Javier Lima Estévez. Historiador
En
el contexto de la celebración de su cumpleaños y con la finalidad de sumarnos a
las muestras de gratitud por su trabajo y compromiso con la investigación, reproducimos
a continuación la entrevista que realizamos al Memorialista Melecio Hernández
Pérez (Puerto de la Cruz, 14-12-1933) para el número 11 de la revista Cartas Diferentes.
Javier
Lima Estévez ¿Desde cuándo se inicia tu interés por los libros?
Melecio
Hernández Pérez. Un amigo de mi padre, apellidado Quintero, sabedor de que los
seguidores del golpe militar de Franco estaban visitando las casas de
reconocidos socialistas para incautarse fundamentalmente de libros, se apresuró
a enterrar una parte de ellos, previa envoltura resistente en la huerta anexa a
la casa familiar del Botánico. Los ignorantes lacayos e inquisidores distinguían
los libros “peligrosos” por el color; así, se llevaron un indeterminado número
de ejemplares de lomo “rojo”, al igual que
un aparato grande de radio para coronar la requisa.
De pequeño sentía una inquietud
especial por la letra impresa y muy pronto me inicié en la lectura gracias a
los volúmenes que se salvaron de aquella salvaje expoliación. Leí los Episodios Nacionales de Benito Pérez
Galdós, Obras poéticas de José de Espronceda, así como un libro del poeta
mexicano que se suicidó por amor, Manuel Acuña, y algunos tomos sueltos de la
interesante Biblioteca para Niños, editados por Ramón Sopena de Barcelona.
Entonces memorizaba los poemas de Espronceda. Así fue como me aficioné al
placer de leer y amar los libros e interesarme por la poesía y la Historia. Con
el tiempo he llegado a contar con una importante biblioteca, porque como dijera
Benjamín Franklin, “Carecer de libros propios es el colmo de la miseria”.
JLE.
¿Cómo llegas a trabajar en el mundo empresarial del libro?
MHP.
La empresa en la que trabajaba, al fallecer repentinamente el 31 de enero de
1981 Nicolás Hernández-Siverio Pérez, figura representativa de la misma, me
encontré abocado a intervenir en la partición del negocio con su otro hermano
Norberto por mi responsabilidad de director-gerente. Después de un largo
periodo de reuniones y aportación documentaria de la herencia a dilucidar, con
el asesoramiento de los letrados de ambas partes, una vez resuelto el caso,
decidí emprender mi propio negocio, pese a que otros empresarios del ramo me
solicitaron trabajar en sus firmas comerciales. Pero ya lo tenía decidido y
asumí lo que dijo san Francisco de Borja: “Nunca volveré a servir a señor que
se me pueda morir”.
JLE.
¿Por qué decides crear una librería?
MHP.
Pues porque como ya te he adelantado, los libros significaban mucho para mí,
por cuanto se aprendía de ellos. La negación a volver a ser empleado y la
situación de paro con familia e hijos me llevaron a la apertura de una pequeña
librería que complacía mi vocación y la satisfacción de poder estar al
corriente de las novedades editoriales. Pensé que sería un acierto este tipo de
negocio al estar ubicado en una zona muy poblada y de cuyos vecinos y clientes
tanto mi mujer como yo hicimos amigos entrañables. También favoreció el paso de
turistas y visitantes ante la proximidad del Jardín Botánico y estar flanqueado
por magníficas urbanizaciones y hoteles, amén de un atractivo y moderno centro
comercial. Con la benevolencia de mi madre y hermanos habilité una habitación
de la casa familiar en la Avda. VI Marqués de Villanueva del Prado, del barrio
Botánico, y abrí la puerta en 1986.
JLE.
¿Cuál era la situación en el sector librero portuense cuando decides crear la
librería?
MHP.
Hacer ahora y aquí un estudio de la situación del sector en la ciudad turística
del Puerto de la Cruz requeriría un tiempo y trabajo de investigación. Sin
embargo, las librerías de la ciudad continuaron funcionando regularmente por
aquellas fechas, e incluso, alguna nueva se incorporó al gremio. Pero en la
zona en que me desenvolvía a pesar de la crisis mundial del petróleo de 1973
que afectó a la entrada del turismo y, por tanto a la economía en general,
alcanzó toda la década de los 80 y parte de los 90, la librería Botánico siguió
su línea de venta de libros especializados en flora, fauna, novedades canarias
y últimas publicaciones de variada temática tanto de autores nacionales como
extranjeros, además de guías turísticas, prensa, revistas, material de oficina
y escolar entre otros servicios adicionales, tales como fotocopias y
encuadernación. El secreto en los negocios está en la buena administración,
trabajar con ilusión y sentido común, contando con colaboración interesada, en
este caso de mi mujer; pero lo más importante es atender con corrección y
amabilidad al tiempo que orientar con conocimiento al posible comprador, y cuando no tenía el libro
solicitado garantizaba que al día siguiente podía contar con él. Esta táctica
valía ganar al cliente para siempre, y así me acredité aplicando seriedad y
cumplimiento.
JLE.
¿Qué destacarías de aquellos años?
MHP.
Los últimos años laborales antes de mi jubilación los dediqué como queda dicho
a una profesión a la que hasta entonces no había ejercido. Y te puedo asegurar
que me adapté placenteramente al ejercicio de librero, un trabajo totalmente
diferente, pero muy afín a mi vocación primera, actividad que destacaría a lo
largo de los años pues me permitió culminar el sueño que nunca pensé realizar.
También me sirvió para vincularme con muchas personas y firmas distribuidoras
del mundo empresarial del libro, como uno de los valores de aquellos ya lejanos
años.
JLE.
¿Podrías señalar alguna curiosidad o anécdota de aquella profesión?
MHP.
Las hay, como la de un “turista” al que le aconsejé visitar Las Cañadas del
Teide, pero cuando volvió al siguiente día me espetó: ¡Si yo sé que solo son
piedras no hubiera ido, en mi tierra ese terreno estaría plantado de olivos!
Anécdotas aparte, si no te importa, prefiero relatar un hecho real y muy desagradable
que sucedió en el interior de la librería. El 26 de mayo de 1999, encontrándose
sola mi mujer y a eso de las 3 de la tarde, un individuo excitado y sudoroso,
vistiendo ropa deportiva, que resultó ser marroquí de 36 años y drogadicto con
numerosos antecedentes policiales, la amenazó con un cuchillo de grandes
dimensiones, exigiéndole que le diera el
dinero que había en la caja registradora, ya que lo necesitaba para comprar
droga. De forma violenta, poniéndole el arma blanca en el tórax le dijo si así
no lo hacía la mataba. La víctima, mi mujer, no dudó en darle el dinero (unas
sesenta mil pesetas), pero cuando desapareció el ladrón, sufrió una crisis
nerviosa con desvanecimiento incluido.
El individuo, una vez detenido por numerosos atracos
en distintos lugares de la Isla, junto con las diligencias instruidas, fue
puesto a disposición judicial, con resolución de pena de cárcel, de la que era asiduo
inquilino.
JLE.
A tu juicio, ¿cuáles son las principales diferencias respecto al sector del libro
antes y ahora?
MHP.
Pues entendiendo por antes la época en que abrí el negocio, entonces podía
montarse una librería con miras de futuro, mientras que hoy es un riesgo como
confirman los numerosos cierres de empresas de este tipo. Un buen ejemplo a escala
nacional valdría el de la emblemática librería Cervantes de Salamanca que está
en peligro de terminar su actividad iniciada en 1921.
JLE.
Sabemos que eres autor de centenares de artículos publicados en prensa desde
hace más de cincuenta años y autor de diversos libros con temática histórica ¿Qué te ha motivado a escribir
durante tanto tiempo?
MHP.
Mi interés por el conocimiento de la Historia en general y en particular por la
de mi pueblo natal, Puerto de la Cruz, me llevó a adentrarme en su ingente
pasado, tanto en el campo de la investigación como el de la divulgación que
durante más de cincuenta años he dado a conocer a través de artículos en prensa,
revistas y libros, por voluntad propia al tiempo que disfrutaba escribiendo. También
porque, salvo excepciones, la gente se interesa poco por estos temas, pero “escribe
que algo queda”.
JLE.
¿Cuál es tu opinión respecto al futuro del libro? ¿Formato papel o
digital?
MHP.
No cabe duda que desde principios del siglo en el que vivimos el libro electrónico
o digital se ha ido imponiendo restándole mercado al libro formato de papel, lo
que hace suponer que las nuevas y no tan nuevas generaciones a través de los
distintos soportes han garantizado ya un éxito presente y prometedor futuro,
como herramienta indispensable en el mundo civilizado. Sin embargo, somos aún
muchas las personas que seguimos prefiriendo el libro tradicional de papel y
que jamás desaparecerá. Yo lo defenderé siempre a capa y espada, entre otras
cosas porque desde niño me ha acompañado como el mejor y más sabio de los
amigos.
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