Salvador García Llanos
Hay que formularlo y hacer todo lo posible por cumplirlo:
reducir la desigualdad es uno de los objetivos primordiales del año que hoy se
estrena. No es fácil, claro; pero hay que intentarlo, a la vista de los
desequilibrios y de las ostensibles diferencias que aún se aprecian en la
sociedad española y que demuestran que la crisis no se fue del todo. Muchos la
siguen padeciendo.
Tal es así que en nuestro país la desigualdad económica
se ha incrementado desde el año 2005 un 10,5 %. Eso propició que España, según
Eurostat, ocupara el año pasado el vigesimoquinto lugar entre los veintiocho
estados de la Unión Europea (UE), solo por delante de Letonia, Lituania y
Bulgaria. El poco sospechoso Fondo Monetario Internacional (FMI) explica que
una parte sustancial de la desigualdad económica trae causa de los errores en
el diseño de las políticas redistributivas.
En materia impositiva, según escribe el presidente de los
técnicos de Hacienda, Carlos Cruzado, “esa redistribución pasa por la
progresividad de las de gravamen del Impuesto sobre la Renta de las Personas
Físicas (IRPF), que aporta el 95,2 % de la progresividad”, un principio
consagrado en la Constitución que inspira el sistema tributario y tiene como
fin, sigue Cruzado, “mejorar la redistribución de la renta desde la población
con más ingresos y riqueza hacia los más desfavorecidos”.
Le corresponde al Estado estimular el crecimiento de la
renta y de la riqueza para fraguar, está claro, una más justa distribución.
Pero no olvidemos el importante hándicap que entraña un déficit próximo a los
ochenta mil millones de euros en políticas del Estado de bienestar. Eso
condiciona el propósito de igualarse en este ámbito con la media de la UE.
Será difícil, por tanto, acortar las brechas de
desigualdad. Pero hay que intentarlo, pese a ser un año electoral. Gobierno y
partidos políticos incluirán en sus programas este propósito, pero la sociedad
quiere ver hechos y números reales derivados de la aplicación de políticas
orientadas realmente a la reducción de los desequilibrios que repercuten, desde
luego, en las condiciones de vida.
Un país más igualitario. Es un sueño, pero quienes lo
tienen está obligados a esforzarse para materializarlo. Reducir en 2019 la
desigualdad: algo más que un propósito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario