Antonio Pastor A*
Conciencia ecológica. Decía el artículo
que, algunos de nosotros, no habremos recibido educación medioambiental.
Conocimos la ecología como si una mano de barniz pasara por los planes de
educación, y donde sí estaba contenida la “ética de los valores”, o los valores
éticos en las personas, olvidada en nuestra y en muchas sociedades.
Rescatados en estos momentos, por las
más importantes universidades a fin de que los futuros empresarios y ejecutivos
actúen con el rigor, la cordura, el compromiso y responsabilidad que les exige
la sociedad, regresando a los valores que comportan.
En cuanto a acierta declaración
medioambiental de la que ya los lectores deberían estar informados, los
canarios aún no sabemos en qué consiste, si es que existe. Tal vez el
responsable desconoce que esta información es para el pueblo. Sensibilizándolo
con una fuerte campaña de mentalización sobre las actitudes que harán cambiar,
paulatinamente, la cultura del ciudadano en beneficio de nuestro entorno
medioambiental.
¿Cuándo empezaremos con el reciclaje de
residuos en las empresas, en las familias, en la agricultura etcétera? ¿Cómo se
puede hacer una auditoría medioambiental si aún no sabemos cómo reutilizar las
aguas, clasificar los residuos, y qué empresa es la responsable de recogerlos?
No hay forma de que el ciudadano sepa qué, cómo y cuándo actuar. Parece que
esto del medioambiente es cosa de los japoneses.
¿Por qué no empezar con un programa de
política medioambiental donde participe la comunidad? O es que ¿no existe una
política de medioambiente, porque los ciudadanos aún no están mentalizados?
¿Qué ocurre con nuestros hijos o nietos en los colegios, sobre cómo formarse,
educarse y responsabilizarse para que defiendan, protejan y sepan conservar
nuestra naturaleza, nuestra fauna, nuestras aguas, nuestra agricultura con una
educación de nuestro entorno medioambiental?
La conciencia ecológica es algo más
serio y profundo de lo que pensamos. Nacimos en una isla antaño fascinante y
maravillosa, nos enamorábamos de la belleza de sus montañas, de su vegetación,
de los campesinos que abarrotaban los campos inmersos en sus tareas de
labranza, en sus playas de callados y arena volcánica. ¿Creen que aún se puede
recuperar algo para nuestros hijos, nuestros nietos?
No nos sirve que digan que la isla más
desierta de Canarias es más habitable que la superficie del planeta Marte. ¿Dónde
quedaron los valores éticos, la bondad y la honorabilidad de nuestros canarios?
¡La conciencia ecológica es otra cosa!
Lo publiqué el miércoles 6 de
Septiembre de 1995 en Diario de Avisos. Opinión, Cartas al Director, pág. 4. Y
tengo que decir que, los políticos, más pendientes de presuntas comisiones,
fueron mejorando los servicios, que entonces demandaba, para la sociedad.
Ahora, querido lector. Valore si se han
conseguido los resultados. ¿Sigue siendo un fracaso proteger nuestro entorno
ambiental? ¿Y por qué fracasó la Cumbre del Cambio Climático?
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