Isidoro Sánchez García
Un año más la poeta Dulce María Loynaz vino
espiritualmente al Puerto de la Cruz para celebrar el 117 cumpleaños de su
natalicio. Fue el martes 10 de diciembre de 2019. Primero, al mediodía, se
acercó al Mirador de la Atalaya en el Parque del Taoro y por la tarde al IEHC que
había conocido en 1953 junto con Carmen Conde.
Cuando
accedimos al Mirador que tanto le gustaba visitar Dulce María cuando se hospedó
en el Hotel Taoro, en los años 1947, 1951, 1953 y 1958, nos acercamos con diez
rosas rojas al busto de bronce que esculpió el joven cubano de La Habana,
Carlos Enrique Prado. Pudimos contemplar las strelitzias que ya otro cubano, el
pianista habanero, Othoniel Rodríguez, había colocado ante el busto loynaziano
y entonces comentamos el excelente artículo que el citado pianista había
escrito ese día en una columna del Diario de Avisos. En pocos minutos
nos congregamos once personas alrededor del busto, de las cuales cuatro eran
mujeres y siete eran hombres. Y como siempre venimos celebrándolo desde 2002, año
del centenario, algunos de nosotros contamos cosas sobre Dulce María. En primer
lugar, la rapsoda portuense Elsie Ribal recitó un poema repleto de amor hacia
la ilustre escritora cubana, Hija Adoptiva del Puerto de la Cruz y Premio
Cervantes en 1992. Luego el poeta portuense José Javier Hernández nos leyó unos
apuntes sobre su admirada poeta que pudo escribir mientras venía en guagua
desde la capital tinerfeña. La amiga Antonia y este ciudadano que les habla completamos
nuestro homenaje recordando nuestras vivencias con Dulce María, tanto en Cuba
como en Canarias, pero de manera especial en La Habana. Como viene siendo habitual cerramos el acto
con café, como le gustaba a Dulce María.
Por
la tarde asistimos en el IEHC portuense a la proyección del documental LA
GRACIA DEL VOLVER, editado en 2005 por el joven director cubano, Luis Leonel
León. El sitio resultó adecuado por
cuanto las paredes del Instituto estaban cubiertas por fotografías de flores y
plantas del Jardín del arquitecto, Francis Álvarez, que en algunos
momentos nos llevaron a La Habana para recordar a la señora Loynaz. Durante
cuarenta y cinco minutos pudimos disfrutar de la poesía y de la prosa de Dulce María
en actividades varias celebradas en la capital cubana, así como de los
recuerdos que nos dejaron amigos y amigas de la ilustre Dama de las Américas,
la poeta del Agua como le llamaron algunos estudiosos de su obra. En el
documental fueron apareciendo amigos y admiradores de su obra literaria. Nos
llamó la atención las manifestaciones de Yaya Reimers, de Elisa Machado, de
Hortensia Viñes, de Guillermina Hernández, y de manera particular las de Ana
Luisa González Reimers.
También las de
José Javier Hernández, de Luis Espìnosa, de Jesús Hernández Acosta, del cubano Juan Carlos Sánchez, de Celestino
González, y de Domingo González. La ventaja de haberla conocido en los años de
1990 en La Habana me permitió adentrarse en el documental y divulgar detalles de
la vida y obra de esta ilustre señora, que casó en segundas nupcias con un
periodista tinerfeño afincado en La Habana, Pablo Álvarez de Cañas, y escribió
entre otros libros la novela de viajes, UN VERANO EN TENERIFE. Después de un interesante coloquio quedamos
emplazados para celebrar en el Puerto de la Cruz en 2020, los 118 años de Dulce
María y proyectar el documental, UNA SEMANA FUERA DEL MUNDO, que vivió en la
isla de La Palma cuando vino por vez primera a las islas Canarias en 1947.
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