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viernes, 2 de mayo de 2014

TENERIFE Y LAS CRUCES

Agustín Armas Hernández

Mayo es el mes de las fiestas de la Cruz. Entre nosotros se dice: “el mes de las Cruces”. Es conocido que pocas bodas se realicen en “el mes de las flores”. ¿Superstición?  Quienes asistimos en el Puerto de la Cruz al Iº Congreso Internacional de Parapsicología nos pudimos dar cuenta del auge que van tomando las supersticiones, en parte debido a los mismos parapsicólogos y ocultistas. Muchos objetores, especialmente un sacerdote muy conocido en el Valle, tuvimos que debatirlas.

Sin embargo, quizás no todas estén infundadas, pues grandes personajes, como el Emperador César Augusto, no se calzaba el pie izquierdo antes que el derecho. Probablemente tengan razón los que dicen: “Si crees en las supersticiones, entonces se te cumplen; pero si no crees en ellas entonces, no”. Me parece que la mayoría de los casos así es.

Cuando Fernández de Lugo, con sus castellanos plantó el Santo Madero, el 3 de Mayo de 1492, ese lugar se convirtió luego en el Puerto y más tarde en la ciudad de Santa Cruz. Signo de esperanza para los pobres Guanches, que según el profeta Isaías, “vivían en tinieblas y la sombra de la muerte”.


Pues no bastaba invocar a chamán y hacer cábalas en los tiernos baifos, para conseguir la salvación. Es cierto que iban unidas la espada y la cruz, pero ha sido también voluntad divina proteger a los indefensos misioneros. Por algo permitió el Señor que los Apóstoles llevaran dos espadas al huerto de Getsemaní. Según la tradición, una es la espada del Papa que debe quedar envainada; y la otra la del Emperador, que debe estar con frecuencia fuera de la vaina. Cuando aparezca próximamente el Gran Monarca de las profecías, cambiaremos nuestra mentalidad actual.

Los valientes castellanos, nuestros antepasados, plantaron también la Cruz en el Valle de la Orotava, y ahí tenemos “la Cruz Santa” y nuestro “Puerto de la Cruz”. Nos dicen los historiadores que, en principio, la conquista de Canarias e Indias Occidentales, se debió más al deseo de salvar a los paganos que el afán de conquista, también es de admirar el poder del Romano Pontífice, quien (el español Alejandro VI) en 1493, dividió el mundo pagano entre Castellanos y Portugueses.


En nuestra ciudad turística se  restauró una Cruz muy venerada, por iniciativa de los concejales. Es admirable el poder de la Cruz pues aunque nos sea amargo el cargarla, ella produce la salvación. Por otra parte, quienes no se casan en Mayo no se libran de llevarla, ni pienso yo que sean más desdichados quienes se emparejan en el bello mes de las flores.

En nuestra ciudad portuense, las capillas de la Cruz son una de las más peculiares. Recordaré sólo las de Chorro Cuaco, Mequínez, Las Lonjas, y la Cruz Verde. La Cruz del Pino es la que se  restauró,  en la calle Pérez Zamora. Después de todo, la religión es invencible, puesto que el alma humana es inmortal. La fe está resurgiendo en China, en Rusia, en Polonia y en otras naciones del mundo, y resurgirá en nuestra patria, tan pronto, como cambien las circunstancias. Y cambiarán muy pronto según anuncian algunos videntes  y gentes de Fe.

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