Salvador García Llanos
Presumimos, decíamos, nos ufanábamos de gozar del mejor clima del mundo.
Incluso, dentro de cada isla, las tendencias diferenciadoras de cada municipio,
de cada rincón. Miren por donde, la Cumbre del Clima de Madrid (COP 25) ha
venido a consagrar tal apreciación al ser elegido el archipiélago lugar de
excelencia contra el cambio climático por Naciones Unidas (ONU).
La reunión
será recordada, entre otras cosas, por el fenómeno de la sueca Greta Thunberg y
por esta decisión de rango internacional, que es un hecho positivo para
Canarias y para España al considerarse un paso firme hacia la sostenibilidad en
las islas.
El asunto, ahora, es esmerarse en el cumplimiento de aquellas medidas que,
desde aquí, contribuyan a mejorar las condiciones de vida en nuestro entorno y
en todo el planeta. La reacción popular al fenómeno del cambio climático es de
mayor conciencia, sobre todo, entre estudiantes y generaciones más jóvenes. El
debate sobre la existencia o no o sobre las dimensiones del cambio climático
deja paso a acuerdos como el de París o a esta cumbre de Madrid que obligan a
los gobiernos a la adopción de medidas que, teóricamente, se orientan a impedir
una seria complicación en el modus vivendi. Está claro que este es un
hecho que nos afecta a todos, luego todos hemos de ser consecuentes. Se lee y
se escucha que aún hay tiempo para salvar, recomponer y reconducir los daños
más palpables. Cuestión de sensibilidad, de sentirnos responsables: tan solo
ese eslógan, No hay planeta B, esgrimido por los propios estudiantes en
sus manifestaciones, es lo suficientemente elocuente como para no permanecer
indiferentes.
Confiemos, pues, en que ese Observatorio contra el Cambio Climático en
nuestro país, con sede en Canarias, si se confirma, sea un hecho positivo desde
el que promover, investigar y ejecutar acciones beneficiosas que, además,
tengan la base de nuestras condiciones naturales (sol, viento, mar) para
profundizar en el desarrollo de energías renovables. Los desafíos de la
sostenibilidad en las islas son importantes, algunos inaplazables. El ascenso
del nivel del mar, la deforestación, los riesgos de incendios forestales, entre
otros factores interconectados, requieren de soluciones que han de reflejarse
en el objetivo de ser un territorio cien por cien sostenible en el horizonte de
los próximos treinta años.
Si es que queremos, sin bromas, seguir presumiendo del mejor clima del
mundo.
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