José Peraza
Hernández
Finalizada la
Reconquista española, extinguido el espíritu de las Cruzadas, la época de las
grandes Órdenes Militares, parecía entrar ya en franco declive. En realidad, su
utilidad había dejado de existir y a los reyes les molestaba bastante el poder
acumulado por dichas Órdenes que entendían iba en detrimento de la corona.
Esto es lo que
los Reyes Católicos hicieron en España y lo que, por regla general, se comenzó
a efectuar en todos aquellos países donde pervivían Órdenes Militares. Pero
hubo una excepción: en plena decadencia de dichas Instituciones y cuando ya las
que se creaban eran a título meramente honorífico, basta el ejemplo de la
Jarretera británica, el rey de Francia, Juan II, concibió y llevó a efecto la
fundación de una Orden Militar que, según sus deseos, "estaría formada por
jinetes de valor y nobleza bien probada", entendiendo que era conveniente
formar un cuerpo de Caballería bien armada que se convirtiera en la fuerza de
"élite" de sus ejércitos. Hagamos una advertencia antes de continuar:
Al tratarse de una Orden extranjera, no la hubiéramos destacado de no ser que
algo tuvo que ver con nuestro país, en especial con el reino de Navarra.
Juan II, creó
la Orden de la Estrella: Para ingresar en ella se precisaba acreditar la
nobleza y estar dispuesto siempre a la defensa de su rey y su país. En
contraste con otras Órdenes, en ésta el elemento religioso no se tuvo en cuenta
para nada. No se trató de crear una organización de combatientes mitad monjes,
mitad soldados. No hubo conventos de la Orden, ni sus componentes estaban
obligados a ningún voto que les impidiera el matrimonio, ni estaban sujetos a
autoridad eclesiástica alguna. El juramento que hacían era el de lealtad a su
rey. Está perfectamente claro que lo que Juan II pretendió, fue formar un
cuerpo militar bien organizado, formado por caballeros que tuvieran en alto
honor pertenecer al mismo.
La creación de
la Orden de la Estrella tuvo un fundamento clave: La Guerra de los Cien Años.
Todo empezó
cuando el rey inglés, Eduardo III, decidió desembarcar en suelo francés,
reclamando la Corona de dicho país para él. Gobernante frío, realista y cuya
máxima era "las cosas son como son", el monarca británico desembarcó
en Cotentin, saqueó Caen y llegó rápidamente a los alrededores de París. Sin embargo,
la toma de la capital francesa no era fácil y los ingleses se desviaron hacia
el Norte, donde se enfrentaron al ejército francés. Los ingleses los
derrotaron, asentándose en la plaza de Calais que conservarían durante siglos.
Muerto el rey
francés, Felipe IV, ascendió al trono su hijo Juan II. Este era un príncipe
bueno, pero tímido, que estuvo toda su vida dominado por su yerno, el rey de
Navarra, conocido generalmente como Carlos "el Malo". Fue en estos
momentos cuando a Juan II se le ocurrió la creación de una Orden de Caballería
que se convirtiera en la principal fuerza en la lucha contra los ingleses.
Reanudada la
lucha, fueron los franceses los que atacaron, llevando al frente a los
Caballeros de la recién creada Orden de la Estrella, una imponente masa de
caballería militar. El que se les enfrentó fue el Príncipe de Gales, llamado el
"Príncipe Negro", por el color de la armadura que portaba. No está de
más dar algunos datos de este personaje, porque también combatió en España, aliado
del rey de Castilla Pedro I, "el Cruel". Eduardo, Príncipe de Gales,
era el hijo primogénito del rey de Inglaterra, Eduardo III. Desde un comienzo
se reveló como un guerrero que pasó la mayor parte de su vida luchando por
implantar los dominios de los Plantagenet en Francia.
En el año
1.366, intervino en la guerra civil castellana entre Pedro I y Enrique de
Trastámara, a favor del primero. A cambio de su ayuda militar, Pedro I, se
comprometió a darle el Señorío de Vizcaya y quinientos cincuenta mil florines.
El ejército
inglés del Príncipe Negro derrotó a Trastámara en Nájera y restableció a Pedro
I en su trono, pero el monarca castellano no cumplió lo pactado, ante lo cual,
el Príncipe Negro, regresó a Gascuña.
Pero antes de
estas acciones, el Príncipe Negro, en Francia, asoló desde Burdeos todo el sur
de este país, hasta el Languedoc, y dirigiéndose a Poitiers se enfrentó al
ejército francés que opuso Juan II.
Ésta era la
ocasión para que interviniera, como fuerza de la caballería de la Orden de la
Estrella. En Poitiers, los soldados del Príncipe Negro destrozaron a la
brillante Caballería de Juan II. Las impetuosas, pero alocadas cargas de los
caballeros de la Estrella se estrellaron ante los atrincheramientos y los
ballesteros de la infantería inglesa que sembraron la muerte y el desconcierto
en las filas de los atacantes. Para colmo de desgracias, Juan II, cayó
prisionero de los ingleses que lo condujeron a Londres.
Poitiers
representó el fracaso de la anacrónica caballería feudal, muy útil en los
siglos pasados, pero que en los presentes ya iba conociendo los cambios que
introducían las nuevas tácticas de unas guerras muy diferentes a las antiguas.
La Orden de la
Estrella constituyó, pues, la última tentativa de mantener viva esta tradición.
Después de la batalla de Poitiers, quedó muy diezmada, hasta el punto que dejó
de significar peligro alguno para los invasores ingleses.
La cautividad
del rey y la escasa edad de su heredero Carlos, abrieron, para la monarquía
francesa, un periodo de enorme inestabilidad. Esteban Marcel, preboste de los
mercaderes de París intentó llevar a la burguesía a un lugar preeminente
convirtiéndo los Estados Generales en una especie de Asamblea Legislativa;
Parlamento Inglés o las Cortes de los Estados de Aragón, para lo cual organizó
una milicia popular, dotándola de un emblema: una caperuza rojiazul. Ante la
Orden de la Estrella, ya en plena decadencia surgía otra especie de Orden
Militar de carácter eminentemente popular. Simultáneamente se desencadenó un
levantamiento campesino. Las turbas denominados los "jacques",(los
cualquiera), se lanzaron, por espacio de veinte días a una violenta revuelta
antiseñorial con su triste secuela de saqueos e incendios de castillos y
violentos asesinatos.
Los nobles
franceses solicitaron la ayuda de Carlos "el Malo", rey de Navarra.
Este no lo dudó mucho y procedió a reprimir la revuelta con una dureza
increíble. La represión Señorial fue tremenda y dejó al rey de Navarra situado
como un paladín de la ley y el orden.
La actitud de
Carlos ante lo que quedaba de la Orden de la Estrella fue de absoluto
desprecio. ¿Para qué servía si ya no era capaz de reprimir el levantamiento de
unos cuantos revoltosos? El monarca navarro que poseía extensos territorios en
el Sur de Francia era un rey astuto que cambiaba de alianzas según le convenía.
Unas veces se aliaba con los ingleses y otras con los franceses.
Muerto Juan
II, el trono francés recayó en Carlos V, rey de Francia, quien, conociendo muy
bien al otro Carlos, el navarro, no se fiaba ni poco ni mucho de él.
El monarca
francés, aprovechando una tregua con los ingleses, decidió ajustar cuentas con
Carlos "el Malo". En la batalla ya no participaron los Caballeros de
la Estrella, pues la Orden estaba prácticamente extinguida. Fue Bertrand du
Guesclin quien mandó las tropas francesas que infligieron la derrota a Carlos
"el Malo".
Pero estos
hechos corresponden a la historia: En lo que a nosotros respecta de lo único
que nos ha interesado tratar es de la breve existencia de una de las últimas
Órdenes Militares europeas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario