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sábado, 28 de julio de 2018

EL COCHINO ESTORBA


Lorenzo de Ara

“El reconocimiento de que hasta nuestro más visceral adversario tiene el derecho a manifestar su opinión libremente y sin cortapisas es lo que ha hecho grande a la democracia; su señalamiento y exclusión siempre ha sido la puerta de entrada del autoritarismo”. (El País).

A cierto personajillo del PSOE en el Puerto de la Cruz le viene como anillo al dedo esta aseveración del editorialista del periodicucho al servicio del torpe e inútil presidente que ahora tenemos correteando por la Moncloa.

Que se entere bien. Hay una conversación pendiente. Yo no olvido.

Las amenazas, la arrogancia de un perdedor, los nervios ante la triturada que le espera en su propio partido, no van a impedir que el profesional diga lo que le salga de los huevos (uy, perdón,); he de decir que el personajillo en cuestión, ante expresiones así, experimenta tristeza, desolación, un grado de compungimiento que provoca alucinaciones, amén de una desternillante apoplejía neuronal.

Tenemos que hablar, usted. Pero muy seriamente.

Entre zoquetes anda la cosa. ¿Recuerda?

Hace años sufrí persecución directa de esa izquierda que vende humo y pregona a los cuatro vientos que es hacedora de todo lo bueno. Y no. De nuevo no me rendiré.

Y no acepto consejos de un aspirante que, tras perder, arrastra resentimiento y soberbia venenosa.


Y quién puede negar que los cochinos abundan por doquier en ciudades y pueblos de nuestra Isla. También, naturalmente, en nuestra vendida casa (Puerto de la Cruz).

Lo más fácil es poner a caldo al concejal responsable de la limpieza municipal. Hacia él van dirigidas todas y cada una de las palizas verbales. Pero casi nunca hacemos gala de autocrítica. La culpa es del político pepero que no se entera.

Sin embargo, el edil realiza un sano ejercicio de transparencia, subiendo a las redes sociales una serie de fotografías con mucha mierda amontonada. Enseres lo llaman los correctores del lenguaje.

A los cochinos de nuestro pueblo hay que decirles a la cara que son lo que son porque carecen de educación, de un mínimo de civismo, porque no les importa la ciudad y mandan a tomar por el culo consejos y recomendaciones. ¿Saben leer?


Al político hay que exigirle. Siempre. En todo momento.

Al ciudadano (al que hace muy poco que descendió del árbol también) la misma exigencia.

Y cuando el cochino no responde satisfactoriamente, toca poner en marcha la infracción más rigurosa. No más paños calientes.

La ciudad es de todos. Cuidarla es cosa de todas. 

El cochino estorba.

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