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viernes, 6 de diciembre de 2019

MEDITACIONES ROTARIAS EN 2019


Antonio-Pedro Tejera Reyes

Volver al pasado se hace imposible cuando se le ha destruido con nuestras propias acciones.

Corría el año 1988 cuando se nos ocurriera publicar este sentido artículo que titulamos "sociología rotaria", producto de una serie de circunstancias que nos había tocado vivir en aquel entonces, con lo cual pretendíamos, dejar alguna constancia para no olvidarlas y tenerlas siempre presentes, como una lección que la vida nos ofrecía, para un mejor fortalecimiento de nuestras experiencias y conocimientos.


Recibiendo el reconocimiento del Rotary Club de Lima (100 años de existencia)

Desafortunadamente, el trepidante avance de la vida moderna - que entra hasta en nuestras más íntimas relaciones - nos lleva a insistir en aquellos recuerdos dolorosos, que no van precisamente por nosotros mismos, sino hacia el entorno en que se mueven muchas personas confundidas en sus orientaciones, que más tarde ven sus aspiraciones frustradas en el escenario que la sociedad les ha brindado, con esa jauría de aprovechados sin escrúpulos que engañan hasta a su padre y su madre, sin otra ambición que la buena vida y el dinero, casos concretos donde llegan hasta el secuestro de personas, casos concretos del que hemos sido víctimas recientemente. Año 2019.

Las eras del conocimiento dicen que ha llegado. Muchos de los círculos de las enseñanzas del turismo en el mundo están aplicando en sus promociones esta predicción. Hay que aprovecharlo todo, aunque después no sirva para nada porque no sepamos ni de lo que estamos hablando, ni apliquemos las más elementales normas para cumplir con sus postulados. Ese conocimiento se puede aplicar de muchas maneras. Algunos/as lo aplican para evadir responsabilidades, escudándose en supuestas explotaciones y sumisiones producto, más que de otra cosa, de sus carencias, que les han hecho vivir toda su vida a expensas del trabajo de los demás, sin preocuparse para nada del entorno, de la felicidad de los otros o de cumplir con sus más firmes promesas... aunque hayan sido hechas ante Dios. Que también se presume de ser católico/a.

Seguimos con los mismos problemas. El principio rotario de "servir es mi ocupación" sigue con nosotros. "La verdadera riqueza es la íntima y plena conciencia de nuestra integridad de carácter, que nada ni nadie podrá quebrantar". Hay que saber que esa "integridad de carácter" de que hablamos nos hace poseer un poder de atracción que nos da la fe para seguir aumentándolo con nuestro quehacer, con nuestro trabajo, con nuestra dedicación, con nuestros sencillos deseos de hacerlo todo bien en beneficio de los demás. "Se beneficia más quien mejor sirve", dice otro lema de los rotarios del mundo, que hemos visto escrito incluso en la pared con grandes caracteres, en el Rotary Club de Cusco, en Perú.


En el Rotary Club de Cusco, bajo los principios rotarios impresos hasta en sus paredes, junto a la presidenta de la Asociación de Regidoras Cusco, CPC, Norma Maritza Rodríguez.

Acá, en esta Venezuela, donde nos encontramos esta noche, tenemos la alegría de percibir la réplica de todo este entramado, en las alentadoras felicitaciones que recibimos de mis hermanos países americanos, desde la lejana California, la Córdoba de Argentina, o los mismos confines de la Patagonía chilena Todo un reconocimiento al espíritu rotario que nos alienta y anima, como dijeran mis amigos en Canarias, Manolo Alfonsín, Juan Ruiz y Manolo Florián.

Decía nuestro admirado Jucelino Kubistckek -presidente de Brasil, tristemente fallecido, que hizo posible el sueño de Brasilia - que "siempre hay una nueva luz". Esa filosofía nos ha alentado cuando, más de una vez, hemos sido robados, saqueados y ultrajados – y hasta secuestrados - por quienes habíamos depositado en ellos toda nuestra confianza sin ningún tipo de restricciones. No nos han desalentado incluso ni la lentitud de la Justicia, la injusticia, o las más burdas patrañas que algunas mentes maquiavélicas, enfermas, han pretendido tejer para justificar sus ladinos y vergonzosos actos. Es "la vida moderna" donde la decencia, la vergüenza y la ética parecen haberse perdido totalmente en la vorágine del progreso. ¿?

No es de extrañar, entonces, que más de un dirigente de los más diversos centros de enseñanza del mundo nos pregunten para qué incluimos en nuestros programas materias como "deontología" y "cultura de paz". Si esto lo preguntan estos supuestos connotados dirigentes de la enseñanza, ¿qué creen ustedes que puede preguntar un simple político concejal de un modesto ayuntamiento, o consejero de cualquier entidad u organismo público?

Este es el mundo en que luchamos los que tenemos espíritu rotario y que hemos nacido con él, como dijera mi amigo Pedro Guerra Suárez - ex presidente del club de Las Palmas, del que fui fundador - en la presentación escrita que nos hiciera allá por los años ochenta del pasado siglo.

Es el mundo en el que luchamos unos pocos contra los que crean los problemas anteponiendo su avaricia y sus caprichos, a cualquier otra opción, destruyéndolo todo, las empresas, la sociedad, los hogares, las familias, las personas. El mundo en el que tratamos de imponernos "los hombres y mujeres de la solución". Los que de verdad lo somos tratamos de comprenderlo, entenderlo y evitarlo hasta donde podemos, sin dejarnos arrastrar por la pendiente del ostracismo. Plantándole cara a los problemas e intentando sacar lo mejor de nuestros semejantes, intento vano la mayoría de las veces, ante el planteamiento mercantilista de esa "era del conocimiento" que, sinceramente, no sabemos adónde nos va a llevar ante el despiadado uso que se le está dando al tema, donde, como decimos, se atropellan la ética, la honradez, la fidelidad. Sí, la fidelidad, esa hermosa palabra convertida hoy para algunos solamente en eso, en una palabra.

Seguiremos intentando “mantener la imagen" aunque mucho les duela a algunos. En "la era del conocimiento" hay otro mundo. El mundo de la esperanza. A ese pertenecemos.

*Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo. UNTWO.

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