José Peraza Hernández
Esta Orden Militar castellanoleonesa data su fundación
en el año 1.158, bajo el reinado de Alfonso VIII. Determinados documentos,
pretenden unir la fundación de la Orden de Santiago a la victoria de Claviño.
Aún cuando el rey Ramiro I fundara una hermandad bajo la advocación del Patrón
de España, mal podía tener por objeto defender a los peregrinos si los cofrades
tan sólo eran trece, en memoria de Jesucristo y sus Apóstoles. Varios autores
datan la fundación a comienzos del reinado de Fernando I. Pero fue bajo Alfonso
VIII de Castilla. Su origen se basó en las reyertas entre los Castro y los Lara
que determinaron cesar en ellas y así se recoge en el documento de fundación de
la Orden: "Y los dichos caballeros viendo el gran peligro que estaba
aparejado a los cristianos, inspirados por la gracia del Espíritu Santo, para
reprimir a los enemigos de Cristo y para defender su Santa lglesia, dijeron de
sí muro para quebrantar la soberbia de aquellos que eran sin fe y pusieron la cruz
en sus pechos a manera de espada con la señal é invocación del bienaventurado
Apóstol Santiago y ordenaron que donde en adelante no peleasen contra
cristianos, ni hiciesen mal ni daño a sus cosas y renunciaron y desampararon
todas las pompas mundanas, y dejaron las vestiduras preciosas y la longuera de
los cabellos y todas las otras cosas en las que hay mucha vanidad y poca
utilidad y prometieron no ir contra aquellas cosas que las Santas Escrituras
defienden y de lidiar siempre contra los paganos por tener a Dios aplacado
cerca de sí y de vivir ordenadamente por la Ley Divina".
Entre los fundadores de la Orden se contaron Don Pedro
Fernández, Don Pedro Arias, el conde Don Rodrigo Álvarez de Sarriá, Don Rodrigo
Suárez, Don Pedro Muñiz, Don Fernando Odoarez, señor de la Varra y Arias Fumaz,
señor de Lentamo.
Freiles de Cáceres se llamaron los fundadores de la
Orden, del nombre de la primera ciudad poseída en virtud de donación de
Fernando II de León y que poseyeron poco tiempo, pues tornó a poder de los
moros. Aprobadores de la Orden fueron Don Cerebruno y Don Pedro, arzobispos de
Toledo y Santiago y Don Juan, Don Fernando y Don Esteban, obispos de León, de
Astorga y de Zamora. El día 29 de julio de 1.170, quedó fundada la Orden. En
1.172 se había extendido a Castilla. Caballeros de Ávila se agregaron a su
Regla. La aprobación pontificia fue del Papa Alejandro III, con el fin de que
fueren criados en temor a Dios, "y para remedio de la flaqueza humana, se
permite el matrimonio a los que no pudieran ser continentes; guardando a la
mujer la fe no corrompida y la mujer al marido, porque no se quebrante la
continencia del tálamo conyugal, según la institución de Dios y la permisión
del Apóstol San Pablo".
Como instituto militar nació la Orden de Caballería de
Santiago y casados eran algunos de sus fundadores. Se convino que cuando
ayunaran los freiles no convendrían con sus mujeres y durante las Cuaresmas,
éstas morarían en los Monasterios con las que no tuviesen maridos. Más que
instituto militar, esta Orden parecía una comunidad religiosa a la vista de las
obligaciones de sus miembros: misa diaria, veintitrés Padrenuestros diarios;
los domingos el sacramento de la Eucaristía y ayunarían dos Cuaresmas. Se les
imponía dar de comer a los pobres, haciendo de criados suyos, tres veces año y
darles fraternalmente y con plena caridad todo lo necesario. Al fallecimiento
de cada freile, su comendador tenía que tomar a un pobre por cuarenta días,
dándoles todo lo necesario para su mantenimiento. El punto más delicado, era la
permisión para el matrimonio, pues ninguna comunidad religiosa lo admitía. Los
miembros de la Orden de Santiago no estaban obligados a hacer voto de castidad.
El Papa Alejandro III redactó una Bula, por la que se recomendaba el celibato.
En los Estatutos de la fundación de esta Orden se precisaba: "En conyugal
castidad, viviendo sin pecado, semejan a los primeros padres, porque mejor es
casar que quemarse".
Los castigos se aplicaban según la gravedad de la
falta: El más curioso era el que se aplicaba por desobediencia a la Orden o por
pecado de ira: Se quitaban al freile la cruz y las vestiduras. Luego se le
aplicaban disciplinas (azotes). Se le despojaba de las armas y el caballo.
Estaba obligado a comer en el suelo, de la comida de los sirvientes y obligado
a hacer los mismos servicios que ellos. La escudilla en que tomaba la comida
era similar a la utilizada por perros y gatos. No iba a Capítulo y en la
iglesia ocupaba el lugar postrero. Ayunaba los miércoles y viernes de cada
semana. Los castigos se imponían al freile por: Descubrir los secretos del
Capítulo; Herir con armas o palo a la mujer propia; Por muerte a hombre seglar
o mutilación a freile de algún miembro; Por sacrilegio; Por mentir; Del que se
jactase de la nobleza de su linaje menospreciando a otros; Por contradecir al
Maestre. Asimismo, los freiles de la Orden de Santiago estaban obligados a: Ser
fieles a su rey y su maestre. Ser benéficos y compasivos. Dar ejemplo de
moderación y templanza. Constituirse en esposos fieles y vigilantes de su
familia. Amar a su patria.
El capítulo décimo de los Estatutos de la Orden, dice
así: "Ágora, caballeros de Cristo, despertad y alcanzad de vosotros las
obras de las tinieblas y vestíos de las armas de la luz, porque el enemigo,
vuestro antiguo adversario, no vos pueda engañar, el cual anda alrededor
buscando a quien haga pecar, y se esfuerza en muchas maneras para vos retraer
de la carrera de la justicia y de las sendas derechas de la verdad. Nunca
desistáis de la defensión de vuestros fieles y prójimos y de la Madre Iglesia.
Ninguna cosa hay tan gloriosa ni agradable a Dios que, por defensión y
conservación de su ley, escoger fenecer su vida por cuchillo, o fuego, o agua,
o cautividad, o por otros cualesquiera peligros que pueden acontecer. Y así, freiles
bien amados, vos conviene por muchas tribulaciones entrar en el reino de Dios y
alcanzar aquella bienventura que prometió a los que le aman, la cual ni ojo
vivo, ni oreja oyó, ni corazón de hombre pudo pensar ni saber. De donde se
sigue que, si alguno enflaqueciera su cuerpo por poco comer o por grandes
ayunos y las fuerzas suyas le desfallecieran para la defensión de la ley de
Dios y de los prójimos, sepan que hizo muy mal, y será culpado de juicio ante
Dios. Que, para sufrir los grandes trabajos continuos, nos muestra la Sagrada
Escritura ejemplo de Elías, que el Ángel vino a él y le puso debajo de la
cabeza pan cocido so la ceniza y le dijo: Levántate y come, que gran camino has
de andar. Y Nuestro Señor en el Evangelio hubo misericordia de las campañas que
vinieron a él, y no los quiso enviar ayunos a casa porque no enflaqueciesen y
desfalleciesen en el camino".
La Orden de Caballería de Santiago, con su maestre
investido de grandes atribuciones. Con sus trece, a quien tocaba la provisión
del maestrazgo; con sus comendadores, para administrar las posesiones
adquiridas por donación o conquista, y con sus freiles, que guarnecían
castillos o moraban en los conventos propios, o en familia y que al primer
llamamiento salían en aguerrida tropa. Fueron la vanguardia de los Ejércitos
cristianos contra los moros. La historia de la primera Orden de Caballería
española está marcada por gloriosos hechos de armas, en los que tomaron parte
no sólo los nobles, sino las milicias de las ciudades incorporadas a Santiago.
Fue una época de continuas luchas en las que la Orden de Caballería de Santiago
siempre se encontró en primera línea.
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