el Estado, asumiendo que la Sociedad-Nación es anterior al Estado y es depositaria de esa soberanía. Mientras que el Estado y sus Organismos representativos están al servicio de esa Sociedad identificada como soberana. Por ello en las elecciones, entre otros muchos ejemplos, no se designan los gobernantes de los partidos, sino más bien personas que pertenecen a partidos políticos. La responsabilidad del gobernante es personal, no es la colectiva del partido al que pertenece.

España, obviamente está a "años luz" de estas concepciones políticas.

Respecto a 3 a. Es falso lo que dices. La sociedad no sólo actúa, sino que es anterior en sus actuaciones a aquéllas reguladas por las Leyes. Es decir, la convivencia social es anterior a las Leyes que la regulan. Aunque esa convivencia consista, como siempre sucede en las sociedades jerarquizadas (las musulmanas, por ejemplo) en agredirse o matarse entre ellos. Precisamente por la lucha por el poder. Las relaciones sociales son por tanto más importantes que las personas individuales. Y eso no es colectivismo. Por ejemplo, Israel, es una Nación-Comunidad (no es lo mismo ambas) milenaria, hasta 1948 sin Estado. Por ejemplo, España, es un Estado desde 1492, pero es difícil precisar si los miembros de su sociedad quieren o no vivir pacíficamente juntos. Los sucesivos conflictos y guerras lo atestiguan. Sin embargo, los suizos, holandeses, británicos desde Cromwell o norteamericanos desde la guerra civil antiesclavista, no han tenido grandes conflictos internos y han sobrevivido bastante bien al colectivismo, al comunismo y a diversos "ismos".

b. El Marginalismo está relacionado con teorías económicas difíciles por prolijas de explicar aquí. Pero una visión marginalista de la sociología está más relacionada con Malthus y con Marx que con los principios liberales anglosajones, que evidentemente sustento.

c. En España, desde luego no. En el pensamiento liberal anglosajón, no sólo no son engañosos, sino imprescindibles.

Respecto a 4. Precisamente esta pregunta es un falso dilema y no tiene respuesta. La única entre las demás.

¿Por qué? El dilema real es entre valor de la producción (y producción de valor) y consumo.

Doy un ejemplo, Taiwán Corea del Sur, Singapur, Hong Kong y Macao son países y territorios que en 25 años han revolucionado su producción, llevando su consumo de manera masiva a incrementar el nivel de formación de su gente. La diferencia esencial es el enorme esfuerzo educativo en la dirección correcta, que han sostenido esos años. Su consumo se ha dirigido a "asegurar su futuro" y hoy lo han conseguido. Hoy también su producción es de un alto valor tecnológico y de servicios de alto valor añadido.

La calidad queridos amigos, esta vez obtenida impulsando el nivel educativo, siempre fue mucho más importante que la cantidad.

Por lo tanto, hay que buscar la calidad en un mejor futuro trabajándolo hoy, más que producir lo que hoy se va a consumir sin mejorarlo. Asegurar el futuro hoy, antes que reparar el pasado, sobre el que ya no se puede hacer nada, es el verdadero dilema de la producción y el consumo.

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