Antonio-Pedro Tejera Reyes.
Conocí a Melecio, gracias a
nuestro común amigo Paco, que tenía su restaurante un poco más abajo de la
librería de Melecio, casi frente al Jardín Botánico a la entrada de Puerto de
la Cruz.
Nuestro tema de relación
estaba centrado en las colaboraciones que ambos prestábamos a el “desaparecido”
periódico El Día. Nos deleitábamos contando los pasajes del nacimiento
turístico de Puerto de la Cruz, de cuya vida e historia Melecio es una
auténtica enciclopedia viviente. No debe haber muchas personas que lleguen a
emular a este hombre, en sus conocimientos de una ciudad que ama profundamente.
De infatigable constancia en
presentarnos las mejores estampas de su pueblo, pasamos muchas horas de
agradable convivencia recordando las fotografías de Imeldo Bello, las curiosas
anécdotas de D. Isidoro Luz, las andanzas de Manolito Rojas, o los atrevidos
proyecto del célebre Gilber pionero de las piscinas sobre la lava que circunda
toda la costa de la ciudad con su inolvidable piscina-sala de fiestas ¿Discoteca?
Lido San Telmo.
En esos años, en que
fundamos la primera Escuela de Turismo que tuvo Puerto de la Cruz, disfrutamos
de la especial colaboración del amigo Melecio dentro de un programa participativo
en el cual fue uno de nuestros principales asesores, cuando proyectamos erigir
un centro cívico-social para integrar turistas-población nativa, en el triste
proyecto que sigue así de utópico, en el litoral de la ciudad.
Melecio con su sabiduría y
benemérito ideal de servicio, presidió algunas reuniones con un selecto grupo
de alumnos de esa inolvidable escuela, donde se planteó el desarrollo de ese
centro cívico tan necesario como sigue siéndolo hoy, que Puerto de la Cruz
necesita. Este fue otro de nuestros imborrables encuentros con Melecio, que hoy
sigue muy presente en nuestra memoria.
Este era el Puerto de la Cruz, que existía en 1960, según la guía turística que publicaríamos en Seix y Barrall, de Barcelona, y que constituyó todo un auténtico.
éxito.
Sus documentados escritos elaborados con una prosa sencilla llena de matices propios de su excelente memoria, los tenemos perfectamente archivados en ese decidido afán nuestro de conservar todo lo valioso relacionado con la historia de Canarias, en especial, en este caso, de mi querido Puerto de la Cruz, donde tanto he podido aportar con mi trabajo, desde el día que publiqué mi primera guía turística de la ciudad, allá por el año 1960 del pasado siglo.
Impenitente admirador de
Melecio, al articulo publicado recientemente por José Peraza y la mención que
hace de este ilustre personaje, me han llamado a presentar estas líneas como un
homenaje más que merecido, a la amistad que Melecio respira por todos sus
poros, hacia todos sus semejantes.
¡Salud querido amigo! ¡Mucha
salud! Gracias por tus enseñanzas.
No lo olvido: Servir es mi
ocupación.
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