Lorenzo de Ara
“Solo sin ética política ni respeto a la Constitución se
puede negociar y convenir con los herederos de ETA, como hace el socialismo en
Navarra, al son del blanqueo público de la figura de Arnaldo Otegui. Solo sin
ética política ni respeto por la Constitución se puede ofrecer la
vicepresidencia del Gobierno de España a un político de extrema izquierda,
apologista de dictadores, que acudió a reunirse con el sedicioso Junqueras en
la cárcel y que defiende el derecho a la autodeterminación. Solo sin ética
política ni respeto por la Constitución se puede crear una mesa de negociación
a la que se invita a un partido político como Esquerra Republicana de Cataluña,
cuyo máximo dirigente es un delincuente condenado en firme y encarcelado por
sedición contra el orden constitucional y legal. Y solo sin ética política ni
respeto por la Constitución es posible arrinconar a la Corona en un momento
crítico para España, como lo está haciendo Pedro Sánchez para no dar espacio a
la institución que encarna ese Estado que peligra con sus pactos de gobierno”.
Así reza un párrafo del editorial de ABC.
¿Quién se atreve a llevarle la contraria al editorialista
del centenario periódico monárquico y conservador? Ya sé, el gacetilero
portunse y los mamarrachos sociatas que siempre mean fuera de tiesto y todos
ellos hijos del Puerto de la Cruz. Como si lo viera.
En este día de celebración (41 años cumple la
Constitución), los enemigos se multiplican. Y son votados por los españolitos
libres y pensantes (jajajaja).
Leyendo la prensa, cosa que no recomiendo si se desea tener
limpia el alma y la cabeza en su sitio, encuentro esta joyita del pensamiento
gore: “Frente al fanático de los Freikorps, la mayoría de los europeos podría
decir hoy que somos la paz. Las democracias son, sin embargo, tan frágiles que
no convendría bajar la guardia. Y hoy, en el Día de la Constitución, nunca está
de más volver a recordarlo”, escribe José Andrés Rojo en El País de Sánchez. Él
seguramente quiere apuntar que los violentos existen y que todos están,
naturalmente, en la derecha. Pero yo aprovecho su aseveración para poner
hincapié en que las personas que de verdad son libres y no se encuentran
cretinizadas por la propaganda progre, saben a ciencia cierta que el peligro
real de los nuevos Freikorps procede de la llamada izquierda. Toda ella. Porque
toda ella apesta a golpismo, sedición, corrupción, traición, falacia y odio a
España.
Toda ella. La izquierda, repito.
La periodista Anabel Díez, también en El País, recuerda en
su crónica que “Abascal aboga por acabar con las autonomías”. ¿Y? Recuérdese
que un socialista, en Portugal, le trasladó al sabio pueblo de ese culto país
si deseaba copiar el formato español, o sea, implantar en el territorio el
experimento autonómico de la piel de toro. La inmensa mayoría de los votantes
(inteligentes) respondieron no. ¡Claro que no! Ni en Francia. Aquí se nos vende
la mentira de que España es plurinacional. Un cuento para beodos (atoletados,
diría mi amiga Antonia Domínguez, concejal del PP en el Puerto de la Cruz). Las
autonomías son, hoy, un esperpento que pone en peligro la paz social.
Ah, que me olvidaba, Ross Rabbani, que es doctora en
Psicología Social y premio Equidad de Género de la Generalitat de Cataluña,
comienza su colaboración en el periódico de cabecera de la progresía con media
neurona, escribiendo este párrafo “sacrosanto”: “Hans Jonas—uno de los
pensadores más estimulantes del siglo XX— habló de la necesidad de una ética
orientada al futuro. El “efecto Greta” lo ha sabido encarnar con extremado
realismo: ha sido capaz de contagiar a millones de jóvenes en el mundo que, con
más o menos compromiso, se están constituyendo en la voz de nuestra propia
conciencia que nos grita desde ese futuro”.
Bien, pues lo voy a escribir con la claridad necesaria para
que me tilden de facha, hijoputa y machista (cosas que no soy, evidentemente,
pero que llevo a gala y con felicidad porque son los progres los que así lo
piensan). ¡A mí la Greta me la suda! El planeta Tierra no.
Greta, vete a cagarla.
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