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sábado, 17 de octubre de 2015

LA LIMPIEZA


Salvador García Llanos

El debate sobre el estado de la limpieza y conservación del municipio es recurrente desde hace años. Hay etapas en que alcanza niveles notorios, sobre todo cuando no hay otros asuntos de los que ocuparse. Cada quien expresa su visión, muchas veces ligada a alguna experiencia personal. Echar culpas a las deficiencias del servicio es usual. Y atribuir comportamientos incívicos o faltos de colaboración, no menos.

Ha de tenerse en cuenta que el Puerto de la Cruz es una ciudad turística, con multitud de nativos y visitantes recorriendo avenidas, calles y paseos. Con multitud de consumidores en el elevado número de establecimientos accesibles para comida rápida, heladería, chucherías…  Restaurantes, cafeterías y tiendas tienen en buena medida ocupada parte del espacio exterior próximo, ampliando su negocio en el que, por las razones que sea, no pueden retener demasiado tiempo residuos y material desechable. Y claro, las características de la ciudad obligan a evitar estampas de acumulación y abandono.

Ahora mismo, estamos ante una de esas etapas señaladas al principio. Dirigentes de la Federación de Servicios de la Unión General de Trabajadores (UGT) han planteado públicamente que la extendida impresión de que la ciudad está más sucia se debe a que la empresa concesionaria del servicio de limpieza y recogida de basuras, SUFI Tarajal, no dispone del personal suficiente para atender como debiera las demandas y las necesidades. Aportan un dato: llegó a tener 129 efectivos y actualmente tiene 66. La deducción: si con la primera cantidad, ya había problemas y las críticas eran elevadas, con la segunda es para fruncir el ceño y preguntarse cómo es posible.

No falta razón a los sindicalistas cuando exponen que trabajar en tales circunstancias obliga a un sobreesfuerzo y genera condiciones poco favorables para los operarios, afectados en su salud y en su seguridad. Cuando el gobierno local hubo de reducir el cánon de la concesión, el servicio se resintió, claro, pues hubo que reducir o suprimir varias prestaciones. Este otro dato de los dirigentes de UGT corrobora que la situación se va haciendo insostenible: por la noche trabajan once o doce personas para una ciudad de treinta mil habitantes y casi veinte mil camas turísticas. Y esta otra revelación de los sindicalistas: 

"Hay cubas que no salen, barredoras averiadas y camiones en mal estado. Nadie revisa nada y nadie va a comprobar cómo funciona el servicio. Que vayan a ver los camiones. Hace mucho que no se limpian y algunos ya son nidos de cucarachas".

Recordemos que la empresa aplica actualmente un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), vigente hasta 2017 con cuarenta y dos trabajadores afectados. Ni siquiera la alternativa ofrecida por la propia UGT, consistente en anular el ERTE y reponer al personal necesario, puede considerarse viable teniendo en cuenta la situación económico-financiera del Ayuntamiento.


Pero esta es una asignatura municipal que no admite dilaciones a la hora de invertir la actual situación. En las redes sociales, hay días en que el debate adquiere una virulencia preocupante. Se reclama más vigilancia y se piden sanciones ejemplares para quienes no respetan y dan pie a estampas nada edificantes, amasando la idea de ciudad sucia que no puede ni debe seguir robusteciéndose. Mejor servicio, claro que sí. Con más dotaciones. Pero también mayor sensibilización entre ciudadanos y empresas: campañas sostenibles de educación, información y facilidades para hacer que reverdezca aquel lema de hace más de tres lustros: ‘El Puerto, limpio y ejemplo’. Cuando el municipio ganó galardones nacionales por la calidad de la prestación de este servicio.

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