Salvador García
Llanos
“La pobreza
infantil es una enfermedad crónica instalada en España en manera anómala, con
la que nos hemos acostumbrado a convivir”, ha dicho Andrés Conde, director de
Save the children España, integrada en la organización no gubernamental
internacional (ONG) que tiene como finalidad trabajar por los derechos de la
niñez.
El mes pasado,
cuando la organización dio a conocer el informe titulado El futuro donde
queremos crecer, algunos datos volvieron a poner de manifiesto la magnitud del
problema de la pobreza infantil. Pese a la mejora del empleo, por ejemplo, uno
de cada cuatro niños en nuestro país permanecerá en esa condición en el año
2030. El informe estima que la generación de empleo precario ocasionará un
descenso de menos de dos puntos de la tasa de exclusión frente a la situación
actual. La tasa afecta a más de dos millones de niños (un 28,3 %) y pasaría a
un 26,5 %. El análisis de los datos no hace concebir mejores expectativas: al
contrario, o se adoptan determinaciones firmes y operativas o la infancia
seguirá mucho más expuesta a la exclusión social que otros grupos de edad. El
informe precisa, además, que tener hijos seguirá siendo un factor de riesgo,
que aumenta de forma proporcional al número de niños que hay en un hogar.
Andrés Conde
estima que habría que seguir políticas como las emprendidas en Reino Unido o
Alemania para mejorar e incluso evitar esa enfermedad. Eso sí, advierte que al
estar comprometiendo el desarrollo de estos niños como seres humanos, es
indispensable abordar la pobreza infantil desde un enfoque integral, con
voluntad política y con consenso. “Estamos ante un problema económico -dice-
que requiere soluciones económicas y España está en la cola de Europa en
inversiones en políticas de familia y de infancia, el 1,3 % del PIB”.
El pasado
rechazo a los Presupuestos Generales del Estado (PGE) entrañó dejar pasar una
oportunidad de revisar una mejora específica. Había voluntad política pero no
hubo consenso: se consignaba un incremento de la prestación por hijo a cargo
pasando de doscientos noventa y un euros anuales a trescientos cuarenta y uno.
Habrá que esperar, pues.
Pero teniendo
en cuenta que, según el informe de Save the children España, aliviar esta
situación es menos costoso que financiar las consecuencias, de ahí que solicite
que la inversión en políticas de familia e infancia se incremente hasta el 2,4
% del Producto Interior Bruto. Se apoya en estas cifras: incrementar las ayudas
económicas a las familias más vulnerables hasta los cien euros por cada hijo
(actualmente, perciben 24,25 euros), lo que equivaldría a una inversión de 0,22
puntos del PIB, unos dos mil cuatrocientos millones de euros. La cantidad es
mucho más reducida que el coste que significa y dimensiona el problema, que se
acerca a los cinco puntos del PIB de nuestro país.
Andrés Conde
tendrá que aguardar a los resultados de las próximas elecciones. Pero ya se ha
apresurado a pedir a los partidos políticos una mirada estratégica. Se trata de
tomar conciencia ante un problema que no es menor y que requiere para su
solución -está dicho- voluntad política y consenso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario