Evaristo Fuentes Melián
Estuve hace unos días cortándome el pelo, y
coincidí con Antonio el Carajito, que estuvo recordándome lo que pasó en aquel célebre partido de futbol de primera
regional, en los primeros años setenta, siglo XX, cuando su hermano Juan, el
pintor de brocha gorda, defensa lateral
del mejor equipo de la UD Orotava de todos los tiempos, le propinó tal piñazo
al arbitrucho (yo estaba allí) que lo dejó KO;
y tuvo que atenderlo Pedro Eustaquio, el médico que más cerca estaba.
Juan el Carajito ya era veterano por entonces, no quería jugar más al futbol y
cabreado por el injusto arbitraje, lo resolvió y se despidió con este puñetazo.
Así se escribe la historia.
Íbamos
cada domingo por la tarde la pandilla de amados, incluso Pepe (nombre ficticio,
no identificable), que lleva desde entonces sin enterarse de nada. Solamente
comer y beber. Típico.
ESPECTADOR
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