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sábado, 10 de mayo de 2014

SIN ESCUELA DE MÚSICA

Salvador García Llanos

Fuimos los primeros en decirlo públicamente hace meses: la Escuela Municipal de Música corre peligro, está en trance de desaparición. Teníamos razón: al cabo del tiempo, todo da a entender que, si no se produce un giro cuasi milagroso, el centro cerrará sus puertas el próximo mes de junio. Y es que los trámites de matriculación, habitualmente realizables en abril, ni siquiera han comenzado, en tanto que  las previsiones presupuestarias para las retribuciones del profesorado se agotan en junio. Un panorama desolador.

El próximo lunes entregarán en el Ayuntamiento pliegos de firmas (más de cuatro mil) en señal de disconformidad con el cierre que es también una manera de decir ‘no’ a tanto abandono, a tanta insensibilidad. La Escuela Municipal de Música, fundada en 1988, ha sido el núcleo de formación de muchos niños y jóvenes que se ven ahora sin opciones para iniciar o continuar sus estudios. En un mandato municipal tan agitado, aunque la placidez gubernamental vaya por fuera, la desaparición será una muesca más, otra anotación en el debe de un gobierno local quebrado y poco lúcido a la hora de encontrar alternativas a problemas como éste.

El hecho contrastará la indolencia de la población portuense, algunos de cuyos sectores sueñan con actuaciones que requieren un gran esfuerzo inversor y un alto coste interno y luego ven (casi sin inmutarse) cómo se desmoronan dotacionales y prestaciones educativo-culturales.

El colectivo de afectados ha hecho lo que ha podido. Ver el entusiasmo con que recogían las firmas, en las plazas, en el exterior de ventas y establecimientos comerciales, era merecedor de reconocimiento. Ese entusiasmo es digno de mejor premio. Han luchado hasta donde han podido. Incluso contra la incomprensión y la indiferencia. Las notas y las composiciones de su aprendizaje se tornaron en una afinada reivindicación popular. Que entreguen los pliegos de firmas, claro que sí, y que guarden copia; que quede huella en ese Ayuntamiento de  su afán, de su tenacidad y de su lucha hasta el agotamiento. Aún tienen esperanzas, como se deduce de un escrito, en el que señalan que “el daño ya está hecho pero no es definitivo”.

Una ciudad que espera por una infraestructura marítimo-portuaria no tiene para mantener abierta una escuela de música. Sonará demagógico pero es la verdad.       Y lo peor es lo que dicen los afectados: “La total falta de información creíble por parte del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz en los últimos meses”. Eso ha promovido que los alumnos que han podido ya hayan formalizado su preinscripción en otras escuelas de los municipios limítrofes.


Cuánta desidia, tanta insensibilidad. Otra cosa más que los portuenses pierden, si no hay algo cuasi milagroso.

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