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viernes, 1 de marzo de 2019

EL RELOJ PÚBLICO DE REALEJO ALTO (1869-2019) ( y II )


Jerónimo David Álvarez García

La primera parte del estudio ha aproximado al lector a la realidad socio política de Realejo Alto durante el siglo XIX.  También presentó la documentación existente para la ejecución de la obra del Calvario  del pueblo y posterior adquisición del reloj público. Las siguientes líneas proporcionan nuevas fuentes, aportando nuestra valoración al controvertido litigio.

Retomamos la correspondencia entre las partes que prosigue durante el mes de agosto. El alcalde, ahora conocedor de nuevas informaciones que pudieran clarificar el contencioso, recuerda al gobernador eclesiástico que varios vecinos, “motu proprio”, le han manifestado que la cantidad requerida y recaudada por el sacerdote ascendía "a ciento y un pico de duros". Esta suma estaría reflejada en un listado elaborado por el presbítero Mora, actualmente en su poder y que no habría sido mostrado a las partes, por lo que sus convecinos discreparían con el cargo entregado por el sacerdote. Finalmente, se deduce por los documentos, que en septiembre el reverendo Mora habría satisfecho la cantidad solicitada. 

Una vez resuelto el primer término de este pleito, la secretaría del obispado expide el siguiente decreto: "vistos el oficio e informe que preceden, el primero del Sr. Alcalde Constitucional del Realejo Alto y el segundo del Venerable Cura Párroco del mismo; y teniendo en consideración cuanto en ellos se nos expone, autorizamos a dicho Ve. párroco para que pueda invertir los doscientos ochenta y cinco escudos, setecientas cincuenta milésimas, destinadas a la fábrica del Calvario en aquel pueblo y que existen en su poder, en la adquisición de un reloj al objeto de colocarlo en la torre de la iglesia de su cargo, pero con las condiciones de que el expresado reloj sea propiedad de la Parroquia y del Ayuntamiento y que queda a cargo de éste los gastos que se irrogaren, en cualquier tiempo y cuando fuese necesario, en las composiciones que necesita dicho reloj; cuidando al mismo tiempo el párroco mencionado que se verifiquen las reformas necesarias en el consabido Calvario a expensas de los vecinos comprometidos, según lo promete el mismo Alcalde en su citado oficio”. Este documento habría sido elaborado por el licenciado Domingo Cortes y José María Arguibay, presbítero secretario, quienes transcriben y participan a alcalde y párroco realejeros, cumpliendo la orden de su superior en el anterior decreto. 


Obtenido el permiso de la autoridad eclesiástica y con el montante disponible, se procede a comprar el reloj, encargando un ejemplar a la fábrica John Smith & Sons de Londres.   De la factura original fechada a primero de noviembre del año en cuestión, se deduce la siguiente información: el reloj es adquirido a la citada John Smith & Sons, empresa fabricante de relojes y cajas de reloj. El recibo lo describe, literalmente, como un reloj de torreta con poder de mantenimiento y repetidor de sistema para completar. Éste posee una esfera de cobre de cuatro pies y manos de cobre, esfera, mecanismo y poleas de peso completo, ascendiendo el precio de lo expuesto a 35 libras inglesas. La campana del mejor metal,  según reza la factura, tiene chapaleta de hierro forjado e importó 45 libras  inglesas,  además  de dos biseles forrados con estaño y  tres biseles más por 5 libras. Por lo que el total de la factura ascendió, según documenta el extracto, a 85 libras.

Los recibos que a continuación se aportan, ordenados cronológicamente, conforman la segunda parte del expediente en estudio. De estos se desprende los siguientes datos: nota número 7 de fecha 15 de enero de 1870, firmada por Smith donde se lee: “recibí en Londres por letra de cambio sobre Don Jorge Bruce”  la cantidad de 98,13 libras. El costo del reloj ascendió a 35 libras, por el empaque 4 libras, por el flete, seguros y desembarco 3,10 libras, que suman un total de 42,10 libras. El precio de la campana importó las 45 libras, por el empaque 1 libra, por el flete, seguros y desembarque son 3 libras que en total suman 49 libras. El montante de la operación ascendió a 91,10 libras restando 7,03 libras, lo que a razón de 95 reales de vellón por libra, resultan 680 reales de vellón.  En el recibí número 5 de fecha 23 de marzo de 1870 se documenta como “recibí del Señor Alcalde Don Eliseo González Espínola la cantidad de cuatro pesos seiscientos y un céntimos, importe de cuatro tablas de pinsapo con 87 pies que llevo para la caja del reloj”, Este documento está firmado en el Puerto de la Orotava por Domingo de la Cruz García. En la nota número 4 fechada el 24 de marzo de 1870 en la misma localidad, se deduce como Don Eliseo González Espínola ha comprado al Señor Goodall tablas de varias medidas de pinsapo,  sumando un total de 11,1 pesetas. Afirmando el vendedor que las ha recibido del Señor Alcalde del Realejo Alto. En este punto existe un ínterin en el expediente, pues no existen nuevas referencias hasta el 27 de febrero de 1873, en un resguardo sin número, donde se puede observar que ”recibí del Sr. Alcalde de este pueblo D. Eliseo González Espínola la cantidad de tres mil doscientos reales vellón, importe de mi acción en la colocación del reloj público. Y para que la haga constar le doy el presente que firmo en el Realejo Alto a veinte y siete de Febrero de mil ochocientos setenta y tres. Francisco Kreitz”.  

Prosiguen los extractos: en el recibo número 3 se lee:”recibí de D. Eliseo González Espínola, alcalde de este pueblo, la cantidad de setenta y seis pesetas, veinticinco céntimos importe de mi trabajo de mampostero, jornales del peón y materiales invertidos en la colocación del reloj público, según se demuestra a continuación: Jornales 32,50 pesetas. Ídem del peón 8,75 pesetas. Un barril de cimiento romano 31,25 pesetas. Quince almudes de cal amasada 3,75 pesetas. Total 76,25 pesetas. Y para que conste doy el presente que firmo en el pueblo de Realejo Alto a veintisiete de febrero de mil ochocientos setenta y tres. Miguel Hernández Albelo”.  Y por último, en el vale sin número de fecha 27 de febrero de 1873 se aclara que se recibió del Sr. Alcalde del pueblo don Eliseo González Espínola “la cantidad de nueve pesetas y cincuenta céntimos, como importe de la conducción del reloj del público y demás efectos necesarios para ello de lo que fui encargado, conforme se ve del siguiente pormenor”: La gratificación a los conductores costó 6 pesetas, las seis argollas de tornillo importaron 1,50 pesetas y dos tiraderas por 2,00 pesetas, que hacen un total de 9,50 pesetas. “Y para que conste doy el presente en el Realejo Alto a veinte y siete de febrero de mil ochocientos setenta y tres”. Esta nota está firmada por José Esteves Esteves (sic).

Complementa lo expuesto hasta el momento, el acta de 28 de febrero de 1873 del Ayuntamiento de Realejo Alto, donde se transcribe la contabilidad documentada sobre la adquisición del reloj. Este detallado balance es aportado por el alcalde González Espínola, el texto en cuestión queda redactado en estos términos: ”pueblo de Realejo Alto en el año de 1873. Cuenta justificada que Don Eliseo González Espínola, alcalde de este pueblo del Realejo Alto, doy al I. Ayuntamiento de la inversión de las cantidades ingresadas y gastadas en la compra y colocación del reloj público. Cargo en pesetas y céntimos. Primeramente son cargo quinientas pesetas entregadas de orden del Señor Gobernador Eclesiástico por Don Domingo Mora y León (500). Ítem setecientas catorce pesetas y treinta y siete céntimos que asimismo entregó el V. Cura Párroco que fue de este pueblo Don Domingo Chávez y Pérez (714,37). Y por ultimo setecientas veinte y siete pesetas recaudadas por suscripción voluntaria de este vecindario  (727,00). Total cargo 1.941,37”. El haber de esta cuenta expresado en pesetas y céntimos, especifica primeramente las ochocientas pesetas satisfechas a Don Francisco Kreitz por la colocación del reloj según recibo número 1. Además del pago a Don Tomás Brito, maestro carpintero, de 131,81 pesetas según se detalla en su recibo número 2. A Don Miguel Hernández y Albelo se han abonado 76,25 pesetas según reza el comprobante número 3. El valor de la madera de pinsapo utilizada se justifica en los comprobantes 4 y 5, ascendiendo a 59,69 pesetas. Se han abonado 9,50 pesetas por los gastos de conducción según se deduce del recibo número 6. Y  por último cuarenta y dos libras y diez chelines, que a noventa y cinco de cambio importaban mil nueve pesetas y cincuenta céntimos, costo del reloj, según carta cuenta señalada con número 7 (1009,50). Resumen. Cargo 1.941,37, Data 2.086,75, Déficit 145,38 pesetas. De forma que importando el cargo mil novecientas cuarenta y una pesetas y treinta y siete céntimos y la data la de dos mil ochenta y seis pesetas y setenta y cinco céntimos, resulta un déficit a mi favor de ciento cuarenta y cinco pesetas y treinta y ocho céntimos de que hago gracia en obsequio del público. Realejo Alto a veinte y ocho de febrero de mil ochocientos setenta y tres. Eliseo González Espínola.

En la siguiente sesión del día 23 de marzo de 1873 del Ayuntamiento de Realejo Alto, se certifican las cuentas de la compra y se agradece al alcalde el pago del descubierto de su peculio, pues ha supuesto un detalle para con los vecinos, como se verá a continuación: el señor alcalde puso de manifiesto las cuentas en orden por él, relativas a la compra y colocación del reloj público y acto seguido dejó la presidencia, ocupándola el señor primer teniente de alcalde Don Antonio González Chávez. Leídas que fueron por orden del Sr Secretario y visto que arroja un crédito de ciento cuarenta cinco y treinta y ocho céntimos a favor del alcalde que tan generosamente hace gracia en obsequio de los intereses contraídos la corporación los aprueba por unanimidad de votos acordando dar en nombre del vecindario, las gracias al señor alcalde por su desprendimiento en bien del público. El secretario Benito Vasconcelos rubrica este documento con el visto bueno del mencionado alcalde. 

Llegados a este punto, expuesta la fuente y en vista de la ausencia de otros documentos que faciliten una resolución más determinante del asunto, deseamos formular al lector las siguientes consideraciones: primero, es necesario preguntarnos por qué desde la marcha de don Domingo Mora de Realejo Alto en 1860 hasta el año de apertura del expediente, es decir 1869, no se había producido la reclamación del metálico; ni por parte de los vecinos abanderados por los pertinentes alcaldes, ni por los sucesores del sacerdote en la Parroquia de Santiago. Es cierto que en 1866 hubo una iniciativa por reedificar el calvario, como se adjunta en una nota anterior, pero poco más. Se puede alegar como mínimo, un punto de desidia por los vecinos y autoridades políticas y religiosas del Realejo de Arriba. Segundo, las gestiones para recabar la recaudación comienzan en el mes de febrero y finalizan en el verano de 1869. Se podría argumentar en favor del sacerdote requerido, que éste se veía responsable de la custodia del dinero que recolectó, y es lógico que sólo aceptara entregarlo a las personas pertinentes bajo supervisión del obispado, como sucedió. Si bien la celeridad del sacerdote en la devolución no fue mayúscula, es cierto que el tiempo es nimio si lo equiparamos con la demora de los otros protagonistas, arriba citados. Otro atenuante en favor del clérigo notificado, fue un primer requerimiento para entregar otras cantidades en concepto de apertura de sepulturas en el cementerio de Realejo Alto, como se especifica en otra nota redactada en este estudio, y que como se señala cumplió escrupulosamente. También es pertinente tener en cuenta que el plazo de las entregas, no es excesivo si se atiende a la situación de las comunicaciones en el sur de la isla. Es sabido por el lector, como en esa época, podía resultar más cómodo el uso de un barco que transitar determinadas vías terrestres. Es más, en esa fecha, como se ha aclarado, en la documentación consultada en el Boletín Oficial del Obispado de Tenerife, el protagonista ejercía como párroco de San Antonio de Padua en Granadilla (1864-1880), administrando temporalmente la parroquia de La Luz de Guía de Isora, (1868-1869). También es pertinente recordar, que en el año en cuestión la edad el sacerdote podía oscilar entre los 70 y 80 años. Por último se nos sugiere una tercera pregunta; desconocemos el motivo por el cual el reloj facturado en Londres en noviembre del año en cuestión y desembarcado en Tenerife en enero de 1870, no es colocado en la torre hasta 1873, como demuestran las facturas aportadas. Quizás, el motivo del retraso se pudiera achacar a la insolvencia para edificar el cubículo de la torre, donde definitivamente se ubica (no consta esa documentación). Bien pudo estar retenido el reloj en el muelle del Puerto de la Orotava, actual Puerto de la Cruz, por razones de aduana, impago de arbitrios, etc, (pues la factura de los arrieros está fechada en febrero de 1873). Tampoco podemos precisar si el relojero Franz (Francisco) Kreitz, residía en esos momentos en Tenerife o se había trasladado temporalmente a Alemania, su país natal, esta ausencia hubiese demorado la colocación.

No obstante lo enunciado hasta aquí, no podemos dejar de considerar a los representantes políticos, sociales y religiosos del municipio responsables del retraso en la iniciativa por recuperar el montante requerido al sacerdote. Las formulaciones anteriores planteadas por el autor, para las que no se vislumbra respuesta clara por el momento, cuestionan ciertas afirmaciones vertidas sobre el tema.
        
Desde estas líneas nos hacemos partícipes de la efemérides que acontece este año en el municipio. El reloj público de Realejo Alto, que como aclara el expediente, es de propiedad parroquial y municipal, reportó sin lugar a dudas, una mejora en el nivel de vida de sus vecinos.

        Fotografías.

        3. Vista de Realejo Alto desde el Calvario. Alfred Diston. COLECCIÓN PARTICULAR.
        4. Torre de Santiago de Realejo Alto. COLECCIÓN PARTICULAR

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