Salvador García Llanos
“Las fotografías generan nostalgia”, escribe el historiador
Alberto Bayod Camarero, miembro del Instituto Aragonés de Antropología, quien,
confesando su fascinación por las antiguas y trasnochadas fotografías, señala
que es innegable que la estética de una imagen fotográfica, que refleja los
ecos más o menos recientes del pasado, “crea un sugerente influjo que nos
traslada a épocas anteriores y situaciones diferentes”.
Evidentemente, los promotores y autores de aquella publicación
Fotos antiguas de Tenerife (Gobierno de Canarias y Centro de la Cultura Popular
Canaria) no iban a conformarse con aquel tomo nacido entre los infinitos
pliegues de Facebook, considerado por el colectivo, en un alarde de modestia,
como “un pequeño libro de historia”. Si entonces nos pareció que del contenido
documental gráfico y de los textos complementarios, se desprendía que era algo
más, esta nueva edición ratifica que el deseo de disfrutarla es toda una
invitación a deleitarse con el pasado, con las remembranzas, con la imaginación
y con la nostalgia. Lo que era, lo que fue, lo que desapareció, lo que se
conserva...
Esas añejas imágenes, rígidas y acartonadas o
misteriosamente escondidas, permiten rescatar y volver a ver “un fragmento del
pasado congelado en el tiempo”, que diría el profesor Bayod, que nos sugiere
observar cómo eran las costumbres y las actividades diarias de determinadas
épocas, reconocer o identificar a los personajes que antaño eran familiares o
un lugar determinado y hasta “asistir” a ciertos acontecimientos sociales
relevantes de una comunidad o de un grupo familiar y de amistades mucho después
de haber ocurrido.
Las páginas que siguen son un claro ejemplo de cómo la
fotografía se convierte en fuente de información documental. “La fotografía es,
indudablemente, una importante fuente histórica que permite acercarnos a un
conocimiento más riguroso de la realidad social”, dijo el profesor orotavense
de la Universidad de La Laguna, Manuel Hernández González, a propósito de la obra
anterior, “una colección de imágenes, de una excepcional dimensión no solo
histórica sino etnográfica y cultural, (que) se convierte en una valiosa
información sobre las condiciones de vida, hábitos sociales y creencias
religiosas de la sociedad en el momento en que fueron efectuadas”. Y es que los
nuevos enfoques han permitido, en efecto, considerar las imágenes fotográficas
como el principal elemento o fuente documental de una investigación, tanto de
contenido histórico como de perfil antropológico.
Si Fotos antiguas de Tenerife es el resultado de la
sensibilidad, del coleccionismo, del esfuerzo y de la paciencia, este nuevo
libro confirma que no es fácil conjuntar todos esos factores hasta hacerlos
cuajar en una publicación cuya edición es, desde luego, muy meritoria. El tesón
y la perseverancia de quienes conservaron las gráficas y ahora contrastan su
valor con testimonios que lo acentúan bien merecen la ponderación de su
iniciativa. Y es que contar la historia con fotografías resulta un reto
complicado pero no menos apasionante. Escribe el profesor Mario P. Díaz
Barrado, de la Universidad de Extremadura, en su trabajo titulado La imagen en
el tiempo: el uso de fuentes visuales en la Historia, que esa complicación se
acentúa porque existe un relato convencional y aceptado para la historia, un
relato con palabras y procedimientos reglados y frutos evidentes logrados a lo
largo de décadas y décadas. Claro que “hacer relatos visuales para la Historia
conlleva la crítica a algunos de estos procedimientos aceptados –no tanto a
otros que han revelado su capacidad y sus amplias posibilidades- y, sobre todo,
expresa la dificultad y la debilidad inicial de estos planteamientos. Pero
estamos convencidos de que hay que arriesgarse en nuevos territorios, que hay
que intentar otras soluciones aún cuando en muchas ocasiones resulten
infructuosas o insuficientes”, señala Díaz Barrado, quien advierte que “de
estos intentos fallidos puede surgir la clave que necesitamos para articular un
relato visual consistente. Para terminar, y pese a que puede resultar
sorprendente, la conclusión de nuestra reflexión sobre el uso de la imagen en
Historia percibe que la palabra seguirá teniendo un papel relevante en la
explicación del mundo, aunque sea un mundo visual. Pero debe ser la palabra
utilizada de forma distinta junto a y no frente a la imagen”.
La segunda entrega de Fotos antiguas de Tenerife alcanza
una combinación equilibrada entre los contenidos reflejados en una serie de
testimonios gráficos, distribuidos tras una adecuada selección y un exhaustivo
trabajo de contextualización histórica. Los textos individualizados permiten
“reconocer” la información que las fotografías transmiten y documentar -a
través de un estudio conjunto de todas las instantáneas y la aplicación del resto
de fuentes documentales- un significativo retrato de la sociedad analizada,
reflejando buena parte de sus principales características. El objetivo final
salta a la vista: conseguir desarrollar un amplio estudio de historia gráfica,
donde los documentos visuales, las fotografías, sean la principal fuente de
información, siendo complementada por el resto de fuentes posibles, orales o
escritas.
(Texto del prólogo del libro 'Fotos antiguas de Tenerife',
volumen II, presentado anoche en el Centro de la Cultura Popular Canaria).
No hay comentarios:
Publicar un comentario