Cristina
Tavío Ascanio
Esta
semana en el Pleno del Parlamento hemos dado el primer paso para modificar la
Ley de Pesca de Canarias, fundamental para permitir como actividad
complementaria la pesca turismo, así como el turismo marinero y acuícola, como
forma de garantizar nuevos ingresos para este subsector.
Tal y
como expuse durante mi intervención, todos salimos ganando con esta reforma
pues, por un lado, se favorece la conservación de nuestro medio ambiente
marino, y por otro, nos adecuamos a la Ley de Pesca nacional, que fue consensuada
con las Comunidades Autónomas, y da cumplimiento a los acuerdos de España con
la Unión Europea.
De
hecho, la Ley de Pesca Marítima del Estado expone la importancia del turismo
marinero para la diversificación del sector pesquero y la revitalización de las
zonas costeras y rurales donde se desarrolle esta actividad, así como su
utilidad en materia de difusión, valoración y la promoción de los distintos
oficios y modos de vida, así como el patrimonio y la cultura pesquera.
Parece
mentira que siendo la comunidad autónoma con mayor litoral de mar de toda
España nuestra norma no contemplara estas actividades complementarias, pese a
que el sector pesquero ha venido demandando su regulación durante muchos años.
Creo
que la conformidad del Gobierno, y especialmente de la Dirección General del
Pesca, supone una oportunidad histórica no sólo para dar una respuesta
satisfactoria al sector sino también para que Canarias no siga estando de
espaldas al mar teniendo un mar de oportunidades a su alcance.
Nadie duda
de que los recursos pesqueros son vitales para nuestra tierra, y a pesar de
tener buenas condiciones para ello, la aportación de la pesca no es muy elevada
en comparación con otros sectores, apenas un 0,2 por ciento de nuestro Producto
Interior Bruto, y algo menos de 2.000 empleos directos.
Pero
son empleos y son familias que viven de nuestro mar y ayudan a sostener nuestro
ecosistema marino. Además, las cifras de capturas y de actividad nos demuestran
que hay margen para el crecimiento.
2016
fue sin duda el mejor año de lo que llevamos de siglo. En término globales,
hablamos de 26.500 toneladas por un valor que roza los 78 millones de euros. Y
2017 también fue un buen año pues las cifras de producción de acuicultura y
pesca fresca se mantuvieron pese al significativo descenso de la pesca
congelada.
Lo
mismo ocurre con el turismo pesquero o marinero que es una oportunidad de
diversificación para las zonas del litoral tradicionalmente dependientes de la
pesca. Más aún en nuestra tierra que tiene la suerte de contar con tres
reservas marinas, que benefician a los profesionales locales a la vez que
aportan un valor añadido a los centros de buceo y a las excursiones marítimas,
a la pesca deportiva y a todas las actividades permitidas y reguladas.
Con
dichas reservas ganamos en sostenibilidad, gana nuestro sector pesquero
artesanal, y desde luego gana nuestro paisaje, que a fin de cuentas es uno de
nuestros atractivos turísticos más importantes.
Creemos
que con esta modificación de la Ley de Pesca, Canarias podrá sumarse a los
objetivos contemplados tanto en la Estrategia de Especialización Inteligente
(RIS3) como en la Comunicación Europea sobre Crecimiento Azul de ir ampliando
el número de puestos de trabajo ligados al mar, evitando la sobreexplotación y
la presión en nuestro ecosistema marino.
Por fin
vamos a poder hablar de más recursos, de más sostenibilidad, y por tanto de más
empleos azules: de no dar la espalda al mar, sino de contemplarlo y verlo como
un mar de oportunidades mucho más allá del componente alimenticio.
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