Pedro Ángel González Delgado
Ya se olvidó. Nadie habla de él. Nos aburrimos esperando
por los reportajes del duopolio mediático de nuestro país sobre el mayor caso
de corrupción de Europa y, sin embargo, lo importante son otras cosas. Es más
necesario conocer si una niña llega en barco o de quién se enamora algún
concursante de los programas de tele - realidad, por ejemplo. Parece que a
nadie le interesa saber a qué se destinaron 679.412.179 €. No, no es un número
de teléfono. Es la cifra del desvío de millones que durante diez años el
gobierno socialista de la Junta de Andalucía pervirtió para, además de
repartírselo entre sus familiares, amigos y afines, también irse de fiesta con
prostitutas y cocaína a cargo del dinero público.
Ha recaído sentencia condenatoria, en el primero de los
juicios, además de contra otros socialistas, sobre Manuel Chaves y José Antonio
Griñán, que no solamente fueron presidentes de la Junta de Andalucía, sino
también del partido socialista, y el primero de ellos hasta ministro.
Curiosamente, la publicación de la referida resolución judicial se retrasó
hasta después de las elecciones generales. No obstante, eso no parece importar,
porque el mayor escándalo de la democracia afecta a quienes ahora ostentan el
poder, no únicamente en las Instituciones Públicas, sino también en los medios
de comunicación.
Varias son las cuestiones que podrían plantearse en algún
medio de comunicación. La primera de ella es saber y se pondrá Pedro Sánchez
una moción de censura a sí mismo después de la primera Sentencia de los ERE,
como exigió hace tampoco tanto. La segunda, si de periodismo independiente
hablásemos, que no parece, sería preguntarse si sigue creyendo tanto él como
Susana Díaz en la inocencia de los antes mencionados presidentes socialistas
Chaves y Griñán. Mas, esperar que haya
un reportaje en una televisión nacional sobre el sistema de pago para permitir
que a través de transferencias de financiación se pudiera pagar en un solo día
un millón de euros al chófer del Director General de Trabajo socialista para ir
a burdeles y comprar cocaína, es mucho pedir.
Aguardar que en el mismo ámbito
publiciten las ciento cuarenta y seis piezas más que quedan por juzgar de esta
macrocausa, será un ensoñación. Esperar que haya un programa de televisión que
investigue en relación a los cursos de formación en los que se calcula que más
de dos mil ochocientos millones de euros fueron presuntamente defraudados, con
la connivencia del PSOE y los sindicatos UGT y CCOO, una quimera. Estar erre
que erre todo el día, como decía Quevedo, sólo vale para los trajes de
Francisco Camps, por cierto, absuelto por ello, ya que la corrupción socialista
no tiene interés informativo. Por ello, se presenta como normal que las actuales
vicepresidenta y ministra de Hacienda en funciones, que estaban en esos
gobiernos corruptos socialistas, no acaben de entender que pudiera haber un
mínimo de insistencia en conocer su conocimiento o participación en estos
hechos.
Ese es el panorama que tenemos actualmente en nuestro país,
con un gobierno obcecado y, desgraciadamente consiguiéndolo, en crear opinión a
través de los medios de comunicación. Y, trágicamente, lo va logrando porque
nadie parece escandalizarse o, al menos, se olvidan muy pronto determinadas
cuestiones que nos harían dudar sobre nuestro Estado de Derecho.
Tal es así que, en esta “dictadura progre”, como alguno ya
la ha definido, Josu Uribetxeberría Bolinaga, secuestró a José Antonio Ortega
Lara, a Julio Iglesias Zamora, y asesinó a tres guardias civiles. El 12 de
septiembre de 2012 se le concedió la libertad por “razones humanitarias”, y
falleció debido a un cáncer el 16 de enero de 2015. Es decir, dos años y medio
de libertad porque había que ser humanitario con un terrorista sangriento,
despiadado y que jamás se arrepintió de sus crímenes.
Por otro lado, Ignacio
González Martín, entra en prisión, condenado por el llamado “caso Las
Teresitas”, a cumplir cinco años de prisión con más de ochenta años. Sin
embargo, él no tuvo el mismo trato que el miembro de ETA. No sabemos muy bien
los motivos, se nos da a entender que un hombre sin delito de sangre a sus
espaldas no merece tener trato humanitario, por lo que parece. Nos quedará la
duda de saber si se le mandó a morir a prisión, pero eso no importa, no es
relevante, pues a nadie parece interesarle hacer una comparativa Bolinaga
versus González porque, a todas luces, alguno quizá esté erre que erre con
aquel pensamiento socialnacionalista por el que se consideraba que las armas
más crueles resultan humanitarias si consiguen provocar una rápida victoria, y,
recordemos, no todas las armas disparan balas, ni todos se dan cuenta que se
libra una guerra contra ellos.
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