Salvador García Llanos
Un episodio curioso que el archivo de Nicolás Pestana
Sánchez, quien fuera cronista oficial del Puerto de la Cruz, permite refrescar
para conocer en toda su dimensión e incorporar al quehacer de los
investigadores: la bandera de Nelson, cuando la reivindicó el alcalde ilustrado
de los portuenses, José Agustín Álvarez Rixo, dirigiendo una carta al gobernador
civil de la provincia. Está fechada un 13 de junio de 1850. Dice así:
“El Ayuntamiento constitucional del Puerto de la Cruz ha
sabido, con el más profundo dolor, la conducta observada por el Ayuntamiento de
Santa Cruz de Tenerife con una de las banderas tomadas al contralmirante Nelson
en el asalto que sufrió aquella plaza en la madrugada en la madrugada del 25 de
julio de 1797. Esa bandera, señor gobernador, que era uno de los florones más brillantes
de la corona de laureles que las Islas Canarias han adquirido en las diferentes
invasiones sufridas, ya de los ingleses, ya de los holandeses o ya de otros
vecinos de la Costa de Berbería, una bandera que era, además, el trofeo más
glorioso que podía conservar un pueblo porque era, acaso, el único monumento
que justifica, a los ojos de la posteridad, la humillante derrota sufrida por
el destructor de la Marina española, el vencedor de Aboukir y Trafalgar.
“Esa bandera ha sido entregada, sin formalidad, sin
autorización, hollando todos los derechos adquiridos por los demás pueblos que
contribuyeron a la defensa de la capital para figurar en el Museo Naval, cuando
ningún marino combatió para ganarla y cuando fue conseguido únicamente por el
heroísmo de los paisanos y milicias provinciales”.
Álvarez Rixo, dolido con lo ocurrido e interpretando el
sentimiento de los habitantes portuenses, enfatiza en la segunda parte del
escrito:
“Los individuos que componen esta municipalidad, cuyos
padres pelearon con denuedo en los inmortales días de julio de 1979, celosos
como los que más de las glorias de su patria, se han llenado de consternación
al enterarse de este desagradable suceso que debe cubrir de luto el corazón de
todo buen isleño y en los momentos en que se halla bajo el imperio de los más
encontrados sentimientos, se ha reunido y acordado, por unanimidad [debe ser el
consistorio] elevar a V.E. esta sentida exposición, manifestándole el profundo
desagrado con que se ha visto la entrega de la bandera referida; y rogarle,
reverente y encarecidamente, que se digne hacer todo lo que esté en las
facultades de la elevada autoridad con que tan dignamente ha revestido a V.E.
el Gobierno de nuestra Augusta Reina para que dicho trofeo se restituya al país
que lo conquistó, a costa de la sangre de su más lozana juventud. Con lo cual
añadirá V.E. un nuevo hecho que le hará acreedor al aumento del aprecio y
estimación que V.E. ha sabido granjearse de todos los isleños honrados”.
Esta bandera reivindicada es de las que se conservan y
exponen en una de las salas principales del Museo Histórico Militar de
Canarias, en el antiguo acuartelamiento de Almeida de la capital tinerfeña.
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