Lorenzo de Ara
“Me he
acordado de los grafiteros escuchando a los implicados en el procés. Están
educados en la misma escuela... o falta de ella. El sentimiento subjetivo por
encima de las pautas interpersonales, la voluntad de los míos por encima de la
ley de todos, lo que uno padece o le arrebata antes que los remilgos
históricos, económicos o los miramientos sociales. Es inútil limitar los
arrebatos, sobre todo si halagan un ego que se pretende superior sin el mínimo
mérito para ello... “porque yo lo valgo”. Donde estén los caprichos, sobra la
consideración de los hechos. La realidad es tiranía, dictadura: fascismo.
Olvidemos los modelos que orientan y refrenan, reclamemos a voz en cuello la
civilización artística y política del garabato”.
Fernando
Savater, autor de lo que anteriormente han leído, sirve, como siempre, para
iniciar una columna que intenta exponer lo que ayer sentí y sigo sintiendo hoy
después de la manifa del 8M. Un éxito en España. Un fracaso de convivencia.
España cuenta
con 47.000.000 de españoles. Población que varía, casi siempre a la baja. No
hay niños. La natalidad es ciencia ficción. Se argumenta que debe estar
prohibido traer hijos al mundo. ¡La vida está carísima! Por esa regla de tres,
después de terminar la guerra, y hasta mediados de los 50, o comienzos de los
60, las mujeres en España se hubieran negado a ser madres.
Hambre,
miseria, analfabetismo, enfermedades, cartillas de racionamiento,
aislacionismo. Nuestros padres, sin embargo, sumidos en la pobreza absoluta,
nos concibieron. Hoy no sería así.
Que si el
horario laboral, que si el precio de la vivienda, que si el precio de la cesta
de la compra, que si el coche, que si el colegio, que si la ropa de los niños,
que si los cigarros y la cerveza.
Y hay verdad
en esta retahíla de obstáculos. Pero, ¿y en el pasado? ¿Por qué nacimos
nosotros en una España hambrienta, sin dinero, gris, fría? ¿Por qué?
Mientras
tanto, León Gross vuelve a dar en la diana, señalando que “la resistencia a la
realidad, otra de tantas resistencias descritas por Freud, casi siempre acaba
frente al espejo.”
¿Lo de ayer es
el fiel reflejo de lo que es España? ¿Es España el país más machista del mundo?
¿Es España el país donde la mujer vive secuestrada, atemorizada, perseguida,
sistemáticamente humillada y asesinada? No. ¿Este no que grito y quiero que se
oiga me condena? ¿Este no me convierte en un bárbaro? ¿Este no evidencia que
soy un depredador?
Respondan
ustedes.
Sé quién soy.
Sé lo que es la mujer para mí. Sé el valor que tiene la mujer. No obstante,
ayer, a pesar de la poderosa maquinaria propagandística, no convencieron. ¿Se
equivocaron?
Y ruge la
marabunta como siempre. Sale de debajo de la tierra, o de lo más hondo y oscuro
del alma de las mujeres, hombres, partidos políticos, medios de comunicación.
Porque si lo
de ayer es la foto real de la España democrática, ofuscada, callejera y
revolucionaria, a lo mejor sería bueno tener en cuenta lo que escribe Rafa
Latorre en “El Mundo”: “La razón por la que usted, señora, quizás tenga hoy la
incómoda sensación de que una minoría exaltada está hablando en su nombre sin
que lo haya autorizado. Usted, que pertenece a ese 77% que cree que el hombre
que duerme a su lado no es un machista”.
¿Qué haremos,
pues, con esas mujeres que se acuestas tranquilas, cómodas, libres, limpias,
amadas, respetadas, iguales? ¿Reeducarlas en el odio y el rencor? ¿El feminismo
de derechas no existe? ¿El feminismo ha muerto a manos del hembrismo?
Juan Manuel de
Prada, que homenajea a Ana María Martínez Sagi (1907-2000) en una de sus
columnas, recupera para que el lector respire aire limpio, lo siguiente de una
mujer que ayer no hubiera salida a la calle, siendo, no obstante, feminista y
catalana: “Siempre he creído…que la mujer tiene dos eternos enemigos. Uno
pequeño, poco peligroso; el hombre. El otro, verdaderamente terrible, cruel
hasta el martirio: otra mujer».
Siempre
estarán ahí los aprovechateguis. Siempre en primera fila. Ellas, para la foto.
Ellos, para la foto también. Y hombres y mujeres de España trabajando, unidos,
buscando un mañana siempre mejor, pero sin esperar nada de quienes construyen
futuros con sectarismo y odio guerracivilista.
Todos los
chupópteros del vodevil político español se dieron cita ayer, junto a miles de
buenos ciudadanos que en justicia quieren pasar de las muchas palabras a hechos
concretos y definitivos. Yo también. Pero salieron, temo, engañados una vez más
por la maquinaria más poderosa de producir mentiras y odio que ha sufrido
España en más de cuarenta años.
Lo de ayer fue
¿una tergiversación neomarxista? Sinceramente respondo que sí. Y clamorosa.
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