Juan Calero
Rodríguez
La mujer
cubana a través de todos los tiempos se ha convertido en uno de los baluartes
de la lucha por la democracia en Cuba. Existen miles de mujeres anónimas que
salen cada día a las calles, sorteando la muerte, en busca de la libertad de su
pueblo.
Permítanme
ilustrar mi colaboración de hoy Día Internacional de la Mujer, hablándoles de
una patriota cubana, heroína olvidada y casi desconocida, ella fue Emilia
Casanova.
Dentro de los
limitados cauces en lo que estaba la mujer en el siglo XIX, Emilia fue una de
las mujeres que posiblemente más influyó en las altas esferas del mundo de los
derechos civiles y de la libertad del pueblo cubano y sin embargo siempre
prefirió un segundo plano dejando la notoriedad a otros líderes de la
época.
Esta mujer
hija de emigrantes canarios, nacida en 1832, heredera de una familia muy rica
recibiendo en su propia casa una esmerada educación y cultura, prefirió
renunciar a su status y rifando sus joyas para donar dinero a la causa de la
independencia.
Activa y
comprometida desde muy joven inició su militancia política con la independencia
de Cuba, estuvo presente y cooperó en la confección de la primera y definitiva
Bandera Nacional.
Referente
indiscutible de la nacionalidad cubana del siglo XIX, tanto dentro de país como
en el destierro, fundó una sociedad femenina de carácter político social la
Liga de las Hijas de Cuba en 1869, con el objeto de crear fondos para socorrer
a los heridos y enfermos del ejército libertador cubano y utilizó cuantos
medios estuvieron a su alcance para conseguir la adhesión a ella de las más
prominentes personalidades hispanoamericanas y europeas, como Garibaldi y
Víctor Hugo.
Acusó al gobierno de Estados Unidos de ayudar a
España a mantenerla esclavizada su patria y se destacó en su intensa
participación en la vida social y política del exilio cubano en los Estados
Unidos.
Ejerció el
periodismo entre los años de 1869 a 1876, en favor de la independencia de Cuba;
ante las miradas recelosas de quienes no admitían la presencia de una mujer en
semejantes tareas. Sus trabajos se publicaron en diarios de corte
independentista.
El pasado 4 de
marzo hizo 122 años de su muerte, siendo inhumados sus restos en el cementerio
Saint Raymond de Nueva York. Como quería ser enterrada en Cuba junto a su
esposo, su hijo Narciso cumplió su voluntad y sus restos descansan en el
Cementerio Colón de La Habana desde 1944.
Habría que
hablar del centenario de la llegada de Federico García Lorca a Madrid con 21
años y el Día Mundial del Teatro el 21 de marzo. Pero como no es prudente
hablar de teatro, ni de Lorca o tantas efemérides en este mes en lugar de
hablar de la mujer, permítanme refrescar la figura de un hombre. Este hombre es
el Julio Tovar.
Julio Tovar,
nació en Güines, provincia La Habana, Cuba. Contando 15 años, sus padres,
emigrantes canarios, lo enviaron a nuestro archipiélago a estudiar y de esa
forma se convirtió en un importantísimo poeta, promotor cultural, dramaturgo, crítico
cultural y periodista en la cultura canaria y en específico de Santa Cruz de
Tenerife de los finales de la década del cincuenta hasta que muere muy joven en
1965 por una afección cardíaca.
Posterior a su
muerte nombraron a una corta calle en el barrio Salamanca de Santa Cruz de
Tenerife que no me extraña que si le preguntamos a sus vecinos quién fue Julio
Tovar, solo los mayores digan “fue un poeta”.
También desde
su muerte se instauró el más importante y bien remunerado Premio de Poesía Julio Tovar, creado por
iniciativa de Pedro González, Enrique Lite y Antonio Vizcaya, integrantes del
colectivo Nuestro Arte, en 1965, del cual el poeta fue uno de los cabezas del
movimiento. Este concurso ha tenido sus altibajos con largas temporadas sin
convocarse, por ejemplo, quedó suspendido en 1974 hasta que el Ayuntamiento de
Santa Cruz de Tenerife lo retomó en una segunda etapa en 1991 hasta su
suspensión en 2010 y posterior tercera etapa que supuestamente se inicia en
2017 en que los concursantes enviaron sus trabajos en el tiempo establecido,
pero el jurado no fue nombrado por la concejalía de Cultura hasta fines de
diciembre, ya en tiempo navideño y como terminaba el ejercicio, nunca llegó a
deliberar. Cosas de políticos de cómo se cargan la cultura. Esperemos que la
convocatoria en el 2018 con su entrega de premio en 2019 ganada por el poeta
Coriolano González Montañez, nacido precisamente el mismo año que muere Julio
Tovar tenga al fin un largo recorrido.
Otros
ganadores de este concurso han sido el poeta maldito de la literatura española,
el palmero Félix Francisco Casanova contando tan solo dieciséis años; un
jovencísimo Luis León Barreto a los veinte años con su único libro de poesía,
todos sabemos que es un destacado narrador y periodista y que su novela Las
espiritistas de Telde es la mejor novela canaria. Otros ganadores han sido los
cubanos Ramón Fernández Larrea durante su corta estancia en Canarias y José
Kozer, importante figura de la poesía mundial con casi 80 títulos de su obra.
Hace tres años, cuando publiqué la antología Poetas cubanos en Canarias ya
tenía 75 poemarios, dos de ellos en Canarias. Ambos viven en Estados Unidos.
Permítanme
ilustrar esta colaboración con un poema de su extraordinario libro Un hombre
solo:
Lo que importa
no es la muerte;
lo que importa
es ir muriendo cada tarde,
alargada la
vida por los sueños,
vencida por
las horas de café,
por esos
hombres tristes que gritan en la noche
su rencor y su
miedo;
por una fiebre
lenta que deja por las manos,
por la sangre
y el alma
un sudor
pegajoso.
Lo que importa
no es la muerte;
lo que importa
es el miedo, el frío de las luces,
el no sentir
ya nunca el perfume del aire,
el quedar para
siempre ya olvidado de todos,
sin saber si
existimos,
sin no saber
ya nada;
sin que grite
la piel su condición de hombre,
sin un ansia
rebelde.
Lo que importa
es ir muriendo poco a poco;
ir muriendo de
pie,
sin nadie que
acompañe nuestras horas perdidas,
sin nadie que
recuerda,
sin nadie que
repita nuestro nombre.
Julio Tovar no
aparece en ninguna antología de la literatura española, quizás porque nunca se
presentó ante el gremio peninsular, o porque en la misma España peninsular aún
hoy en día solo se estudie a Pérez Galdós como escritor canario. En definitiva
nos toca a nosotros recordarlo para que no muera, como dice su verso Lo que
importa es ir muriendo poco a poco.
Conmocionado
ante su muerte, el gran poeta Pedro García Cabrera le dedica su poema:
EPITAFIO A
JULIO TOVAR
El silencio no
es tumba.
Es una mano que recuerda
a un hombre solo,
cruzando una calle tranquila,
a esa hora en que todo
va caminándose por dentro.
El hombre solo no es el hombre a solas;
conciencia de la angustia es soledad poblada
si se escucha pisar la hierba,
y en ella sabe sus palabras,
los rasgos de su rostro,
de un rostro que adivina
nuestro espectro de pájaros heridos.
Ahora, si.
Desnacido en
la nieve de andar solo, ya no eres tú, ya somos
nosotros
Y para
terminar, un poema de otro grande de las letras canarias, Rafael Arozarena
dedicado a su figura:
No te gana la
tristeza de la tarde
cuando las
cosas se recuerdan
Julio
Tovar
Hombro con
hombro
te nombro y me
asombro.
Sombra de
otoño, tan dueña del sueño.
Tiempo que
llevas las manos tan llenas
con un hombre
solo.
Hombro con
hombro
te nombro y me
asombro.
Pájaro tiempo
con ganas de buitre
pájaro listo,
voraz picahojas
¿vuelves
adónde con un árbol solo?
Pájaro tonto.
Pajaro listo,
te llevas la única
sombra de
bobos, de niños y globos
de pálidas,
rotas, tristes mujeres.
Sombra que
daba,
sombra que
unía los pies a la calle,
las manos
amigas,
el canto a los
niños, llanto a los ojos.
Hombro con
hombro
te nombro y me
asombra,
sombra la luz
que en tu sitio se vierte.
¡Pájaro
tiempo, destruye la sombra!
es vida
lo que nace de su muerte.
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