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sábado, 26 de agosto de 2017

ACABAMIENTO

Lorenzo de Ara

Me van a tener que perdonar, pero si escribo es porque no tengo otra cosa mejor que hacer. Ya sé, no me griten, que podría leer, ver una buena serie, salir a patear por este Valle, bajar a mi muelle y pegarme un baño, quedar con algunos amigos (¡yo no tengo amigos, cojones!) y hablar y escuchar (sobre todo escuchar). Pero no me apetece nada. Inapetencia. Una vaciedad absoluta. Con decirles que me importa un huevo la manifestación de hoy sábado en Barcelona. Y me importa otro huevo (ya van dos) si al Rey le hacen una encerrona.

Escribo para cumplir.

Ayer viernes, leyendo al hijoputa de Borges (él me quito las ganas de ser escritor), creo que nació de nuevo en mí esa sensación que tuve allá por la década de los 80, a mediados, mientras vagabundeaba por Madrid y Toledo. Es una sensación de acabamiento. ¿Pasotismo? No, qué va. Es mucho más hondo.

Con esa sensación de acabamiento me pasé dos años en la capital de España y los fines de semana en Toledo. Pasando hambre y recibiendo el no por respuesta en todas las casas y bares. Nada de lo que escribía tenía interés. ¡Qué malo era todo, por Dios!

Un escritor que hoy disfruta del aplauso de la crítica y también es querido por los lectores (¿cómo serán los lectores?, yo no los conozco), me dijo una tarde, por fuera de la casa: ”Oye, canario, ¿por qué no aprendes a hacerte una paja con la mano izquierda y haces algo de provecho en esta vida?”. Y me cerró la puerta.

Hoy necesito buscar sinónimos de pluradidad, vale: diversidad, variedad, multiplicidad, abundancia; ¡guay del Paraguay!

Un humilde consejo. A los que escriben: si todavía, por suerte, no han leído a Borges, no lo hagan. Es un asesino sin piedad. Lean a Juan Cruz si quieren seguir escribiendo. No necesitarán oxígeno para pisar ese sequedal.

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