Salvador García Llanos
Pocos proyectos en el
mundo suscitan una controversia de magnitud equis como la actuación en un
secularmente pretendido puerto en el Puerto de la Cruz. Los sucesivos episodios
del culebrón han hecho incrédulo al personal, una parte del cual estima que sí,
que esa es la solución para un municipio alicaído. La infraestructura, aún en
fase de planificación, está en un bucle. Por lo que se ve, desenredarlo es muy
costoso. Y así como es legítimo y respetable que los promotores y responsables
prosigan en su empeño de ir desbloqueando supuestas trabas (que no son más que
el cumplimiento de las exigencias legales), deberían entender que la complejidad
de esta actuación requiere la fijación de una posición clara en torno a las
prioridades y la coordinación interadministrativa para que los avances en la
tramitación sean apreciados y terminen de convencer, a sí mismos, y a ese
personal que todavía cree en esto como una panacea, de la viabilidad de la
actuación, sin tener en cuenta la financiación. Se empeñan algunos en seguir
hablando de cruceros, cuando el curso de los acontecimientos demuestra que la
realidad es otra.
Así, en una semana en que veíamos cómo hasta el presidente
del Cabildo Insular de La Gomera reivindica, en sede parlamentaria, agilidad
para la ejecución de la infraestructura prevista para Fonsalía, en Guía de
Isora; y cómo el alcalde de Garachico anuncia avances en la gestión de la
dotación de zona comercial y mejoras en la construcción que transformen la
imagen de una actuación inservible, inútil y casi abandonada, visible por
tierra, mar y aire; en esa semana, decíamos, el proyecto del puerto del Puerto
de la Cruz sufría otro frenazo con la exigencia de la Dirección General de
Costas de contar con una evaluación de impacto ambiental referida a los
terrenos que acogerían el futuro parque marítimo. Luego vienen las
explicaciones: que sí, que no, que solo hemos pactado la parte marítima, que de
la parte terrestre aún no hemos hablado...
Pues hay que hacerlo. En el seguimiento que hemos hecho
sobre el proyecto de esta actuación, a cierta distancia y elusivo de
intervención de en polémicas estériles, hemos defendido por activa y por pasiva
que el parque marítimo es lo primordial. Que es lo verdaderamente importante
para el desarrollo social y económico del municipio. Que es lo que puede
producir una reactivación y significar un revulsivo. El parque marítimo tiene
que ser a la ciudad lo que el Lago en las últimas décadas del pasado siglo. Sin
embargo, la asignatura ha ido quedando para otra convocatoria. Ojalá el informe
de Costas sirva para replantear criterios y el propio curso del proyecto, aun cuando se admita que
las aristas de funcionamiento compatible con la ejecución de obras de
envergadura sean complicadas.
Así que la resolución de Costas tiene su lado positivo. Es
en lo que deberían concentrarse los promotores y responsables si, como dicen,
van a seguir batallando. Mientras tanto, la controversia continúa su rumbo.
Casi es más de lo mismo.
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