Salvador García
Llanos
Sostiene Exceltur,
la asociación empresarial turística española, que hay que acelerar los procesos
de digitalización de la gestión municipal orientados a una mejor atención de
servicio a los residentes que, a su vez, facilite la mejor convivencia con el
turismo. Lo incluye en su Decálogo de políticas turísticas municipales,
al que nos hemos referido en alguna entrada anterior dado el interés que
entraña para las instituciones locales que han de afrontar, si se cumple, un
nuevo ciclo de crecimiento turístico más sostenible. Pero no solo para los
ayuntamientos sino también para las formaciones políticas que aspiran a
continuar gobernando o a acceder a nuevas responsabilidades y han de presentar
ya sus ofertas programáticas. El turismo dejó de ser una materia que se
afrontaba con voluntarismo, casi dejándose llevar por el ritmo
o el sello que
imprimiera el sector privado, para convertirse, allí donde es el principal
nutriente del sostén productivo, en una asignatura cada vez más tecnificada y
más exigente que obliga a diseñar estrategias y programas con los que mantener,
sobre todo, niveles de competitividad.
Por eso, la
patronal hotelera insiste en que la población haga suya la atención
turística para ser conscientes de la repercusión en la cualificación de la oferta
de un destino y en la necesidad de hacerla sostenible. Se trata, mediante
iniciativas de formación y concienciación, de elevar la empatía y la capacidad
de acogida ciudadana a favor del turismo y del turista para contrastar, sobre
todo, sus valores intrínsecos y los efectos de estos en el amplio tejido
socio-empresarial a escala local, de modo que repercutan en la generación de
empleo y en una mejor administración y redistribución de los recursos.
Es positivo
que el sector privado se involucre. No solo para reivindicar mayor agilidad en
la tramitación de sus proyectos o licencias, y hasta de sus demandas digamos
domésticas, sino para participar en procesos donde se requiere hasta el
sacrificio de sus intereses particulares para dar paso a una visión más
globalizada y comprometida con los intereses generales y la proyección del
destino.
El Decálogo de Exceltur reivindica mayores recursos presupuestarios
para inversiones municipales en infraestructuras, dotaciones,
mantenimientos y rehabilitación que mejoren y pongan en valor los atractivos
del destino. Poco que objetar, pero el sector también debe corresponder con esa
implicación a la que nos referimos, sobre todo si se quiere que esa agilización
de los procesos señalada al principio comporte, por un lado, la mejor
prestación de servicios a los residentes y favorezca su mejor convivencia con
el turismo; y por otro, la superación de las expectativas y
el propio disfrute que los visitantes imaginaron en el momento de elegir el
destino. La digitalización, en definitiva, tiene que propiciar mejores
condiciones de competitividad de modo que los operadores turísticos que
convergen en un destino optimicen su gestión y fortalezcan su implantación.
Pero todo esto
solo se conseguirá si de verdad iniciativa privada y sector público
se coordinan fehacientemente y acreditan eficiencia. Algunos venimos hablando
de estas cuestiones desde hace tiempo y puede que el planteamiento parezca un
disco rayado, pero como los avances han sido escasos y queda mucho por hacer,
no hay más remedio que insistir. Hay que afrontar un nuevo ciclo en el que se
exige sostenibilidad: si no hay respuestas a la altura exigida, el desfase
competitivo será evidente.
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